MANGORÉ, EL MAESTRO QUE CONOCÍ. Libro de José Roberto Bracamonte Benedic.


Agustín Barrios Mangoré. Fotografía tomada por Roberto Bracamonte.

«Mangoré, el Maestro que conocí», es un libro escrito por el Dr. Roberto Bracamonte, uno de los alumnos predilectos de uno de los más grandes guitarristas que ha producido el mundo: Agustín Barrios Mangoré, conocido como Nitsuga Mangoré, un paraguayo que recorrió muchas partes del mundo con su arte y que al final de su vida hizo escuela de guitarra en El Salvador y fue también aquí, en estas tierras cuscatlecas, donde dio su último suspiro de vida.

Las ciento cuarenta y cinco páginas del libro nos conducen por ciertas zonas antes desconocidas del Maestro Mangoré, vistas a través de los ojos de un testigo querido y cercano a él, un salvadoreño que, aunque con otra profesión diferente a la de músico, amaba tanto la guitarra y la música que llegó a dominarles  y conocerlas de una manera muy intensa. Y todo bajo la tutela del grandioso guitarrista Barrios Mangoré, quien dejó tras de sí una serie de alumnos y seguidores de su obra. Las reflexiones y las descripciones físicas y espirituales que hace Roberto Bracamonte sobre Mangoré están inundadas de gran respeto y admiración, pero no por eso dejan de ser un informe muy fidedigno del famoso «indio guaraní»:  Nitsuga Mangoré.

Hay que decir que Barrios no sólo fue un grande e inigualable domador del instrumento de las seis cuerdas, fue también poeta y conversador ameno, un hombre desligado del egoísmo, que compartía con sus alumnos las enseñanzas que sabía sin restricciones. Bracamonte lo describe como un hombre parco a la hora de hablar de sus triunfos, humilde pues por principios, pero muy agradable y suelto a la hora de hablar sobre la guitarra o sobre los músicos que admiraba.

El Dr. Bracamonte había sido exhortado en varias ocasiones por el Dr. Carlos Rodríguez Payés (también guitarrista) para que escribiera los numerosos recuerdos que sobre el maestro Barrios aquel tenía. Así que «Mangoré, el Maestro que conocí» tiene entonces la gran cualidad y ventaja de ser un testimonio bastante cercano y directo sobre la vida del músico. Especialmente porque Bracamonte no sólo fue alumno de Mangoré, sino también porque vivió con él los últimos tres años de su vida. Así que el libro está lleno de anécdotas sobre el famoso guitarrista, así como de revelaciones de pequeños detalles sobre su vida cotidiana. Algunas anécdotas están contadas de una manera tan vívida que parieran como breves cortometrajes en blanco y negro. El libro al cual me refiero este día fue publicado en 1995. Una buena manera de conocerlo mejor es leyendo directamente las palabras de su escritor. He aquí, pues, un breve fragmento de alguno de los detalles que Roberto Bracamonte cuenta en su libro:

«Además del español, el cual conocía en sus reglas gramaticales y retóricas, Mangoré tenía dominio del idioma materno del Paraguay, el guaraní. A mi pedido y para satisfacerme, recitaba versos propios y de otros poetas en guaraní, cuya dulzura y sonoridad musical siempre me encantó. Mangoré me explicaba que era una lengua completa y me apuntaba sus dificultades y sus reglas. Es tan bello y armonioso como el español, decía, y me dio la impresión que, para él, eran las lenguas más completas y hermosas del mundo, lo que nunca puse en duda. Yo escuchaba aparentando seriedad en la atención, porque lo único que me agradaba era el ritmo métrico y la sonoridad que daba a lo pronunciado y que él con entusiasmo ponía en el ambiente.»

