
La poeta Susana Reyes entrevista a Óscar Perdomo León en el Café Luz Negra, en San Salvador, sobre el libro Tendré que hablarte, de Índole Editores.
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El Salvador en la América Central.
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Este pasado 30 de octubre la novela Carruseles estuvo en San Salvador, en el programa La Bohemia (de Radio YSUCA, 91.7 FM) conducido por la poeta y actriz Aída Párraga.
Muchas gracias por haberme invitado.
Video en YouTube
Si el video no lo pueden hacer correr aquí en mi blog, sólo den un clic aquí.
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IMPORTANTE. Si alguien quiere un ejemplar de esta novela, entre a la página de Facebook de CARRUSELES Novela dando un clic aquí y deje un mensaje.
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Video de la charla, grabado en Facebook Live.
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Esta crónica de cómo se rodó mi primer cortometraje es algo que considero significativo, desde el punto de vista sentimental. Cuando la escribí lo hice con mucha emoción.
A mi parecer, y viendo ahora todo en perspectiva, el corto “Hablando con los muertos”, escrito y dirigido por este servidor de ustedes, tiene algunos errores y tal vez un par de aciertos.
Sin embargo, todo esfuerzo que se haga para alcanzar un objetivo, debe ser valorado con creces, así como con una crítica justa y mesurada.
La sinópsis del cortometraje podría ser la siguiente:
Isabel (protagonizada por la actriz Rosario Ríos) es encontrada muerta, bajo los escombros del deslave de una zona de la Cordillera del Bálsamo, en el terremoto de enero de 2001 en El Salvador. ¿Qué historia hay detrás de la muerte de Isabel? ¿Cómo fueron sus últimos momentos de vida?
(No puedo dejar de mencionar lo agradecido que estoy hasta el día de hoy, con el hecho que Santiago Nogales y Rosario Ríos hayan aceptado actuar en el trabajo artístico de un aficionado como yo.)
Sin más palabras, los dejo con esta breve crónica.
CÓMO SE RODÓ “HABLANDO CON LOS MUERTOS”
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CORTOMETRAJE
Para quien tenga curiosidad de ver el cortometraje “Hablando con los muertos”, les anticipo que está repartido en dos partes. La primera parte la pueden ver acá.
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«Beatlesongs» y «La vida de Los Beatles en imágenes» son dos libros muy interesantes para fanáticos de Los Beatles, para musicólogos, músicos o historiadores de la música popular; yo, que estoy en la primera categoría (es decir, fanático), de verdad que he disfrutado mucho leyendo ambos libros.
Son casi mis libros de cabecera. Mi Biblia y mi Corán. Mi alfa y mi omega. Mi ojo izquierdo y mi derecho… Jajajajaja… 😀
«Beatlesongs» es un libro escrito por William J. Dowlding y publicado por primera vez en 1989. Contiene una completa recopilación de cada una de las canciones grabadas por Los Beatles desde el inicio de su primer LP (larga duración) «Please please me» en 1963, hasta el disco «Abbey road», de 1969 (de la forma cronológica en que fueron grabados); además incluye todos los discos sencillos lanzados antes, entre y después de todos los discos LP y EP (mediana duración). Cada canción (algunas más que otras) trae mucha e interesante información, como en qué fecha fue grabada y en qué fecha fue publicada, quién es el autor, quiénes cantan y quién toca cual instrumento musical; además muchas traen anécdotas relacionadas.
En cuanto a los álbumes hay que hacer la siguiente aclaración. En el libro se sigue el trayecto de los álbumes originales, es decir, tal y como fueron publicados en Inglaterra por Parlophone. Para entender mejor ésto, daré un ejemplo. Cuando salió «Please please me», el primer álbum de Los Beatles, éste tenía 14 canciones. En Estados Unidos ese mismo álbum fue publicado con otro nombre: «Introducing… The Beatles», y sólo contenía 12 canciones; irónicamente dejaron fuera la canción «Please please me», y la otra fue «Ask me why».
«Beatlesongs» es un libro perfecto para quienes quieran volver a escuchar todos los discos de Los Beatles e ir leyendo con cada canción todos los detalles que hacen que una canción sea vista desde otra perspectiva más amplia y enriquecedora.
