Calla mi corazón
y absorbe
del centro de la energía
la serenidad.
Calla mi boca
y mis labios
secos de amor
almacenan palabras con esencia.
Calla la música
y el ruido de la calle
ensucia
mi conciencia,
pero cierro los ojos
y vuelo silente y veloz
más allá de la exósfera
hasta tocar el espacio exterior
y en un cúmulo de polvo estelar
que cruza frente a mi rostro
escucho suavemente la misma misteriosa
música
que suena en mi ADN.
Y me duermo feliz y tranquilo,
sin soñar,
que dormir así
es como morir un poco.
Y despertar por la mañana
es como resucitar una vez más
desde el silencio
hacia la ruta
de la música.
El silencio
es también alimento.
*
Escrito por
Óscar Perdomo León
***