A propósito de Rodríguez Payés, a quien mencioné unas líneas arriba, cuenta el Dr. Bracamonte Benedic que fue precisamente el Dr. Carlos Rodríguez Payés quien le llevó  las partituras de Mangoré al famoso guitarrista australiano John Williamsquien en ese momento se encontraba en Londres. A partir de ahí surgió el disco que ayudó a resucitar en cierta manera el conocimiento de Barrios Mangoré alrededor del mundo.

Es prudente mencionar que en 1992 se había publicado, en idioma inglés, el libro «Mangoré. Seis cuerdas de plata», del estadounidense Richard D. Stover, el cual llegó a las manos de Roberto Bracamonte y se refiere a él en su libro. Yo lo leí cuando en el año 2002 fue publicado en español, en El Salvador, bajo el auspicio de Miguel Huezo Mixco y con traducción de Rafael Menjívar Ochoa. El libro de Stover es un documento muy valioso, lleno de investigaciones exhaustivas, basadas en mucha bibliografía, en visitas a los lugares que frecuentó el maestro de la guitarra, así como en pláticas y entrevistas a varias personas que conocieron al grandioso guitarrista . Es realmente un libro de inestimable valor para la cultura guitarrística mundial. (Por cierto que a Stover tuve el gusto de escucharlo hace ya un par de años en un concierto que dio en la Universidad Don Bosco.)

Pienso que en muchos detalles ambos libros (el de Stover y el de Bracamonte)  se complementan.

Pero volviendo al libro que hoy nos ocupa, es bueno decir que Bracamonte retoma además en su libro algunas impresiones muy íntimas de su maestro, en el campo de la composición y de la técnica interpretativa de la guitarra. Quizás lo mejor sería transcribir un pequeño párrafo para entender y disfrutar mejor de lo rescatado por Roberto Bracamonte:

««La Catedral» he tenido la suerte de escucharla por varios intérpretes y por el mismo maestro -fue lo primero que oí de sus manos- y me ha parecido que hacen magníficas ejecuciones, pero también tengo la impresión de que se podrían mejorar. La obra es, en los tres movimientos, una serie de campanas repicando, y varias veces le pedí al maestro que tocara el «allegro» y el «andante» más despacio para tener esa impresión.

«El «andante» es algo serio de interpretar y la mayoría lo toca con cierta velocidad que resta la solemnidad que se espera escuchar. Los primero acordes, en la parte inferior del traste doceavo, deben ejecutarse ligeramente arpegiados, aun cuando Mangoré no los dejó así indicados, pues las cuerdas sueldas dan el sabor de campanela. La sucesión de acordes tan bien hilvanados en los tres bordones, no deben sonar precipitadamente y son ellos los que dan la solemnidad, majestuosa y quizás ligeramente fúnebre a este andante. En todo momento debe hacerse sentir la campanela, siempre que se pueda arpegiando ligeramente, como ya dije.

«El «allegro» de esta sonata es muy complejo. En el repiqueteo de los primeros compases es necesario destacar además la nota grave del acorde de larga duración, las notas que quedan bajo el dedo medio y el anular, con un tanto menos que el primer sonido, lo que vuelve más difícil la ejecución y disminuye la velocidad; pero tengo entendido que aquí es mejor ser un tanto lento y conseguir los efectos esperados, porque para lucir la habilidad hay obras de otros autores y del mismo Mangoré que lo permiten. El problema es precisamente éste, que todos los ejecuntantes lo hacen a gran velocidad y desaparece el efecto de campanela que se continúa produciendo en muchos compases y que el compositor, incluso, no apuntó con lo signos debidos.»

Dr. Roberto Bracamonte.

