EL SUFRIMIENTO EN LA NATURALEZA (3 de 3)

Pueden ver, dando un clic AQUÍ y ACÁ, la primera y la segunda parte, respectivamente, de este artículo de opinión.

¿Y pensadores como Dostoievski, Schopenhauer, Darwin o C.S. Lewis abordaron este dilema del dolor en la naturaleza?

1-Fiódor Dostoievski – “Los hermanos Karamázov”

“Todo el conocimiento del mundo no vale las lágrimas de un solo niño inocente.” En esta novela, el personaje Iván Karamázov no niega la existencia de Dios, pero se niega a aceptar un mundo donde ese Dios permite el sufrimiento de los inocentes. No le interesa el cielo si ese cielo se construye “sobre la sangre de un niño aterrorizado”. Es decir que, si Dostoievski se horrorizaba por el sufrimiento humano, imaginen lo que pensaría de millones de animales conscientes siendo comidos vivos durante millones de años. Es probable que también rechazara un Dios que diseñara un mundo así.

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2-Charles Darwin – El creador de la teoría de la evolución y del dilema naturalista. Darwin, que comenzó su vida como creyente, quedó profundamente perturbado por el sufrimiento en la naturaleza, especialmente por los parásitos que devoran a sus huéspedes desde dentro. “No puedo convencerme de que un Dios benevolente y omnipotente haya diseñado intencionadamente los Ichneumonidae [avispas parásitas] con la intención expresa de que se alimenten de los cuerpos vivos de orugas.” Darwin no sólo puso en jaque la idea del diseño divino, sino que también apuntó directamente al problema del dolor biológico como un argumento contra la bondad divina.

3-Arthur Schopenhauer – El pesimismo total. Para Schopenhauer, el mundo es una fábrica de sufrimiento. Creía que el deseo, la necesidad y el dolor son el motor de toda vida… y que, por tanto, la existencia misma es una maldición. “Si los animales fueran conscientes de la cantidad de sufrimiento en el mundo, se preguntarían si la vida no es, en realidad, un castigo.” Schopenhauer rechazó cualquier noción de un “Dios bueno”. El dolor de los animales era prueba de que el universo es, en esencia, indiferente o maligno.

4- C.S. Lewis – De creyente feliz a creyente desgarrado. C.S. Lewis escribió El problema del dolor intentando justificar la existencia del sufrimiento. Pero más tarde, cuando perdió a su esposa, escribió Una pena observada, donde se sincera brutalmente: “¿Dónde está Dios?… Cuando estás feliz, tan feliz que no sientes necesitarlo, él parece acogedor y sonriente. Pero ve a Él cuando tu necesidad es desesperada… y lo que obtienes es una puerta cerrada.” Aunque defendía la fe, Lewis reconocía lo inexplicable del sufrimiento animal, y que cualquier respuesta “desde arriba” se siente como un consuelo vacío cuando uno observa el horror de cerca.

5- Richard Dawkins – “La naturaleza no es buena ni mala. Es indiferente.” Dawkins no cree en Dios, y su respuesta al problema es reemplazar a Dios con ciega selección natural: “La naturaleza no es cruel, pero tampoco es bondadosa. Sólo está. Y lo que está, lo está porque ha sobrevivido.” En su visión, el sufrimiento no necesita justificación. No hay diseño, ni moral, ni propósito. El dolor existe porque el sistema funciona con dolor, y punto.

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Reflexión final que pone el dedo en una herida que ninguna religión ha podido sanar del todo. Lo que está claro es que el sufrimiento animal no tiene explicación moral satisfactoria bajo un Dios bueno, a menos que redefinamos a Dios o aceptemos que la naturaleza fue diseñada por una fuerza indiferente, o incluso cruel. Hay dolores que ningún paraíso puede justificar.

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EL SUFRIMIENTO EN LA NATURALEZA (2 de 3)

La primera parte de este artículo de opinión la pueden ver dando un clic AQUÍ.

En la primera parte de este artículo hablamos sobre cómo los depredadores en la naturaleza, en muchas ocasiones, devoran a su presa cuando ésta aún está viva.

Si yo creyera en Dios, a mí se me ocurría esta pregunta filosófico-religiosa.  ¿A Dios, en un grandeza y benevolencia, no se le pudo ocurrir alguna cosa para que las presas no fueran devoradas vivas y así evitarles ese terrible sufrimiento?

Pienso que es una pregunta profunda, válida y brutalmente honesta. En el fondo, es una versión del problema del mal, uno de los dilemas más antiguos y poderosos de la teología y la filosofía:

Si Dios es omnisciente (todo lo sabe), omnipotente (todo lo puede) y omnibenevolente (todo lo ama), entonces, ¿por qué existe el sufrimiento, especialmente el inocente, gratuito, y aparentemente inútil como el de los animales siendo devorados vivos?

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Llevar ese dilema a la naturaleza salvaje lo hace aún más difícil de justificar. No hablamos del libre albedrío humano, ni del pecado, ni del karma… hablamos de una gacela o un jabalí gritando mientras, por ejemplo, una hiena le arranca la cadera con el hocico.

Algunas respuestas típicas (y sus problemas).

