Algunos amigos que gustan de la lectura me han dicho que a veces se “saltan” el prólogo de los libros y todos tienen sus razones: unos se aburren, otros no quieren sentirse “predispuestos” a la lectura que viene, a algunos no les gustan los análisis críticos o las largas introducciones, etc.
Yo generalmente leo los prólogos; aunque más de alguna vez los he obviado debido a mi ansiedad de entrar directamente en materia, es decir, en el libro en sí. Ahora bien, los libros de Jorge Luis Borges puedo decir que son un caso muy especial. Me encantan sus prólogos, los prólogos que él mismo escribe para sus libros; incluso a veces escribe epílogos, y todos son tan fascinantes como los contenidos de sus libros propiamente dichos. Realmente disfruto de sus introducciones y sus dedicatorias. Uno de mis prólogos favoritos de él es el del libro «El Hacedor».
Hace poco compré un libro maravilloso, una joya de verdad: la «Poesía completa» de Borges. Varios de los libros ahí contenidos ya los había leído, pero de muchos otros no conocía ni un solo poema o solamente conocía algún par de versos dispersos en antologías.
El libro, de 670 páginas, abarca desde «Fervor de Buenos Aires» (1923) hasta «Los conjurados» (1985). Sería muy difícil decidirse y decir cuál de los libros de poesía de Borges es el mejor, y más aún, inclinarse por alguno de sus poemas para nombrarlo como el más sobresaliente. Sin embargo, hay un poema que siempre me ha gustado mucho y es «Otro poema de los dones», que pertenece a su libro «El otro, el mismo», de 1964. Quizás me gusta tanto porque me siento identificado con el sentimiento armonioso de agradecimiento que posee y por la manera espléndida en que parece abarcar el mundo entero; pero también por las profundas revelaciones que, en bellas figuras poéticas, Borges nos lanza a la consciencia con su peculiar manera de escribir. Me encanta, por ejemplo, lo que dice sobre la rosa, o el énfasis que hace del contraste físico entre el diamante y el agua, o la manera en la que se refiere a la música al final del poema, o la mención que hace de su abuela paterna de origen inglés: Frances Haslam, etc.
Hay que hacer ver que en 1960, Jorge Luis Borges publicó su libro «El Hacedor», en donde venía incluido el poema titulado «Poema de los dones», que es también maravilloso. Pero en esta ocasión quiero compartir con ustedes la bella composición «Otro poema de los dones».
Óscar Perdomo León
***
OTRO POEMA DE LOS DONES
Gracias quiero dar al divino
laberito de los efectos y de las causas
por la diversidad de las criaturas
que forman este singular universo,
por la razón, que no cesará de soñar
con un plano del laberinto,
por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
por el amor, que nos deja ver a los otros
como los ve la divinidad,
por el firme diamante y el agua suelta,
por el álgebra, palacio de precisos cristales,
por las místicas monedas de Ángel Silesio,
por Schopenhauer,
que acaso descifró el universo,
por el fulgor del fuego
que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
por la caoba, el cedro y el sándalo,
por el pan y la sal,
por el misterio de la rosa
que prodiga color y que no lo ve,
por ciertas vísperas y días de 1955,
por los duros troperos que en la llanura
arrean los animales y el alba,
por la mañana en Montevideo,
por el arte de la amistad,
por el último día de Sócrates,
por las palabras que en un crepúsculo se dijeron
de una cruz a otra cruz,
por aquel sueño del Islam que abarco
Mil Noches y Una Noche,
por aquel otro sueño del infierno,
de la torre del fuego que purifica
y de las esferas gloriosas,
por Swedenborg,
que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
por los ríos secretos e inmemoriales
que convergen en mí,
por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,
por la espada y el arpa de los sajones,
por el mar, que es un desierto resplandeciente
y una cifra de cosas que no sabemos
y un epitafio de los vikings,
por la música verbal de Inglaterra,
por la música verbal de Alemania,
por el oro, que relumbra en los versos,
por el épico invierno,
por el nombre de un libro que no he leído: Gesta Dei per Francos,
por Verlaine, inocente como los pájaros,
por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
por las rayas del tigre,
por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
por la mañana en Texas,
por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
por Séneca y Lucano, de Córdoba,
que antes del español escribieron
toda la literatura española,
por el geométrico y bizarro ajedrez,
por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
por el olor medicinal de los eucaliptos,
por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
por el olvido, que anula o modifica el pasado,
por la costumbre,
que nos repite y nos confirma como un espejo,
por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
por la noche, su tiniebla y su astronomía,
por el valor y la felicidad de los otros,
por la patria, sentida en los jazmines
o en una vieja espada,
por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
por el hecho de que el poema es inagotable
y se confunde con la suma de las criaturas
y no llegará jamás al último verso
y varía según los hombres,
por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos
por morir tan despacio,
por los minutos que preceden al sueño,
por el sueño y la muerte,
esos dos tesoros ocultos,
por los íntimos dones que no enumero,
por la música, misteriosa forma del tiempo.
***
muy larggooooo es
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Gracias por dejar su comentario, faq escobar.
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Acabo de descubrir este «otro» poema, y he quedado embelesada. Hacía tiempo que una lectura no me dejaba «titilando».
algunos de esos versos son tan universales, tan tangibles mentalmente…encierran tan humanidad, que aunque -como dice nuestro compañero «faq esocbar»- es largo, hace que a cada verso te den ganas de que no acabe nunca, de escribir el tuyo propio, de parafrasear una vez más utilizando los recursos de una vida propia.
Me gusta el comentario que haces sobre los prólogos y los epílogos. Yo durante mucho tiempo los pasé por alto y después empecé a dedicarles atención. Es cierto que los análisis profundos a veces resultan pesados, pero en ocasiones me encuentro con algunos que sólo exponene reflexiones y planteamientos acerca del texto por otros autores o por él mismo y realmente me hacen sentir más cerca de la lectura.
1 saludo!
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Estre_lla: Me alegro mucho que este poema te haya provocado las sensaciones y pensamientos tan intensos. Algo similar experimento yo al leerlo.
Muchas gracias por dejar tu comentario en mi blog. Saludos.
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Siempre he dicho que Borges ha sido la luminosidad del intelecto humano, agradezco mucho a el en sus libros de ensayo el descubrir, redescubrir y desnudar a Chesterton, Bioy Casares, Norah Lange …
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Gracias, Maajumo, por su enriquecedor comentario.
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Éste poema es mi favorito de Borges, me atrevería a pensar que tratando de hacer un poema íntimo, ha dejado intencionalmente un atisbo de un sentimiento universal que nos maravilla. Mis partes favoritas son «por los ríos secretos en inmemoriales que convergen en mi», «por el fulgor del fuego que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo» y «por el olvido, que anula o modifica el pasado».
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Gracias, Benjamín, por su comentario.
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