Bracamonte también apunta sobre su disyuntiva entre dedicarse a la guitarra o brindar su vida a la Medicina, y lo hace de esta manera:

«Yo, que escribo estas líneas, fui un afortunado huésped por casi tres años en casa de Mangoré y Gloria (esposa, de origen brasileño, de Mangoré); llegué a conocer algo de la amada guitarra, gracias a la enseñanzas y observaciones del Maestro y desarrollé una pulsación bastante aceptable. La mala fortuna, que nunca deja de perseguirme y a ratos me da horribles tratamientos, hizo que la Medicina fuera mi carrera principal y me vi obligado a dejar totalmente el instrumento por recomendación del mismo Mangoré, quien, informado que estuve a punto de perder un año de Medicina de las más duras y difíciles materias por estar con la guitarra entre mis brazos hasta altas horas de la noche, en vez de los secos, poco atrayentes y nada afectivos libros de Esculapio, me dijo: «Ché, dos mujeres no caben en casa y tienes que dejar una: escoge y toma partido. Decídete.» Masoquista y sin dinero para seguir estudios de música seriamente, me quedé con la Medicina que, aun cuando es una esposa muy rebelde de manejar y, además de dominante, cruelmente celosa, en reconocimiento me ha tratado con cariñoso afecto,  cariño que todavía acepto con un tanto de triste resignación. Guardé pues la guitarra hace casi cincuenta años y una que otra vez la toco como su fiel amante y a escondidas, sufriendo de no tenerla junto a mi pecho, pero sin celos, ya que no he dejado de amarla y me siento feliz cuando oigo sus quejas por no estar en mis manos cuando otros esposos la acarician y abrazan amorosamente. Debo confesar con sinceridad que aún me duele no haber llegado cuando menos, a ser artista aceptable y no un médico como me deparó el destino. Así fue que quien más oportunidad tuvo de aprender y disfrutar del genial compositor paraguayo fue el que menos cosechó.»

«Mangoré, el Maestro que conocí»  es un libro indispensable para todos aquellos que quieran saber más de la guitarra y conocer además al Mangoré que vivió en El Salvador.

Dr. Roberto Bracamonte junto a la tumba de Mangoré, en el Cementerio de los Ilustres, en San Salvador.

DOS PALABRAS SOBRE ROBERTO BRACAMONTE.

El Dr. Bracamonte fue un destacado médico salvadoreño, que estudió su post grado en oftalmología en Brasil y Argentina; fungió como catedrático de la Universidad de El Salvador y como Director del Centro de Rehabilitación de Ciegos. Importante fue que desarrolló en 1982 un programa para la formación de oftalmólogos en el Hospital Rosales (en San Salvador). En 1940 conoció a Mangoré y se volvió su discípulo en la guitarra, teniendo además el privilegio, como ya se ha dicho antes, de vivir junto a él durante los últimos tres años de vida del famoso guitarrista.

Roberto Bracamonte estuvo casado con América Valencia, pianista que hizo estudios de interpretación y composición en Italia (y tía de mi esposa Érika) y a quien agradezco que me haya obsequiado, en una visita que le hicimos a su casa, el maravilloso libro que escribió su esposo.

El Dr. Roberto Bracamonte falleció en el año 2007.

Texto:

Óscar Perdomo León

Fotografía de Mangoré con lentes, tomada por el Dr. Bracamonte, extraída de:http://www.elsalvador.com/mwedh/aspnet/imagen.aspx?idArt=4542840&idImag=10901037&res=0&idcat=6482&w=450&maxh=400
Fotografía de portada del álbum de John Williams extraída de:
http://www.google.com.sv/images?hl=es&q=williams%20plays%20barrios%20mangor%C3%A9&um=1&ie=UTF-8&source=og&sa=N&tab=wi&biw=1280&bih=699

Las otras imágenes han sido extraídas del libro del Dr. Bracamonte.

Video recomendado: Santo de la guitarra: la historia fantástica de Agustín Barrios mangoré.

25 respuestas a “MANGORÉ, EL MAESTRO QUE CONOCÍ. Libro de José Roberto Bracamonte Benedic.