En la lista anterior también se puede ver algunos de los músicos que influenciaron la música inicial de Los Beatles. Los adolescentes Beatles escuchaban por ejemplo a Carl Perkins, Chuck Berry, Little Richard o Smokey Robinson, por eso tocaron y grabaron en sus primeros álbumes sus propias versiones de canciones como Honey don´t (de Carl Perkins, cantada por Ringo), Roll over Beethoven (de Chuck Berry, cantada por George), Long tall Sally (de Little Richard, cantada por Paul) y You’ve really got a hold on me (de Smokey Robinson, cantada por John).
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El otro libro, «La vida de Los Beatles en imágenes», está lleno de bellas fotografías en blanco y negro (excepto la de la portada) que van avanzando cronológicamente y que nos van contando la historia de Los Beatles, desde el inicio de la Beatlemanía hasta la actualidad, en la que sólo dos Beatles continúan vivos; aunque el énfasis en las fotografías es en el período de los años ´60.
Ustedes podrán encontrar en él una infinidad de imágenes, como las que se tomaron con Cassius Clay en 1964; con Jimmy Nicol, el batería que sustituyó, en el viaje a Dinamarca, a Ringo (quien estaba hospitalizado por extirpación de amígdalas); con Tom Jones, en 1966; etc.
Además, a través de las fotografías se ve el cambio de imagen en cuanto a cabello y vestuario que Los Beatles iban sufriendo con el pasar de los años.
A mi manera de ver, ambos libros, «Beatlesongs» y «La vida de Los Beatles en imágenes», son complementarios. Y, como muchas otras cosas verdaderamente interesantes de la vida, parece que Los Beatles darán temas para hablar desde bastantes puntos de vista, durante mucho tiempo; y para quienes no los conozcan, digo, a Los Beatles, estos dos libros son excelentes instrumentos de información.
Sin embargo, y ya para finalizar, me gustaría decir que el abordaje inicial de Los Beatles siempre debe ser en su esencia musical. Si se escucha el primer disco de Los Beatles y luego se sigue con su último disco, pareciera que estuviéramos oyendo dos grupos diferentes. La evolución, la experimentación, la originalidad, la búsqueda de crear cada vez algo mejor y diferente, no sólo musicalmente hablando, sino en sus letras, hace de Los Beatles un grupo fuera de serie, una influencia inmensa de la que ningún grupo musical de rock o pop, de su época o contemporáneo, ha podido librarse.
Los Beatles formaron una banda con muchos atributos positivos; por mencionar algunos: cuatro músicos expertos en sus instrumentos, que tenían además la capacidad de ser primera voz cada uno de ellos; llenos de una creatividad sin límites que los llevó a hacer canciones tan bellas e inmortales como In my life, Here, there and everywhere, Yesterday, Eleanor Rigby, Strawberry fields forever, Across the universe, I´m so tired, Something, While my guitar gently weeps y A day in the life, sólo por mencionar algunas; todo lo cual nos hace comprender (y admirar) la grandeza de ese mundo musical tan gratificante que crearon. ¡Totalmente innovadores Los Beatles!
Su música ha sido «versionada» por centenares de artistas alrededor del mundo.
Las composiciones tan diferentes y de alta calidad de cada uno de ellos, así como la interpretación de sus voces y la maestría como tocaban sus instrumentos musicales, le dieron una variedad y riqueza única a Los Beatles.
Su extensa discografía: ahí está su verdadera mina de arte.
Óscar Perdomo León
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Siempre he pensado que algunos de los mejores libros son aquellos en donde quien escribe lo hace de personas y cosas que conoce de verdad. Y cuando digo los mejores libros, me refiero a muchos de lo que captan mi atención (aunque ésto es algo subjetivo, pero igual, sirve de cierta referencia).
«Mi país inventado» es una novela de Isabel Allende (1942), que me capturó de principio a fin; y es que cuando alguien cuenta su vida y la de quienes le rodean, hay cierta sinceridad en las palabras que me conmueve.
