
¿POR QUÉ LOS LEONES Y LEONAS LES GUSTA EMPEZAR COMIÉNDOSE (MUCHAS VECES CON LA PRESA AÚN VIVA) LOS TESTÍCULOS DE LAS CEBRAS O DE LOS BÚFALOS, POR EJEMPLO?
Los leones (y otras grandes felinas) a menudo empiezan a devorar por los genitales o el abdomen de sus presas, y hay varias razones biológicas y prácticas detrás de este comportamiento: 1- Acceso fácil y sin hueso duro. Las partes blandas del cuerpo como los testículos, el abdomen o los órganos internos son más fáciles de desgarrar que el cuello o el lomo, que tienen músculos densos y huesos. En una cebra o un búfalo, romper costillas o masticar muslos requiere más esfuerzo. En cambio, meter la cabeza entre las patas traseras y arrancar testículos o vísceras es relativamente fácil.
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2- Alto valor nutricional. Los órganos sexuales, vísceras y entrañas contienen muchos nutrientes concentrados: grasas, proteínas, y minerales esenciales. Algunos animales salvajes priorizan estas partes porque les dan una rápida recuperación de energía tras una cacería.
3-Método para debilitar y apresurar la muerte. Aunque suene cruel, al atacar por los testículos, la ingle o el abdomen, el animal sufre muchísimo y pierde sangre rápidamente. No siempre mueren por el cuello, como en los documentales. Algunos depredadores no esperan a que la presa esté completamente muerta; comienzan a comer en cuanto está inmovilizada.
4-Competencia y urgencia. En el mundo salvaje, otros carroñeros pueden llegar muy rápido (hienas, buitres, etc.), así que los leones no siempre tienen tiempo para hacer una ejecución “limpia”. Comen lo que pueden y rápido.
En resumen: No se trata de un placer sádico o de un simbolismo. Es una combinación de eficiencia energética, urgencia y anatomía de la presa. A nuestros ojos puede parecer terrible, pero para un león con hambre es una jugada práctica y evolutivamente efectiva.
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Otros animales tienen prácticas parecidas o incluso más brutales.
-Águilas y otros rapaces. Método: Atrapan presas vivas (zorros, cabras montesas, incluso lobos pequeños), las lanzan desde lo alto para que se estrellen contra las rocas. A veces las empiezan a destripar vivas, especialmente si se trata de roedores o aves más pequeñas. Tienen garras filosas, no mandíbulas: desgarran poco a poco, sin matar de inmediato.
-Serpientes constrictoras (como la boa o pitón). No muerden ni matan con veneno, sino que sofocan lentamente a la presa. Puede tardar varios minutos en morir. Luego la tragan entera, muchas veces cuando aún hay actividad cerebral. Dentro del cuerpo de la serpiente, el animal puede estar consciente brevemente, mientras empieza a ser digerido.
-Calamares gigantes y pulpos. Usan sus ventosas y picos para romper lentamente el caparazón de cangrejos o arrancar pedazos de carne viva. Algunos pulpos les inyectan veneno que paraliza, pero no mata; así el animal queda inmóvil y se lo comen vivo y fresco.
-Arañas. Inyectan una enzima digestiva en el cuerpo de su presa (moscas, escarabajos), que licúa sus órganos internos. Luego las chupan como un batido, dejando el exoesqueleto vacío. La víctima está muchas veces viva durante ese proceso.
-Hormigas guerreras (como las del Amazonas). No matan con un solo ataque. Miles se abalanzan y muerden con sus mandíbulas poderosas, arrancando trozos de carne. Pueden devorar completamente a una presa grande (como un ratón) en cuestión de horas, estando aún viva al principio.
-Osos (especialmente osos pardos). Cuando capturan crías de ciervos o alces, no siempre matan primero: empiezan a comer desde las patas traseras. A menudo la presa grita mientras el oso la está abriendo en canal como si fuera una mochila.
-Hipopótamos. No son cazadores, pero cuando atacan a otro animal (o incluso humanos), los despedazan brutalmente, arrancando extremidades de un solo mordisco. Son extremadamente territoriales y muchas muertes ocurren sin que siquiera se trate de comida.
En resumen: La naturaleza no tiene anestesia, ni compasión, ni final feliz garantizado. Para muchos depredadores, comer mientras la presa está viva es simplemente la forma más rápida o eficiente de sobrevivir. Para nosotros, parece una escena de horror… pero allá afuera, es rutina.
¿Cuál es el depredador más cruel según los etólogos o el que mata por puro placer?
Si hablamos de crueldad en términos humanos —es decir, matar sin necesidad inmediata, o hacerlo con saña aparente—, algunos animales destacan por encima del resto.
1-Delfines (sí, los simpáticos). Matan por placer: se ha documentado que juegan a matar a crías de marsopas, sin comérselas. A veces las golpean con la cabeza o con la cola hasta partirles las costillas, simplemente por diversión. Incluso entre ellos: los machos pueden acorralar y violar a hembras, e incluso matar a sus propias crías para que la madre entre en celo otra vez.
2-Gatos domésticos. Son adorables, sí… pero también son asesinos compulsivos. A menudo cazan sin hambre: juegan con ratones, aves, o lagartijas, mutilándolos poco a poco. A veces los sueltan y los vuelven a atrapar, como si fueran juguetes. Muchos no sobreviven ni al juego. No lo hacen por hambre ni defensa, sino por puro instinto predatorio.
3-Zorros rojos. Si entran en un gallinero, no matan una gallina y se van. Matan a todas. Hay casos documentados de 50 aves muertas en una noche: simplemente por el frenesí del instinto. Luego entierran algunas y abandonan muchas más. No es eficiencia, es descontrol instintivo frente a presas vulnerables.
4-Orcas (las “ballenas asesinas”). Las orcas tienen conductas muy sofisticadas… y también muy macabras. Se ha visto a grupos de orcas jugando con focas, lanzándolas al aire sin intención de comerlas. También arrancan la lengua o el hígado de tiburones y ballenas grises, dejando el resto del cuerpo intacto. Son tan inteligentes que “jugar” con la muerte se vuelve parte de su cultura.
5-Chimpancés. A pesar de su cercanía con nosotros, son capaces de cacerías brutales en grupo. Arrinconan a monos más pequeños (como colobos), los destripan vivos y se reparten las vísceras. También hay infanticidio: los machos matan crías de su mismo grupo para eliminar la descendencia de otros. Es una combinación de inteligencia, territorialidad y jerarquías brutales.
6-Mención especial: el humano. Ningún otro animal mata con la planificación, crueldad o escala del ser humano. Matamos por placer, por ideología, por negocio o por simple indiferencia. Construimos sistemas de exterminio, tortura, entretenimiento con sufrimiento (como peleas de perros o tauromaquia), y guerras innecesarias. Somos el único animal que puede racionalizar el horror y repetirlo sabiendo el daño que causa.
(Estén pendientes de la segunda parte de esta artículo de opinión).

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