  1. Maravillosa historia. Siempre me ha facinado el espiritu latino de Mangore diferente a las obras europeas un poco rigidas para mi gusto. Muchas gracias por compartir este comentario.
    Saludes…

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  2. ¿Sabia que el Dr.Bracamonte vino a Sensuntepeque cuando «La Macana» cumplió un año junto a Roberto Cea y el Dr. Marquina, invitados por el Dr. Portillo?

    ¿Sabia que el Dr. Bracamonte traia un libro de fabulas muy bonito?

    ¿Sabia que ADES los hospedó arriba de la PNC y que un gallo desveló al Dr. Bracamonte y que fue una experiencia muy agradable el compartir con ellos?

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  3. *Jonathan: Tiene razón usted. Según el Dr. Bracamonte, Mangoré le dio al continente latinoamericano una voz propia y original.

    *Carlos Orallena: Realmente no sabía eso. Es muy interesante lo que me cuenta. Muchas por escribir esas palabras que han enriquecido mi pequeño comentario sobre el libro del Dr. Bracamonte.

    Gracias a los dos por comentar en mi blog.

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  4. Estimado Dr. Perdomo: me ha gustado mucho su comentario del libro del Dr. Ricardo Bracamonte, acerca del gran guitarrista Mangoré. Es bueno difundir el conocimiento de libros de nuestros escritores, como el Dr. Bracamonte, un gran fabulista. Yo lo conocí personalmente y me obsequió su libro de fábulas. Dr. Perdomo, gracias por tan bonito e interesante trabajo.

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  5. Estimado Perdomo: saludos y fijate qué casualidad; más menos en enero leí el libro HIJO DE HOMBRE, del prestigiado escritor paraguayo Augusto Roa Bastos y, en la página 18 de la edición que tengo, a través de otros personajes dice la siguiente referencia de los músicos del Paraguay:

    «….. Todos han terminado así…. dijo Cuéllar. Los grandes guitarristas de Paraguay han muerto o se han fundido todos en la desgracia. O por la caña. Gaspar Mora se escondió, leproso, en el monte…..Agustín Barrios ( Mangoré conocido por nosotros) tuvo que dar su último concierto en una plaza y escapó. Nadie sabe donde está»…. (?????????)…..
    Y Roa Bastos agrega: » Yo escribí un artículo sobre la imposibilidad que tenían nuestros artistas de vivir en su patria. Me metieron preso».

    Creo para nosotros los salvadoreños, Mangoré es un personaje mítico. Gracias y felicitaciones una vez más a los doctores Erika y Oscar por presentarnos este maravilloso libro: MANGORÉ EL MAESTRO QUE CONOCÍ, de otro doctor: José Ricardo Bracamonte Benedic. Hasta creo me animará profundizar mis elementales conocimientos de guitarra que tengo.

    Saludos, Mario.

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  6. *Licenciada Mercedes Miranda:
    Es cierto, el Dr. Bracamonte escribió otros libros. Sería interesante escribir también sobre ellos. Muchas gracias a usted por su comentario.

    *Padre Mario Ramos:
    Qué interesantes palabras las que escribió Roa Bastos. Parece que a Mangoré le pasó lo de «nadie es profeta en su tierra».

    Qué bien que este pequeño artículo sobre el libro del Doctor Bracamonte te haya estimulado para aprender más sobre ese difícil instrumento de seis cuerdas. Gracias por escribir en mi blog.

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  7. Tambien hay un libro «Genio de la guitarra», escrito por Don José Cándido Morales, alumno del maestro. Este libro está lleno de anecdotas que Mangore contaba y otras que el autor vivio de cerca. Tambien contiene pomeas de Barrios. El libro de strover en español no lo conozco, no sabés quien lo publicó.

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    1. Hola, Milton, te pido una disculpa por no haber contestado antes; se me pasó tu comentario y no lo había visto.

      Qué bueno que haya otro libro más sobre el maestro Mangoré; no lo conozco pero me gustaría leerlo.

      El libro de Richard Stover fue publicado por CONCULTURA y la Dirección de Publicaciones e Impresos (DPI).

