
El poema que les presentaré esta semana está lleno de belleza literaria y de un contenido profundo y meditativo, escrito por la mismísima Beatriz, y el cual me proporcionó su novio hace apenas unos días, mientras ella aún estaba viva e inconsciente en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Esta publicación es, pues, un homenaje póstumo y poético a mi hija Beatriz Andrea Perdomo Pacas, quien falleció a la edad de 20 años el 03 de octubre de 2019.
Yo no sabía que Beatriz escribiera poesía. Me sentí asombrado y conmovido al enterarme. Ella era bastante reservada. La poesía en general tiene la característica de ser íntima y de desnudar el corazón de quien la escribe. Pero el contenido del poema, aunque es íntimo, también toca una fibra universal.
El mensaje en el poema de mi hija es poderoso y es hermoso porque en ningún momento se pone ella en la posición de víctima, por el contrario, enfrenta los hechos y una luminosa empatía abre vuelo en sus palabras: la preocupación de ella es acerca del probable sufrimiento de la persona que quedaría viva y hay un comunicado destinado a reconfortarnos. En este poema hay palabras de valentía. En verdad su mensaje es de amor cristalino.
Es bien probable que este poema mi hija aún lo estuviera trabajando, puliéndolo: El poema no tiene título y al parecer le falta una estrofa o una idea de inicio, porque lo que leerán a continuación empieza con un «pero».
Sospecho que no sea este poema el único que ella haya escrito.
Para efectos de identificación, yo me tomaré la libertad de titularlo «Caducidad».
NOTA. Este poema lo publiqué en mi muro de Facebook antes que en mi blog y fue compartido numerosas veces y hubo una gran cantidad de comentarios. Aunque no podré incluir todos esos comentarios, colocaré al menos algunos.
Óscar Perdomo León
*
CADUCIDAD
(Escrito por Beatriz Andrea Perdomo Pacas)
Pero algo que nunca tenemos que olvidar
es que tenemos fecha de caducidad.
Pronto,
nuestra fina tela comenzará a desgarrarse.
La llaga no se hará de manera abrupta,
sino poco a poco,
célula por célula,
rompiendo pacientemente cada ligamento.
Y cuando todo esto pase,
prometeme que no vas a tener miedo;
prometeme que vas a cerrar los ojos
y vas a inundar mis labios con los tuyos
como una ola en marea baja;
prometeme que vas a dejar que la luz de la luna
dance sobre nuestros cuerpos;
prometeme que,
a pesar de todo,
no vas a convertir en papel maché
nuestros recuerdos;
y lo más importante,
prometeme que vas a dejar que todo siga su curso.
Paciencia, amor, paciencia.
Y calma, mucha calma.
Pero mientras este estruendo llega,
dejate embriagar con mi sangre,
disfrutá,
vení,
cobijate conmigo,
que nos quedan bastantes granos de arena más.
*

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