Lo interesante de esta novela es que nos da un panorama amplio de una escritora que, después de algún tiempo viviendo en San Francisco, vuelve la mirada a su pasado y nos muestra a su país sudamericano de origen, Chile, desde los años ´40 hasta los ´70 (del siglo XX), es decir, los años en que ella vivió su época de niñez, juventud y madurez temprana. Narra también con ciertos detalles esa época del gobierno de Salvador Allende, tan llena de esperanzas para algunos; así como también el posterior golpe de estado. Luego habla de su familia, su primer esposo, sus hijos, sus viajes… su segundo matrimonio.
Para conocerse a uno mismo, debe uno conocer a sus compatriotas, su carácter, sus costumbres, su manera de hablar… Pues bien, siguiendo esta línea, Isabel Allende nos muestra un retrato físico y psicológico muy interesante de los chilenos. Allende escribe este libro llevada o, más bien, arrastrada por la nostalgia y el afán de reconocerse a sí misma en el tiempo ido.
Finalmente, en una especie de relación amor-odio con su país, Isabel Allende se reconcilia de alguna manera con su patria y consigo misma.
«Mi país inventado» es una novela de 220 páginas y dividida en 17 capítulos, publicada en el año 2003 por editorial Areté.
Recomendable.
Óscar Perdomo León
Creo que «Cien Años de soledad» ha sido uno de los libros más grandes y maravillosos que se haya escrito jamás. Cuando me tropecé con él la primera vez, me quedé flotando como en otro mundo, totalmente extasiado, iluminado por la historia y por su manera de ser contada. Sus múltiples personajes, como Melquíades, Úrsula Iguarán o José Arcadio Buendía, a quienes llegué a amar y a recordar y a recordar, aun con el largo paso del tiempo, tenían algo inusual, porque a pesar de haber miles de millones de libros en el mundo, son pocos los personajes que se quedan grabados en la memoria colectiva del tiempo.
Y así, de esa misma manera, aprendí a amar al escritor Gabriel García Márquez, sin conocerlo personalmente, pero sintiéndolo cercano, admirándolo, respetándolo. Si sólo hubiese escrito «Cien años de soledad», habría bastado para que yo lo recordara por siempre. Pero el prolífico escritor nos ha dejado a todos un inmenso legado literario, no sólo en cantidad, sino en calidad.
Entrar sin previo aviso a «Cien años de soledad» y leer las las primeras palabras, es como colisionar con el universo y el tiempo, y descender en caída libre hasta un mundo mágico y extraordinario: Macondo.
«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos.»
¡Hermoso! En las primeras dos frases estamos en el futuro y, después de la segunda coma, viajamos automáticamente hacia el pasado, hacia los primeros días de la mítica ciudad de Macondo.
Cuando he releído alguno de los capítulos de esta novela, siempre he tenido descubrimientos gratos, y he vuelo a sonreír y a llorar entre sus páginas. Cien años de soledad es una fuente inagotable de vida, muerte, magia e ilusión.
El jueves 17 de abril, mientras hacíamos con mi esposa Érika una visita domiciliar a una paciente, escuchamos por la televisión que había muerto el gran Gabriel García Márquez. Su muerte nos impactó y nos dolió. Cuando regresábamos en el carro a nuestro hogar, mi esposa y yo no pudimos evitar derramar, casi en silencio, unas lágrimas.
Hay pesar en Latinoamérica y en el mundo entero.
«Cien años de soledad» seguirá viviendo en mi corazón hasta mis últimos días y mi último respiro. Y estoy seguro que vivirá también en los corazones de las generaciones venideras.
Óscar Perdomo León
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Para quien quiera leer completa la novela «Cien años de soledad», lo puede hacer aquí, dando un clic al siguiente enlace: CIEN AÑOS DE SOLEDAD Gabriel García Márquez.
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La disciplina es un festín sobre la mesa al que todos estamos invitados, pero sólo unos pocos acuden. Y ese es el caso de las “Astillas de Cortés Blanco”, escritas con admirable disciplina, desde el 8 de abril de 1981, por el polifacético escritor David Escobar Galindo, quien dice: “…y me precio, desde entonces, de no haber fallado ni un solo día, sea de lluvia de sol, de ocupación o de asueto, de entusiasmo o de desgano.”