      Saludos.

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  8. amigo oscar
    me encanto leerlo le cuento que escribo desde madryn desde donde estmos con un compañero musico (yo soy poeta) preparnado un homenaje al maestro barrios.
    Estare muy agradecido si usted o algun lector me pudiera ayudar con lo siguiente:
    Se dice que el preludio de la catedral fue escrito muchos años despues que el resto y en ocacion de la muerte de su esposa ¿esto es aasi?
    leo en algun comentario mas arriba que existen registros de algunos poemas del maestro ¿alguin podra enviarmelos al mi correo?
    desde ya muchas gracias por el esfuerzo
    saludos desde aqui en la lejania unidos por el arte de un gran ser humano y musico inigualable
    martin

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  9. Muchas gracias por su comentario, Martín. Pues se sabe, según el libro “Seis rayos de plata” de Richard D. Stover, que Mangoré anunció por primera vez “La catedral” en 1921. Se dice que basó esta composición original de dos movimientos (Andante religioso y Allegro solemne) en una experiencia que tuvo al entrar a la catedral de San José en Montevideo; el otro movimiento, el Preludio, lo añadiría unos 19 años después en El Salvador; no sabría decirle a raíz de qué o cuál fue la inspiración para el Preludio; pero puedo asegurarle que no fue debido a la muerte de su esposa, Gloria Seban viudad de Mangoré, ya que ella lo sobrevivió; en el libro «Mangoré, el maestro que conocí» del Dr. Roberto Bracamonte, aparece una fotografía de su Gloria Seban entregando algunos objetos personales de Mangoré, después de su muerte, a las autoridades del Ministerio de Educación.

    Buena suerte en su proyecto de homenaje a Mangoré y gracias por visitar mi blog.

    Post data: Con respecto a los poemas, bueno, hasta donde sé, se conocen aproximadamente 8 poemas de él.

    He aquí algunos de sus poemas:

    LA PARTIDA DEL INDIO
    A Caracas, la ciudad propicia.
    Guaicapuro*, mi hermano, es la hora triste
    de proseguir el áspero camino…
    pero antes, con unción la frente inclino,
    grato el pan y sal que tú diste.

    Pedíte abrigo y el portal me abriste
    del hogar do mágico destino,
    tu noble cuerpo de titán cetrino
    tan solo de inmortal gloria se viste…

    Y pues voy a dejar tu blando techo
    un grito suelta el oprimido pecho
    del indio que tal vez ya nunca vuelva:

    Guaipuro fraterno, indio sublime,
    ¡en tu corazón palpita y gime
    el corazón inmenso de la selva!
    (* Nombre indígena de Caracas)

    BOHEMIO
    Cuán raudo es mi girar, yo soy veleta
    que moviéndose al impulso del destino
    va danzando su loco torbellino
    hacia los cuatro vientos del planeta.

    Llevo en mi plasma de una vida inquieta
    y en mi vagar, incierto, peregrino.
    el arte va alumbrando mi camino
    cual si fuese un fantástico cometa.

    Yo soy hermano en glorias y dolores
    de aquellos medioevales trovadores
    que sufrieron romántica locura.

    Como ellos también cuando haya muerto
    Dios sólo sabe en qué lejano puerto
    iré a encontrar mi tosca sepultura.

    MI GUITARRA
    Hay un hondo misterio en tu sonoro
    jardiniere corazón, guitarra mía.
    Gozas penando, y hay en tu alegría
    transportes de pasión, gotas de lloro.

    Te dio el corazón el dulce moro,
    el íbero te dio su alma bravía
    y la América virgen, se diría,
    puso en ti, de su amor, todo el tesoro.

    Por eso en tu cordaje soberano
    que vibra con acento casi humano
    es a veces, tu voz, como un lamento,

    como queja de tu alma solitaria
    en cuya triste y mística plegaria
    florece sin cesar el sentimiento.

