Algunos profetas sí lo son en sus propias tierras.
Este pasado sábado 03 de diciembre, la poeta Maura Echeverría fue homenajeada en su lugar de origen, Sensuntepeque, El Salvador, al serle otorgada a la primera calle poniente de dicha ciudad el nombre de Calle Maura Echeverría.
El acto oficial se llevó a cabo en el teatro Cabañas de Sensuntepeque, con la presencia del alcalde, Ing. Edgar Bonilla y altas autoridades del departamento.
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Eunice Echeverría, hija de la poeta, entrevistó a algunas personas de Sensuntepeque y me confió las grabaciones para que yo las editara en un video.
Desde este blog, mi abrazo y mi alegría para Maura Echeverría.
Les dejo aquí un poema de Maura y también el video.
Texto:
Óscar Perdomo León.
Fotografías:
Eunice Echeverría,
Daniela Guardado Valencia
y Óscar Perdomo León.
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LA CASA SOLA
Me gusta mirar las golondrinas
y las nubes que van rumbo a mi pueblo,
con ellas viajan mi nostalgia
y el deseo azul, de levantarme en vuelo.
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¿Cómo estará la casa donde reinó
el afán y la alegría?
¿Estará difundiendo su lengua la reseda
o el mirto me tendrá recados de la aurora?
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No sé.
Las puertas como párpados cerrados
luchan por preservar viejas memorias,
mientras los niños, en la calle,
juegan fútbol y rompen calendarios…
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Me gusta mirar las golondrinas
y las nubes que van rumbo a mi pueblo…
©Maura Echeverría
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ALGUNAS IMPRESIONES SOBRE MAURA ECHEVERRÍA
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PALABRAS DE MAURA ECHEVERRÍA, 3-12-2016.
Muy buenos días.
Señor Alcalde Municipal Ing. Edgar Bonilla,
Señoras y señores miembros del Concejo Municipal,
Autoridades locales y departamentales,
Señoras y señores,
Amigos de la prensa.
Hace 36 años… Sí, hace 36 años que escribí el poema “Una calle de mi pueblo”. El viejo poema dice así:
En mi pueblo hay una calle
con amates y petunias.
los amates son reales,
las petunias son mis sueños.
Petunias de mis anhelos
regadas una por una.
¡Quién podría comprenderlo
que sois mi única fortuna!
Caravanas de recuerdos
me pierden en el pasado.
esa calle de mi pueblo
hoy tiene el rostro cansado.
Los tejados tienen musgo,
panalitos un alero.
¡Oh, calle de mis amores,
cómo te siento y te quiero!
Hoy que penetro la puerta
de calendarios gastados,
sorprendo trozos de luna
y faroles apagados.
Esta nostalgia que pasa
como niño tempranero,
me deja la gracia fresca
de un vientecillo de enero.
En aquel entonces, al iniciarse los años ochenta, ya trabajaba en Televisión Educativa en Santa Tecla y la melancolía por la familia y la tierra amada, era una espina punzante en mi corazón y en mi cerebro.
Pero la vida en sus vueltas y revueltas da sorpresas y la emoción y la alegría que ahora siento, me unen en abrazo inmenso y ferviente con mis seres queridos ausentes y con los acá presentes, con todas y todos los sensuntepecanos que hacen palpitar este acontecimiento, con los que no pudieron asistir, con los que están regados por el mundo y, desde luego, con los oriundos de cualquier parte del suelo patrio.
Alguien me preguntó: ¿Qué es Sensuntepeque para usted?
Yo contesté: Sensuntepeque es para mí, la tierra más amada.
Amo el recuerdo de sus noches iluminadas, tímidamente, por la luz de unos faroles en la década de los años cuarenta.
Amo aquellas lunas que me vieron corretear, libremente, en sus calles empedradas.
Amo sus amanecidas y sus atardeceres… Amo sus niños y sus gentes laboriosas.
Sí, amo esta ciudad porque aquí está mi raíz y mi árbol familiar…. Porque aquí está el entorno de mi infancia, de mi adolescencia y juventud bajo el cielo más hermoso de la tierra.
Ahora, sé que siempre me acompañará, en los días, meses o años que me queden de vida, la gratitud para las personas que han hecho posible este momento en que se nomina oficialmente con mi nombre una calle de mi pueblo.
Y quiero dedicar la luz y el regocijo que este honor me proporciona, a Dios que todo lo sabe y todo lo puede, la memoria de mi padre Miguel Angel Echeverría y de mi madre doña Vitelia Gutiérrez de Echeverría; a la memoria de mis hermanas y hermanos; a Napoleón Echeverría, único hermano que me queda y que sostiene el hilo de la unidad familiar, a mi hija Eunice Ester y a mi nieta Laura Vitelia por el amor, la devoción, el apoyo y la compañía que me prodigan.
A mis sobrinos Ricardo Ernesto, Ronal y Benjamín Augusto por la solidaridad a prueba del tiempo, a Lisset y Yolanda que me quieren…. en fin, lo dedico a la familia extendida donde pulsa la concordia de la sangre Echeverría Gutiérrez.
Señoras y señores:
Con humildad pero rebosante de alegría, declaro que soy una persona feliz porque tengo familia, amigas y amigos, porque tengo fe, amor y esperanza y un torrente sonoro de agradecimiento.
Gracias, gracias y un abrazo para todos.
Sensuntepeque, 3 de diciembre de 2016.
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LA CASA DE ÓSCAR PERDOMO LEÓN. Haciendo uso de mi libertad de expresión. El Salvador, en la América Central. Publicación cada martes. (Y en ocasiones, podrán encontrar dos publicaciones por semana). 