Pues bien, he vuelto a releer el volumen 4 (publicado en el 2004) de las “Astillas de Cortés Blanco”, que contiene “las astillas” publicadas por un importante periódico local en tres años consecutivos (1984-1986), y he vuelto a saborear los pensamientos profundos concentrados en la brevedad, volando hacia las alturas sin perder el contacto con la tierra; algunos con humor, otros con ironía, muchos llenos de poesía, todos agudos, interesantes.
Compartiré con ustedes algunas “astillas”.
Óscar Perdomo León
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La política es un mal necesario mientras la ética siga siendo un bien innecesario.
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Candidato: personaje que puede tener todos los defectos, menos el de ser afónico.
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La memoria, como todo instrumento musical, necesita práctica cotidiana.
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Lo aciago es morder una fruta y sentir que uno es el gusano.
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El libro favorito de los anestesistas: La vida es sueño.
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La juventud no desaparece: se fermenta.
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El peor caballo de Troya no es el que está lleno de griegos sino el que está lleno de troyanos.
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Todo gobernante acaba por retirarse a la vida privada… sin privaciones, claro.
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El problema es que los políticos creen que el refrán se lle así: «A grandes males, grandes remiendos».
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Estamos alcanzando la perfección de la paradoja: el humano deshumanizado.
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Queremos la paz, es cierto; pero primero necesitamos la cortesía.
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Nubecilla matinal: nido deshecho de la estrella.
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Ën el cine, al contrario del Génesis, la luz se hace cuando ya todo ha concluido.
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Arroyuelo: primera cana del paisaje.
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Te abres una vena del cuerpo, y en unos minutos te has vaciado. Te abres una vena de la memoria, y no te vacías ni en un siglo.
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Entre un crítico literario y un médico forense la única diferencia es el tipo de autopsia.
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Aristóteles fue discípulo de Platón; Platón fue discípulo de Sócrates; Sócrates fue discípulo de sí mismo…
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Los que sueñan con ser originales padecen el sueño más común.
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La filosofía es el sueño de la dialéctica. La poesía es la dialéctica del sueño.
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Cuando el tren arranca, se inicia la danza sensual de los pañuelos.
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El viaje del Arca de Noé fue el primer Crucero del Amor.
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No es cierto que Adán y Eva fuesen expulsados del Paraíso. Ellos se fueron, en calidad de «mojados».
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La Nada es el aburrimiento de Dios.
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Sueño, luego existo; despierto, luego soy.
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Nadie está contento: los ángeles sueñan con tener sexo; los hombres, con tener alas.
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El caracol tiene adentro un mar de juguete.
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El telescopio tiene tortícolis.
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Los chinos, como es natural, escriben con palillos.
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La que se casa con un ventrílocuo debe estar preparada para el «menage à trois».
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Pasó su luna de miel -aquel tímido- temiendo que lo atacaran las abejas.
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Un buen escritor crea interés de lectura desde las primeras tres o cuatro líneas de su libro. Pero un gran escritor hace que uno lo siga por 955 páginas, el número de páginas de «La mano de Fátima» de Ildefonso Falcones, las cuales leí con mucha comodidad. La trama de la novela, aunque ficticia, en su médula está basada en la verdadera historia de la expulsión de los musulmanes de España entre los años 1599 y 1614; se podría decir entonces que es una novela histórica.
El protagonista principal es Hermando, un joven nacido de la violación consumada por un cura católico en una mujer morisca, de nombre Aisha.
Es una historia de xenofobia, de lucha de poder y de intolerancia religiosa. Pero también es una historia de amor de un joven morisco, que vive entre dos culturas y dos religiones enemigas. ¿Él es católico o es musulmán? Tiene que aparentar ser cristiano, aunque en su corazón reina el lado musulmán. Pero él soñaba que ambas religiones alcanzaran la tolerancia entre sí a través del culto hacia la virgen María, admirada y respetada por musulmanes y católicos.
Tres mujeres embelesan a Hernando: Fátima, Rafaela e Isabel. Dos religiones lo abrazan. Y el fanatismo es una constante que persigue el corazón de los hombres y mujeres de la España de aquellos días.
Esta obra literaria está narrada de una manera magistral, así, los actos de bondad y de amor o los de odio y de cruenta violencia, se muestran con imágenes coloridas, vívidas, intensas.
