Son tantos los escritores maravillosos en el mundo, pero Jorge Luis Borges ha sido y será para mí el más grande. Los libros de Borges han sido una luz en mis días.
Uno de los más bellos cuentos escritos por Jorge Luis Borges (Buenos Aires 1989-Ginebra 1986), «El Aleph», está dedicado a Estela Canto. Recuerdo que cuando terminé de leer por primera vez ese cuento, hace ya muchos años, quedé fascinado, totalmente atrapado por su belleza (como cuando escuché por primera vez de un solo tirón el álbum Abbey Road, de Los Beatles). Entonces, recuerdo bien, que me detuve en la dedicatoria (que estaba al final y no al inicio del cuento) y me intrigó mucho ese nombre: Estela Canto.
Si no fuera por el acento al hablar, todo lo que ocurre en esta película bien podría estar ocurriendo en El Salvador. Salvando las diferencias por supuesto, las similitudes de exclusión social y falta de justicia entre Argentina y El Salvador son muchas.
El subdesarrollo, la pobreza, la violencia en una zona marginal, es donde se desarrolla la trama de la película Elefante blanco (del año 2012), dirigida por el argentino Pablo Trapero.
El cine es principalmente imagen, pero también música y literatura. Y cuando el cine se llena con una buena dosis de las tres, entonces la mezcla es atrayente y exquisita.
Para los que gustan de la poesía, mirarla pasar del libro al cine, puede ser un salto interesante. Y de hecho lo es. Las pruebas de ésto las pueden encontrar en muchas películas…
«El lado oscuro del corazón» es un largometraje de 1992 escrito y dirigido por Eliseo Subiela (1944), que trata con mucha elegancia y sobriedad la poesía. El amor de pareja, el desengaño, la pasión por el arte, la amistad y las noches, todo fluye con gran equilibrio en esta película.
La trama gira alrededor de Oliverio (Darío Grandinetti), un poeta que busca el amor en una mujer casi imposible: aquella que sepa volar. Y al mismo tiempo trata de esquivar a la muerte como puede, con quien conversa de vez en cuando.
El poeta vende su poesía para medio sobrevivir y entrega su pasión sexual a muchas mujeres, pero ninguna puede volar, hasta que conoce a Ana (Sandra Ballesteros), una prostituta que lo ilusiona con fuerza.
La primera vez que oí hablar de Leonardo Favio fue al ver su nombre escrito en un disco de 45 rpm que mi papá llevó a la casa. Luego llevó un disco LP, entonces conocí al cantante, al compositor; pero su faceta de cineasta, la más querida por él, la he conocido sólo hace muy poco tiempo.
Como cantante era muy bueno, como director de cine era un maestro. Y esto lo puedo afirmar con un ejemplo claro de su talento como cineasta: Gatica, el Mono, película de 1993, en la que nos cuenta la historia de la vida de José María Gatica, el «Mono», boxeador argentino y glorioso. El retrato que nos muestra con este largometraje de este peculiar boxeador, «basados en la mitología popular y recreados por los autores», nos pinta no sólo al valeroso púgil, sino también al hombre, con sus defectos y sus virtudes, con su manera picaresca de ser, sus mentiras divertidas (y a veces crueles) y su gusto por las mujeres, pero todo incrustado de una manera genial en los hechos históricos convulsos de la Argentina del siglo pasado. También se muestra su clara adhesión al peronismo y como por cuestiones políticas hicieron que terminara su carrera deportiva.
Protagonizada magistralmente por Edgardo Nieva y por Horacio Taicher, la película inicia con Gatico-niño, en el año de 1940 y su amistad eterna con el rusito Emilio Samuel Palanké, pasando por su vida boxística, su matrimonio, hasta su muerte, al ser arrollado por un bus en 1963.
Desde el inicio el director nos introduce en un mundo con una fotografía bellamente oscura, en el que por momentos la cámara lenta nos revela esos pequeños o grandes detalles que la vida nos oculta en su rapidez. El manejo del tiempo que corre y corre, presentado simultáneamente en momentos claves de su vida, es verdaderamente un efecto asombroso, un recurso atractivamente artístico. El engranaje perfecta y delicadamente hecho de cada suceso importante de Gatica es lo que más me gustó de la película.
Para los que no la hayan visto, aquí les queda.
Texto:
Óscar Perdomo León
NOTA: Esta reseña ha sido un pequeño homenaje a Leonardo Favio, quien falleció el o5 de noviembre de 2012.
Este artículo fue publicado originalmente en LA CINERATA.