COLIBRÍ en mi jardín

En el mes de mayo empezó a venir a mi hogar un colibrí. Esta semana les traigo un video de las tomas que he podido hacerle a esta escurridiza criatura.

Cámara, fotografía fija, video y edición:
O.P.L.

Fondo musical:
Tributo a QUEEN.
Guitarras interpretadas por
O.P.L.

El Salvador en la América Central.
Mayo de 2019.
***

«LOVE IS IN THE AIR». (Sólo para los amantes de los gatos.)

El amor está en el aire, puede olerse en el ambiente y mirarse por donde quiera… Los sonidos gatunos de llamada son muy peculiares y los gestos de atracción son evidentes. El amor está en el aire…

La Niña mira con ojos de admiración al gato negro.

Ya les había narrado de la pequeña gatita huérfana que ahora forma parte de nuestra familia. Aunque ahora ya está un poco más grande, sigue siendo una niña. Y por eso así es como yo la llamo: Niña.

Sin embargo últimamente la he visto rondando de aquí para allá con un gato negro salvaje, que es como un intruso en la casa donde vivimos, aunque en realidad es al revés. Él ya estaba aquí antes de que nosotros vinieramos. Ya se paseaba por toda la casa y se orinaba en el techo con toda seguridad para delimitar su espacio. La casa donde vivimos era su territorio de estancia y de caza. Así que cuando la Niña apareció, el gato negro trató de asustarla un par de veces y nosotros tuvimos que intervenir, defendiéndola.

Ese gato negro -ahora que lo conozco mejor no me cabe la menor duda- es el Ñiño (sí, con doble ñ), el gato de ojos verdes que cuando nos mudamos temporalmente de esta casa donde vivimos hoy, no quiso irse con nosotros. Lógico: los gatos son terriblemente territoriales.

El gato negro es arisco, desconfiado y viril. Camina sereno, misterioso, como quien ha adquirido mucha experiencia para sobrevivir. La mirada es fría, desgastada, quizás por la constantes peleas que ha enfrentado para mantener lejos de su territorio a los otros gatos que asoman de vez en cuando sus narices velludas por aquí. A veces penetra hasta el lugar de comer de la Niña y le roba la comida. O al menos eso creía yo; pero ahora pienso que ella la comparte con él. Y ya no me enojo por eso, como al principio. He llegado a aceptarlo, como se acepta irremediablemente a un yerno.

Niña y Ñiño se siguen el uno al otro

La Niña es todavía una inocentona. Lo sigue al gato negro con una dedicación y fidelidad que a veces me pone nervioso y a veces me despierta la ternura. ¿Está enamorada de él? ¡Quién sabe! Quizás sólo busca la compañía de alguien de su propia especie. Pero el lujurioso gato negro ha tratado de tener avances íntimos con ella y siempre está oliéndole los genitales; pero la pequeña Niña no está en celo aún y no ha pasado nada todavía. O eso es lo que yo creo. (Bueno, los padres son los últimos en enterarse de las «cosas»).

Duermen juntos

Pero es un bello espectáculo verlos juntos caminar, jugar, abrazarse como peleando y acariciándose al mismo tiempo, hacer la siesta con la mayor tranquilidad del mundo y después levantarse a comer, a la par siempre, como dos novios respirando el amor en el aire. 

A veces ella quiere jugar con él y le tira manotasos cariñosos, lo roza con la cola y hace otro montón de jugadas para llamar su atención, y él, mucho mayor que ella, sólo la mira con indiferencia, como si pensara: «¡Qué cipota más virga!». Pero muy en el fondo sé que el gato negro la ama, a su manera; bueno, le ha permitido vivir en su territorio, lo cual es ya una progresión.

Pero mi esposa Érika le dice a la Niña a veces, bromeando y remedando a las típicas madres salvadoreñas de pueblo: «Mirá, Niña, no seás bruta. Ese gato negro sólo quiere preñarte y después te va a dejar abandonada». Y yo me muero de la risa y Érika sigue fingiendo con la expresión de su cara que lo que ha dicho es bien en serio. Y yo continúo riéndome. Pero  después me aflijo y me dan ganas de salir corriendo con la Niña para que le inyecten un anticonceptivo.

El amor está en el aire… La Niña y el Ñiño están viviendo su romance y su paraiso… ¡y qué bien por ellos!