Una cosa que me queda muy clara a mí después de leer esta novela es que los cristianos y los musulmanes se asesinaban unos a otros por razones políticas y de poder, pero también lo hacían por sus fuertes (y fanáticas) creencias religiosas, lo cual, si uno lo piensa bien, es algo muy triste para el mundo, es algo que verdaderamente denigra al ser humano, un ente inteligente que bien podría optar por el amor y la tolerancia, en lugar de la violencia.
La mano de Fátima es un libro totalmente recomendable. Quien lo lea se introducirá en una época y en un mundo muy lejanos y diferentes de nuestro siglo XXI, y sin embargo las virtudes y defectos de los personajes harán que las similitudes con nuestra actualidad sean innegables.
Óscar Perdomo León
En el contexto del Taller de Novela implementado por Roberto Laínez Díaz en la Casa del Escritor de la Villa Monserrat (Museo Salarrué), fue invitado el escritor salvadoreño Ricardo Castrorrivas (San Salvador, 1938) para que hablase de sus experiencias literarias y de su reciente libro publicado por segunda vez por la DPI, después de 40 años, “Teoría para lograr la inmortalidad y otras teorías”.
El grupo literario Piedra y Siglo al que pertenece Ricardo Castrorrivas fue fundado en 1967 (el mismo año en que fue asesinado el Che Guevara) y según contó el escritor, ahora está esperando el año 2017 para celebrar los 50 años de la fundación de dicho grupo. Al momento, sólo sobreviven cuatro miembros: Rafael Mendoza, Luis Melgar Brizuela, Julio Iraheta Santos y, por supuesto, el mismo Castrorrivas.
¿Cómo nació el nombre Castrorrivas? Fue en la época en que Ricardo trabajaba en la DPI y él tenía aproximadamente 30 años de edad. Surgió por sugerencia de la poeta Claudia Lars, quien le dijo a Ricardo que sus dos apellidos Castro Rivas eran muy comunes, pero que uniéndolos la sonoridad sería siempre muy buena y que tendrían además un efecto visual memorable y original.
Su libro “Teorias para lograr la inmortalidad y otras teorías” es una explosión constante de imaginación. Desde el primero al último de sus relatos hay un estímulo para hacer meditar al lector, así como también para hacer brotar sorpresa. De aproximadamente 100 páginas, está dividido en tres grandes partes: 1-las teorías, 2-los brevicuentos, y 3-las crónicas.
En lo personal, me gustaron mucho la “Crónica del fusilado” y la “Crónica de los malditos”. En la primera, me impresionó mucho el trágico y terrible testimonio de Miguel Mármol convertido en una verdadera obra de arte; hay algunos párrafos en donde no hay puntuación y el lector siente como si fuera dentro de un vehículo sin frenos a gran velocidad. En la segunda, me gustó mucho lo testimonial mezclado con lo intimista y con la fantasía.
Érika, mi esposa, preguntó que por qué en “La teoría para odiar a los gatos” se muestra un prosa un poco diferente a las otras que conforman el resto del libro. Según Roberto Laínez Díaz, ese cuento es particularmente un híbrido entre la literatura costumbrista y la vanguardista; es más, ese cuento es el de Castrorrivas que fue incluido en la antología del cuento realizada por Rafael Francisco Góchez.
Interesante fue escuchar un cuento nuevo, inédito de Ricardo, leído por él mismo, en donde mostró que sin lugar a dudas la lucidez y la creatividad florecen muy fuerte en su mente. Además, Roberto leyó una calaca literaria muy divertida, escrita por él para esta próxima celebración del día de los muertos (tradición muy arraigada por el pueblo mexicano) en la Embajada de México en nuestro país.
Cuando se le preguntó a Ricardo cómo había que hacer para escribir un libro tan original como su “Teoría”, su respuesta fue contundente: “Desnúdense ante el espejo, escriban con honestidad, con todos los perfumes y mal olores que hay en ustedes…”
Óscar Perdomo León
“Pedro Infante. Las leyes del querer”, es un libro fascinante. La entrada es explosiva con la noticia de la muerte del actor y cantante Pedro Infante y la descripción de su sepelio. ¿Cómo entender la magnitud del dolor de todo un pueblo mexicano y, para ser más preciso, latinoamericano que acaba de perder a su ídolo cinematográfico? Su autor, Carlos Monsiváis, nos conduce con verdadera habilidad en el mundo interno y externo del público de aquellos días de mediados del siglo XX.
