LEER LOS SENDEROS DEL JARDIN Y A JORGE LUIS BORGES

Un 24 de agosto, como hoy, pero de 1899 nació el escritor argentino Jorge Luis Borges. Así que esta publicación es en memoria de ese genio de la literatura.

Por otro lado, algunas personas que han comprado mi libro Los senderos del jardín me han dicho que leerán primero a Borges para poder entender mi libro. ¿Se puede leer el libro Los senderos del jardín sin haber leído previamente a Borges? He aquí mi respuesta en video.

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EMMA ZUNZ y DÍAS DE ODIO

Emma Zunz y Días de odio, son dos películas basadas en el cuento «Emma Zunz», de Jorge Luis Borges, perteneciente a su libro El Aleph, de 1949.

Emma Zunz es una película de 1993 dirigida por Benoit Jacquot. Días de odio es una película de 1954, dirigida por Leopoldo Torre Nilsson.

A continuación, les dejo aquí en mi blog ambas películas, así como también el cuento de Borges en que están basadas ambos largometrajes. Seguir leyendo «EMMA ZUNZ y DÍAS DE ODIO»

LA ESPERA. Un cortometraje de Fabián Bielinsky

«La espera» es un cortometraje de 1983, realizado por el argentino Fabián Bielinsky (1959 – 2006), basado en el cuento homónimo de Jorge Luis Borges, que forma parte de su libro El Aleph, de 1949.

Aunque en el cortometraje se mantiene la esencia de la trama borgiana, podrán ver detalles que no aparecen en el cuento, como los diálogos, el corral de gallinas o los varios personajes. Es, por supuesto, una adaptación del cuento y, además, como todos sabemos, el lenguaje cinematográfico es diferente al de la literatura. Asimismo, generalmente los guionistas y directores se toman licencias para crear sus piezas.

De cualquier manera, ambas obras artísticas, tanto el cortometraje como el cuento, son una delicia de ver y leer, respectivamente.

(No está demás mencionar que hay otro cortometraje de La espera, dirigido por Javier Perrone y que lo pueden ver aquí.)

Sin más palabras, les dejo aquí el corto y además el susodicho cuento de Borges, el cual no se arrepentirán de leer. Seguir leyendo «LA ESPERA. Un cortometraje de Fabián Bielinsky»

UN AMOR DE BORGES. Una película de Javier Torre

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Son tantos los escritores maravillosos en el mundo, pero Jorge Luis Borges ha sido y será para mí el más grande. Los libros de Borges han sido una luz en mis días.

Uno de los más bellos cuentos escritos por Jorge Luis Borges (Buenos Aires 1989-Ginebra 1986), «El Aleph», está dedicado a Estela Canto. Recuerdo que cuando terminé de leer por primera vez ese cuento, hace ya muchos años, quedé fascinado, totalmente atrapado por su belleza (como cuando escuché por primera vez de un solo tirón el álbum Abbey Road, de Los Beatles). Entonces, recuerdo bien, que me detuve en la dedicatoria (que estaba al final y no al inicio del cuento) y me intrigó mucho ese nombre: Estela Canto.

Estela Canto (Buenos Aires 1916-1996) fue una escritora, traductora y periodista argentina de quien Borges se enamoró. Seguir leyendo «UN AMOR DE BORGES. Una película de Javier Torre»

OTRO POEMA DE LOS DONES. Uno de mis poemas favoritos de Jorge Luis Borges.

Algunos amigos que gustan de la lectura me han dicho que a veces se “saltan” el prólogo de los libros y todos tienen sus razones: unos se aburren, otros no quieren sentirse  “predispuestos” a la lectura que viene, a algunos no les gustan los análisis críticos o las largas introducciones, etc.

Yo generalmente leo los prólogos; aunque más de alguna vez los he obviado debido a mi ansiedad de entrar directamente en materia, es decir, en el libro en sí. Ahora bien, los libros de Jorge Luis Borges puedo decir que son un caso muy especial. Me encantan sus prólogos, los prólogos que él mismo escribe para sus libros; incluso a veces escribe epílogos, y todos son tan fascinantes como los contenidos de sus libros propiamente dichos. Realmente disfruto de sus introducciones y sus dedicatorias. Uno de mis prólogos favoritos de él es el del libro «El Hacedor».

