POR SI ACASO ME MUERO. Diciembre 2007.


Diciembre es un mes de emociones encontradas. Todos los diciembres arrastran sobre mí una ola de nostalgia. Pienso en las personas que fallecieron y en lo inevitable de la muerte. Pero también son días de unión de familia y de mucha alegría.
El diciembre de 1972 murió mi padre y con él se murieron un montón de alegrías. Mi hermana de sólo 28 días de vida nunca pudo verlo realmente. Ese fin de año fue muy triste.
Pero este diciembre pasado ha sido, por el contrario, muy especial para mí, porque he compartido casi todos los días con una persona que quiero mucho. Juntos hemos planeado cosas, nos hemos tomado de la mano, nos hemos dado besitos de piquito y hemos compartido el trabajo de mejorar la casa en donde vamos a vivir –juntos- este año en curso.
Ella, por su parte, dice que siente delicioso dormir entre mis brazos. Yo por mi parte, puedo asegurar que me encanta abrazarla, besarle el cuello y la boca. Y viceversa.
Es bueno saber que hay alguien cerca a quien contarle nuestros pensamientos más locos, nuestros más íntimos deseos. Es bueno tener un oído para nuestras viejas anécdotas de niñez.
Me gusta que ordene mi desorden. Me gusta sentir incomodidad al saber que voy a desordenar su orden.
Nunca –aunque parezca raro- había soñado con una casa. Pero ahora me ilusiono pensando que voy a compartir un lugar con ella. Es como dijo Alfredo Espino “un rancho y un lucero”, un rancho personal e íntimo.
Tiene ya sus particularidades esa casa. Y cuando la veo pienso en la mujer que es mi amante y mi amiga. Es irónico que ese mismo año de 1972, haya nacido, al igual que mi hermana, la que sería en el futuro la mujer de mi vida.
No me quiero morir nunca; pero por si acaso me muero algún día, espero que no sea en diciembre. Quiero ver cien diciembres y más, y amar y besar y ser feliz como lo soy ahora.

2 respuestas a “POR SI ACASO ME MUERO. Diciembre 2007.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.