En el libro, que es una crónica-ensayo, se revisa la calidad interpretativa de Pedro Infante, como cantante y como actor. Mucha de su filmografía es analizada con objetividad, aunque no cronológicamente. Su voz, que en un principio no tenía tanta fuerza y que intentaba cantar versiones en español de canciones gringas, fue creciendo con los años al interpretar rancheras, boleros rancheros y otros estilos populares a los que imprimía una emoción genuina. Así, los aciertos y desaciertos artísticos de Infante salen a la luz a través de la pluma de Monsiváis.
También se hace notar la importancia de la relación de trabajo entre el director y guionista Ismael Rodríguez e Infante. Algunos de los trabajos que realizaron juntos los elevaron a ambos a un lugar muy alto en la historia de la cinematografía mexicana, especialmente cuando hicieron melodramas.
También se hallan en el libro anécdotas interesantes de su vida personal, de sus relaciones sentimentales con las mujeres que amó, su amor por su madre y su padre, su manera de comportarse detrás de la cámara, su amistad con otros artistas de la época, etc.
La agudeza de Carlos Monsiváis está en no sólo comprender la grandeza de Pedro Infante, sino en mirar más allá de la superficialidad, mostrándonos a un ser humano que fue una estrella y un hombre común y corriente, muy mexicano, alegre, triste, vivaz, inteligente, con la habilidad histriónica y el valor para arriesgarse a cambiar de personaje en una y otra película.
La lectura de este libro es muy entretenida. La prosa parece nunca acabársela a Monsiváis.
Óscar Perdomo León
Vídeo relacionado: PEDRO INFANTE. LAS LAYES DEL QUERER. CARLOS MONSIVÁIS.
“Dios es un concepto con el cual medimos nuestro dolor”, escribió John Lennon en una canción. Y el ex Beatle no estaba errado al dar esa afirmación.
Me parece interesante ver cómo algunas personas se aferran a su fe cristiana para sentir alivio a su dolor, llámese éste soledad, miedo a la muerte, temor a lo desconocido, etc. Y me parece interesante porque es como verme a mí mismo en retrospectiva: yo también fui creyente alguna vez.
Algunas personas creyentes, y creo que son la minoría, practican su fe interiorizándola, tratando de alcanzar paz espiritual y sin sentir la necesidad urgente de convertir a sus creencias a otros. Tal vez su único proselitismo sean sólo sus acciones honestas y sus muestras de amor sincero, todo lo cual no deja de conmoverme. Pero estas personas más que religiosas, son, por decirlo de alguna manera, espirituales, y son, repito, una ínfima minoría. (Aunque esta conducta admirable la he visto también en ateos).
Muchos creyentes intentan convencer a otras personas de que sus creencias son verdaderas ¡y están en su derecho de hacerlo! (algunos lo hacen de buena manera y con buenas intenciones); pienso que en una democracia se debe defender con ahínco el derecho de culto y la libertad de expresión. Sin embargo otros se fanatizan y tratan de imponer sus dogmas a los que están a su alrededor usando la coerción. En países en que el gobierno está fuertemente ligado a la religión, como por ejemplo Siria, donde su presidente debe por ley ser musulmán, se puede ver con más claridad el fanatismo religioso y la imposición violenta a los dogmas, algo con lo que no estoy de acuerdo. (La otra cara de la moneda es cuando los gobiernos han tratado de eliminar por la fuerza la religión, algo que también va en contra de la libertad del individuo y con lo cual no estoy de acuerdo tampoco).
El fanatismo religioso ha sido exhibido y practicado al pie de la letra siguiendo las “sagradas escrituras” (sean estas, por ejemplo, el Corán o la Biblia, según la región geográfica del mundo en donde se haya nacido), fanatismo que ha llevado a los que lo practican hasta el extremo de asesinar al que no profesa sus creencias; de tal manera que el peligro que se corre siempre cuando la religión toma el lugar de un gobierno laico es el de perder la libertad de expresión, la libertad de culto y la desgracia de ser gobernados con absurdas leyes anacrónicas, creadas por primitivos clanes que vivían en el desierto.