Hace poco compré un libro maravilloso, una joya de verdad: la «Poesía completa» de Borges. Varios de los libros ahí contenidos ya los había leído, pero de muchos otros no conocía ni un solo poema o solamente conocía algún par de versos dispersos en antologías.

El libro, de 670 páginas, abarca desde «Fervor de Buenos Aires» (1923) hasta «Los conjurados» (1985). Sería muy difícil decidirse y decir cuál de los libros de poesía de Borges es el mejor, y más aún, inclinarse por alguno de sus poemas para nombrarlo como el más sobresaliente. Sin embargo, hay un poema que siempre me ha gustado mucho y es «Otro poema de los dones», que pertenece a su libro «El otro, el mismo», de 1964. Quizás me gusta tanto porque me siento identificado con el sentimiento armonioso de agradecimiento que posee y por la manera espléndida en que parece abarcar el mundo entero; pero también por las profundas revelaciones que, en bellas figuras poéticas, Borges nos lanza a la consciencia con su peculiar manera de escribir. Me encanta, por ejemplo, lo que dice sobre la rosa,  o el énfasis que hace del contraste físico entre el diamante y el agua, o la manera en la que se refiere a la música al final del poema, o la mención que hace de su abuela paterna de origen inglés: Frances Haslam, etc.

Hay que hacer ver que en 1960, Jorge Luis Borges publicó su libro «El Hacedor», en donde venía incluido el poema titulado «Poema de los dones», que es también maravilloso. Pero en esta ocasión quiero compartir con ustedes la bella composición «Otro poema de los dones».

Óscar Perdomo León

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OTRO POEMA DE LOS DONES

Gracias quiero dar al divino

laberito de los efectos y de las causas

por la diversidad de las criaturas

que forman este singular universo,

por la razón, que no cesará de soñar

con un plano del laberinto,

por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,

por el amor, que nos deja ver a los otros

como los ve la divinidad,

por el firme diamante y el agua suelta,

por el álgebra, palacio de precisos cristales,

por las místicas monedas de Ángel Silesio,

por Schopenhauer,

que acaso descifró el universo,

por el fulgor del fuego

que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,

por la caoba, el cedro y el sándalo,

por el pan y la sal,

por el misterio de la rosa

que prodiga color y que no lo ve,

por ciertas vísperas y días de 1955,

por los duros troperos que en la llanura

arrean los animales y el alba,

por la mañana en Montevideo,

por el arte de la amistad,

por el último día de Sócrates,

por las palabras que en un crepúsculo se dijeron

de una cruz a otra cruz,

por aquel sueño del Islam que abarco

Mil Noches y Una Noche,

por aquel otro sueño del infierno,

de la torre del fuego que purifica

y de las esferas gloriosas,

por Swedenborg,

que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,

por los ríos secretos e inmemoriales

que convergen en mí,

por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,

por la espada y el arpa de los sajones,

por el mar, que es un desierto resplandeciente

y una cifra de cosas que no sabemos

y un epitafio de los vikings,

por la música verbal de Inglaterra,

por la música verbal de Alemania,

por el oro, que relumbra en los versos,

por el épico invierno,

por el nombre de un libro que no he leído: Gesta Dei per Francos,

por Verlaine, inocente como los pájaros,

por el prisma de cristal y la pesa de bronce,

por las rayas del tigre,

por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,

por la mañana en Texas,

por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral

y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,

por Séneca y Lucano, de Córdoba,

que antes del español escribieron

toda la literatura española,

por el geométrico y bizarro ajedrez,

por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,

por el olor medicinal de los eucaliptos,

por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,

por el olvido, que anula o modifica el pasado,

por la costumbre,

que nos repite y nos confirma como un espejo,

por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,

por la noche, su tiniebla y su astronomía,

por el valor y la felicidad de los otros,

por la patria, sentida en los jazmines

o en una vieja espada,

por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,

por el hecho de que el poema es inagotable

y se confunde con la suma de las criaturas

y no llegará jamás al último verso

y varía según los hombres,

por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos

por morir tan despacio,

por los minutos que preceden al sueño,

por el sueño y la muerte,

esos dos tesoros ocultos,

por los íntimos dones que no enumero,

por la música, misteriosa forma del tiempo.

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Revisión de ortografía y redacción: Laura María Perdomo Pacas.
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