NOTA: si no puede ver ni oir el video, entonces dé un click aquí: http://www.youtube.com/watch?v=NNC0kIzM1Fo&feature=player_embedded

Love is in the air, everywhere I look around. Love is in the air, every sight and every sound. And I don´t know if I´m being foolish. Don´t know if I´m being wise. But it´s something that I must believe in and it´s there when I look in your eyes.
Love is in the air, in the whisper of the trees. Love is in the air, in the thunder of the sea. And I don´t know if I´m just dreaming. Don´t know if I feel sane. But it´s something that I must believe in and it´s there when you call out my name.
Love is in the air
Love is in the air
Oh oh oh
Oh oh oh
Love is in the air, in the rising of the sun. Love is in the air when the day is nearly done. And I don´t know if you´re an illusion. Don´t know if I see it true. But you´re something that I must believe in and you´re there when I reach out for you.
Love is in the air, everywhere I look around. Love is in the air, every sight and every sound. And I don´t know if I´m being foolish. Don´t know if I´m being wise. But it´s something that I must believe in and it´s there when I look in your eyes.
Love is in the air ohh ohhh ;
love is in the air ooh ooh ohh

Texto y fotografías:

Óscar Perdomo León

Letra de «Love is in the air», de John Paul Young, extraída de: http://www.letrasymas.com/letra.php?p=sin-bandera-love-is-in-the-air
Textos relacionados:
«Huéfana» :https://oscarperdomoleon.wordpress.com/2010/09/20/huerfana/
«Ñiño y Peludo»: http://mariandanie.wordpress.com/2009/09/03/nino-y-peludo/

 

HUÉRFANA

Llegó a nuestro hogar como una huérfana, llorando y abandonada. Parecía confundida y desconfiada. Desde el primer momento que oí su llanto supe que ese sonido lastimero era el inicio de una cadena de hechos.

 

Caminaba desconcertada sobre el tejado, con la elegancia gatuna característica; pero también con un dejo fuerte de dolor. La miré y su color era blanco, con pocas pero bellas manchas de color café y negro, y algunas amarillas claras, especialmente en la cabeza y en la cola. Era una gatita pequeña, todavía una niña-bebé y era digna de apiadarse de ella. (Quiero aclarar que al principio creímos que se trataba de un macho; pero con los días nos dimos cuenta que se trataba de una hembrita.)

Como ya lo he contado en otras ocasiones (en la serie de «Pequeños visitantes» y en «Ñiño y Peludo», en este blog y en La Esquina de Érika y Óscar), cuando uno se encariña con un pequeño ser y llega a convertirlo en su mascota, no puede uno dejar de recordarse como se fueron perdiendo los anteriores.

Curiosidad

Me gusta mucho la curiosidad de los felinos, su actitud juguetona que los prepara para la cacería. Me siento también atraído por la displicencia con que a veces lo miran a uno, como si se sintieran superiores.

Me encanta de los gatos lo cariñosos que pueden ser; se acercan a uno y le rozan la piernas con su cuerpo y su cola,  y cuando uno los acaricia ronronean de una manera muy íntima.

Me atrae también de los felinos «domésticos» su actitud de independencia y su espíritu aventurero; se van por los tejados con toda la libertad del mundo, cazan, se buscan pareja y luego regresan y lo miran a uno con una indiferencia que les queda muy bien. Me recuerdan aquella cita de Faulkner que hace Roque Dalton en su poema «Más orgullo»:

«-Dime, muchacho, ¿cuál crees que sea la más admirable de las virtudes?

«Y jones, ya aplacado, respondió prontamente:

«-La más sincera arrogancia.»

Pero volviendo al día en que nos la encontramos sobre el tejado, quiero decir que fue una mañana ligeramente nublada. Yo traté de acercarme a ella -a la gatita- pero no tuve éxito. La pequeña Daniela, de 10 años de edad, se acercó a ella con un poco de leche y la gatita fue removiendo su desconfianza poco a poco. En un momento había dejado de llorar y era como si Daniela le hubiese dicho: «You are an orphan no longer» (Ya no sos una huérfana), la maravillosa frase que dijera Anthony Quinn en la película «A walk in the clouds» (Una caminata en las nubes), al encontrar unos embriones de viñedo, dirigiéndose al protagonista principal (Keanu Reeves), quien estaba solo en el mundo, dándole a entender que quedándose con ellos a cultivar uvas, había encontrado su hogar.

Sí, la diminuta felina ya no era una huérfana. Lo supe al ver y oír el entusiasmo de Daniela y al ver a la bolita de pelos lamer la leche con satisfacción. Después de beberse la leche la leoncita se marchó, medio salvaje y desconfiada.

Sin embargo regresó -como lo había imaginado- al día siguiente. Bajó del techo para comer más y se fue quedando poquito a poquito en nuestro hogar, como un miembro más.

Muchas de las horas del día se las pasa durmiendo.

Cuando come lo hace con los ojos cerrados.

En esta fotografía pueden observarse la combinación de bellos colores que posee.

Se le conoce con varios nombres: Luna, Nala… pero creo que el que más usan las niñas para llamarla es Beba, especialmente Daniela, quien es la «madre oficial» de la gatita.

Texto y fotografías:

Óscar Perdomo León