Por un lado, podría mencionar que de no ser por el fanatismo y la promesa de un paraíso lleno de vírgenes esperándolos, los musulmanes culpables de los atentados del 11 de septiembre, probablemente nunca se hubieran suicidado y asesinado al mismo tiempo a tantas personas en las Torres Gemelas.
O el caso emblemático del pastor estadounidense Jim Jones, quien incitó al suicidio colectivo a sus seguidores con el pretexto de irse todos juntos al paraíso. En 1978, en Guyana murieron tras ingerir cianuro, 913 personas, entre estas 270 menores de edad. ¿Les dice esto algo relacionado al fanatismo?
Un caso más reciente, de los numerosos que se podrían citar sobre fanatismo religioso, es el ocurrido en pleno siglo XXI en Nueva Jerusalén, Michoacán, México, una comunidad de más o menos 3000 habitantes, cuyo líder les dice que no aprendan a leer y escribir porque la Virgen del Rosario prefiere “burros en el cielo que sabios en el infierno”, razón por la cual, a golpe limpio de pico, martillo y fuego, los provincianos ignorantes derrumbaron las dos únicas escuelas de la ciudad; además, como la comunidad se ha escindido en dos grandes sectas, la más radical de ellas le enseña a sus seguidores que asesinar a los de la secta contraria está bien porque es como “asesinar al diablo”.
Por otro lado, podría decir que uno de los absurdos y contradicciones de la Biblia es que al mismo tiempo que afirma algo luego lo niega; por ejemplo, uno de sus máximos mandamientos es “No matarás”, y sin embargo Dios, que es “bueno y misericordioso”, le ordenó a Moisés imponer severos castigos a la desobediencia, como se puede leer en Levítico 20:13 “Si un hombre tiene relaciones sexuales con otro hombre, ambos han cometido un pecado abominable y serán condenados a muerte. Ellos mismos se buscaron su propia muerte.” Y en Levítico 20:14 dice: “Si un hombre se casa con una mujer y con la mamá de ella, comete una perversión. La gente debe quemarlos vivos para que esta perversión no se presente entre ustedes”.
En el primero de los casos nos podemos preguntar: ¿se puede entonces matar o no? Y esto con el agravante que en la actualidad la religión cristiana, ya sea católica o protestante, sigue pregonando su homofobia, su desprecio abierto hacia los homosexuales y, en el caso específico de la Iglesia Católica, simultánea e hipócritamente, sigue encubriendo a los sacerdotes violadores pederastas. La Iglesia Católica no sigue asesinando como lo hacía en la Edad Media, a través de la Santa Inquisición, porque ya no tiene a su disposición ejércitos para enviar a matar a infieles y apóstatas. (Por su lado los musulmanes no han sido menos inhumanos: a los homosexuales los talibanes los entierran vivos).
En el segundo caso (Levítico 20:14): ¿Quemarlos vivos? ¿Tanta crueldad, tanto intento de hacer sufrir provenía de un Dios al que se le adjudica ser Amor?
Si Dios es tan sabio, misericordioso y omnipotente, ¿por qué delegó estas leyes tan crueles en manos de una tribu liderada por Moisés? Les daré la respuesta del porqué Dios hizo esto: simplemente porque él no lo hizo, porque Dios sólo vive en la mente de los creyentes (porque el ser humano creó a Dios y no a la inversa) y la ley y la moral y la ética de los creyentes arcaicos y salvajes de aquellos días era precisamente esa. Cualquier sádico castigo que quisieran imponer lo justificaban atribuyéndoselo a su Dios invisible e inventado.
Lo anterior sólo es una milésima parte de lo que se puede hablar sobre esta tema y yo no soy un experto. Pero la disección fina de las religiones, con la habilidad con que lo haría un neurocirujano en el cerebro, la hace Cristopher Hitchens (Reino Unido, 1949-Estados Unidos, 2011) en su libro “Dios no es bueno”, un ensayo de aproximadamente 300 páginas publicado en el año 2007. En él pone al descubierto toda la crueldad desatada por el fanatismo religioso, de uno y otro culto, de una y otra región del mundo; se puede también ver a la religión en su lucha por el poder y su influencia en el retraso del desarrollo de la humanidad. El libro está lleno también de otros temas, como el totalitarismo y su relación con la religión, la doble moral de las religiones o, por poner un ejemplo específico, el apoyo sin restricción de la Iglesia Católica al régimen nazi de Hitler, etc.
