III
Hay inmensos jardines hoy mirándonos.
Inventa mi saliva un remolino,
alimentando un cálido destino,
encima de un pezón febril y guiándonos
hacia todo el sabor que ya sabemos;
pero de novedoso siempre explota
en un tierno regalo y no se agota.
Hay luces en la mente en que nos vemos
perdidos y subiendo sin tropiezos
hasta donde apetecemos hoy llegar.
Y como si del mundo los comienzos
fueran: dos primitivos que se imponen,
que sienten y no maduran, a callar
dos sonidos de brasa se disponen.
IV
¡Qué sensibilidad la que hay en nuestros
besos! Hay un millón de tiernas aves
cantando en nuestros cuerpos. Sé de claves
y mañas para hacerte los secuestros
de alegría, sabor e impaciencia
que ocultás en tus piernas. Tengo llaves
con las cuales echar a andar tus naves
de deseo –mi amor y amada ciencia-,
tus francas intenciones de desvelo,
tus gestos sensualmente lentos, tiernos.
Yo con tranquilidad levanto el velo
oscuro y transparente de tu hombro.
Nos enredamos en bellos infiernos.
Y, al amanecer, nos roza el asombro.
*
Escritos por
Óscar Perdomo León
*
Collage por O.P.L.
***
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