    SONETO SIN TÍTULO
    Hay un país en el Nuevo Continente
    donde tiene la raza femenina
    destellos de un luz casi divina
    en sus ojos de brillo sorprendente.

    Cada varón pelea bravamente,
    cada mujer parece heroína,
    y cualquiera matrona que declina
    lleva escrito el valor en la frente.

    Hay una dama de salientes dones,
    que por temor a la invasora garra,
    dio a sus hijos fuerza de leones;

    y encuentra entre tan bravos ejemplares
    al Mago Encantador de la Guitarra
    que hace honor a su patria y sus lares.

    OTRO POEMA SIN TÍTULO
    Toda ilusión el corazón embriaga
    mientras su dulce realidad nos niega:
    es realidad después, y ya no halaga;
    el deseo es una ola: se despliega,
    resbala, se hincha, se abalanza, llega
    reventando en espumas… ¡Y se apaga!

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  10. Estimado Oscar Perdomo le felicito por la dificil labor de rescate cultural y principalmente musical que esta realizando, mi nombre es Herbert Guzman salvadoreno, y aficionado elemental a la guitarra, quisiera saber si tiene la direccion y telefonos del Dr. Carlos Payes, ya que tengo interes en conocer mas acerca de su trabajo de llevar al piano la obra del Maestro Mangore, tambien tube la oportunidad de conocer al maestro Bracamonte, estudiamos juntos un curso de Mesoterapia que desarrollaba el Dr. Meliton Barba,

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    1. Herbert Guzman: Muchas gracias. Qué interesante lo que usted comenta. Ojalá que lleve a cabo su sueño de transcribir la música de Mangoré para piano.

      Por otro lado, no tengo desafortunadamente la dirección ni el teléfono del Dr. Payés.

      Gracias por visitar mi blog.

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  11. Felicitaciones! Extraordinario artículo sobre un egregio Artista: Mangoré! y sus discípulos en tierra salvadoreña. Su última morada!

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    1. Muchas gracias, Pablo A. Hernández, por sus palabras.

      Y sí, es cierto, el maestro Mangoré escogió, para halago y orgullo de todos los salvadoreños, esta pequeña tierra para tener su última morada.

      Saludos y muchas gracias por visitar mi blog.

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  12. El maestro FRANCISCO Bracamonte, vivió por más de 40 años en Costa Rica, aquí tuve la enorme dicha de ser uno de sus muchos discípulos…Gracias a su amor por la música de Mangoré, es que muchos en Costa Rica conocemos, disfrutamos y divulgamos su obra y su arte.
    El Maestro Bracamonte murió aquí y algunos de nosotros no tuvimos la oportunidad de decirle : «GRACIAS MAESTRO».

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    1. Gracias por su comentario, William Vargas García; pero ¿no se habrá confundido? Porque este esta artículo me he referido a José Roberto Bracamonte, y usted escribe Francisco B.

      Mis saludos y agradecimientos por visitar mi blog.

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      1. Yo sé que su artículo hace referecia a el doctor y también maestro guitarrista Roberto Bracamonte.
        Resulta que su hermanoFrancisco, fue uno de los doce discípulos del maestro Barrios.

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  13. Muy buen articulo, hace poco tiempo vi un documental acerca de Agustin Barrios «santo de la guitarra» y entrevistaban al maestro Bracamonte, fue emocionante…. me pregunto lo mismo que Daniel si hay alguna manera de obtener una copia de este libro, ya que lo he buscado por todos lados y nada al igual que el libro de Stover, soy de Chile y no existe nada acerca de eso aqui… una lastima…. de antemano gracias y saludos!!

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    1. Felipe: el primer libro está agotado. Pero el de Stover tal vez sí lo pudiera conseguir comprándolo en línea, porque la DPI, que lo ha publicado, tiene varios de sus libros a la venta en La Ceiba (librería salvadoreña).

      Gracias por visitar mi blog.

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