He aquí unos pequeños fragmentos del libro de Hitchens (tomado de la página 37):
Más adelante, hablando sobre salud, Hitchens cuenta lo siguiente (página 61):
Y más adelante (en la página 67):
Para quien esté interesado en mirar las religiones del mundo desde un punto de vista laico, sin prejuicios y con la mente abierta, este libro de Hitchens, “Dios no es bueno”, es muy recomendable.
Pueden leer el libro mencionado acá.
Óscar Perdomo León
Me tropecé en una librería, sin andarlo buscando, con un ejemplar de «Los reyes del mambo cantan canciones de amor» e inmediatamente me llamó la atención porque yo sabía lejanamente dos cosas sobre ella: una, que había sido una novela en la cual se había basado la película de The Mambo Kings y dos, que en esa cinta había aparecido Antonio Banderas y Celia Cruz. No había visto la película (y aún no la he visto), así que me sentí interesado.
Mis hábitos de lectura son un poco raros, digo yo, porque casi nunca estoy leyendo un solo libro a la vez, sino dos o tres. Y hay algo además, cuando estoy por finalizar un libro que me ha gustado mucho, en sus últimas diez o cinco páginas generalmente bajo la velocidad de lectura, como para prolongar el placer y me paso un par de día inventando pretextos para no terminarlo. Es un goce como cuando uno deja la porción de comida que más le gusta por último, para saborearla mejor. Y «Los reyes del mambo cantan canciones de amor» no ha sido la excepción a esta regla mía.
Esta novela publicada originalmente en inglés en 1989 y que consta de 590 páginas, ha sido una verdadera delicia para mí. Me atrajo principalmente por la ambientación en que se da la trama, que es alrededor de los años ´40, ´50 y ´60 del siglo XX, esencialmente, así como la importancia de la música como trasfondo y corazón de la historia.
El protagonista cardinal de la novela es César Castillo, un músico cubano que en su juventud emigra hacia Nueva York, junto a su hermano Néstor. Lo hacen antes de la llegada de la Revolución, así que básicamente nunca experimentaron vivir bajo el gobierno de Fidel; sin embargo el protagonista principal toma una posición política: la de no apoyar directa o indirectamente a la Revolución.
En su natal Cuba, César y Néstor habían tenido la experiencia de un padre muy violento; pero también habían tenido la oportunidad de aprender música. Al llegar a los Estados Unidos, ambos hermanos trabajaron en varias faenas no relacionadas con la música; pero lograron al fin armar una orquesta de calidad, en donde César cantaba y Néstor tocaba la trompeta.
La nostalgia de su patria y de un amor nunca abrazado hizo que Néstor, con una pequeña ayuda de César, compusiera “Bella María de mi alma”, la cual fue un verdadero éxito en sus conciertos y en la ventas; además la cantaron triunfalmente en el famoso programa televisivo «Yo amo a Lucy», invitados por Desi Arnaz (esposo de Lucy Ball).
Disfruté mucho de las alusiones musicales, de estilos, de composiciones, de músicos tan reconocidos como Chico O´Ferril o John Coltrane, para mecionar sólo algunos.
La novela inicia cuando a César lo llama una vecina para que vea que en la televisión está saliendo un capítulo de la serie «Yo amo a Lucy», en donde él y su hermano Néstor son los invitados. Y toda la historia transcurre con César, sentado en una habitación del hotel Esplendor, recordando su niñez, su juventud, su adultez y sus numerosas mujeres, su vida en Cuba y su nueva existencia en los Estados Unidos.
Es una novela muy amena. Cuando la compré no sabía que Óscar Hijuelos había ganado con este libro el premio Pulitzer de ficción en 1990. Ahora sólo me queda ver la película, cuando tenga oportunidad.
Este libro es muy recomendable para los que, como yo, aman la música y la literatura.
Óscar Perdomo León