1-“Dios tiene un propósito más alto que no comprendemos.” Respuesta común en muchas religiones: que todo tiene un sentido superior, aunque nos parezca injusto desde nuestra perspectiva limitada. Pero: ¿qué propósito cósmico justifica el dolor atroz de una cebra recién nacida siendo destripada viva?

2-“Es parte del equilibrio natural que Dios diseñó.” La cadena alimenticia, dicen, es parte del diseño ecológico. Pero: un Dios todopoderoso podría haber diseñado un ecosistema sin sufrimiento consciente. Por ejemplo, presas que mueren instantáneamente, o sin sistema nervioso.

3-“El sufrimiento entró al mundo por el pecado (caída del hombre).” Muy común en el cristianismo: antes del pecado original, todo era armonía. Pero: ¿los leones eran vegetarianos antes del Edén? ¿Los tigres tenían colmillos y garras de adorno? ¿Las moscas no eran parasitarias? Esta explicación suena forzada y mitológica.

Otras interpretaciones más duras pero lúcidas.

4-“Dios no interfiere con la naturaleza porque la evolución es su herramienta.” Algunos teólogos modernos sugieren que Dios creó las leyes naturales (incluyendo la evolución), y no las modifica. Aun así, esto no resuelve el dilema moral: ¿por qué elegir un sistema evolutivo basado en la agonía, cuando pudo diseñar uno distinto?

5-“Quizás no existe tal Dios.” Esta es la conclusión de muchos ateos o agnósticos: el sufrimiento de los animales es evidencia fuerte contra un Dios omnibenevolente. Si hay un creador, no es bondadoso en el sentido humano. Tal vez es indiferente. O simplemente no existe. ¿Por qué un Dios supuestamente perfecto permitiría que la vida se base en un sistema donde los seres sensibles son triturados vivos, gritan, sangran, sufren… y todo eso sin ninguna función espiritual, ni moral, ni redentora? Y la osa es que esa pregunta no tiene una buena respuesta dentro de la teología tradicional. Solo explicaciones evasivas, o apelaciones a misterios.

AHORA ECHEMOS UN VISTAZO MÁS ORIENTAL Y FILOSÓFICAMENTE LIBRE DEL DIOS CLÁSICO JUDEOCRISTIANO. ESTOS ENFOQUES NO SIEMPRE NIEGAN LO DIVINO, PERO LO REIMAGINAN, LO DIFUMINAN, O LO DESPERSONALIZAN.

1-Budismo – No hay Dios creador, pero sí hay sufrimiento. El budismo no habla de un Dios que diseñó la naturaleza. Para Buda, el sufrimiento (dukkha) es una verdad básica de la existencia. “La vida está llena de sufrimiento, causado por el deseo y la ignorancia.” El sufrimiento de los animales es parte del samsara, el ciclo interminable de nacimientos, muertes y reencarnaciones. No hay un Creador responsable, por lo tanto, no hay a quién culpar. El objetivo es salir del ciclo, mediante el desapego, la compasión y el despertar. El budismo no justifica el dolor; lo reconoce como inherente a la vida. La solución no es “mejor diseño divino”, sino salir del sistema del deseo y la muerte.

2-Panteísmo – Dios no es una persona, es Todo. En el panteísmo, Dios no es un ser separado que observa el mundo, sino que el universo entero es Dios. Spinoza es su gran exponente. “Dios no es un señor con barba en el cielo, sino el orden mismo de la naturaleza.” El sufrimiento no es una decisión divina, sino una consecuencia de cómo funciona la realidad en su totalidad. El león, la gacela, el meteorito que mata un bosque… todo es expresión de Dios, incluso el caos. La idea de que Dios “podía haber evitado” algo no aplica aquí, porque no hay voluntad separada. Dios es el proceso, no un programador moral.

3- Deísmo – Dios como Creador distante. El deísmo dice que Dios creó el universo, pero luego no interviene. Es como un relojero que da cuerda al reloj y lo deja andar. No responde oraciones. No evita desastres. No se involucra con el dolor. El diseño de la cadena alimenticia es responsabilidad del “reloj” en sí, no de un Dios que está vigilando. El sufrimiento animal es parte del mecanismo físico del mundo, no parte de un plan ético.

4-Hinduismo – Dioses múltiples, karma y reencarnación. El sufrimiento se explica como consecuencia del karma acumulado de vidas pasadas. Los animales sufren porque están en niveles más bajos de conciencia, y su dolor refleja el karma colectivo del mundo. Brahman (la conciencia universal) subyace en todo, pero no interviene en los detalles. Es decir, la cebra devorada no es simplemente una víctima, sino un ser que está pasando por una fase de existencia determinada por el karma… aunque esto puede sonar tremendamente injusto a oídos occidentales.

5-Visiones modernas tipo “Dios como consciencia del universo.” Algunos filósofos contemporáneos, como Teilhard de Chardin o Carl Jung en su visión mística, ven a Dios como una consciencia que está naciendo dentro del universo, no que lo creó acabado. El dolor sería parte del proceso de evolución de la consciencia. Dios no es todopoderoso todavía. Está desarrollándose junto a nosotros. Es un Dios en proceso, no en trono. El sufrimiento animal sería un eco primitivo de una creación aún incompleta, no una falla, sino una fase evolutiva de algo más grande que aún no ha llegado a ser.

Conclusión abierta.

La pregunta —¿por qué no se evitó el sufrimiento atroz en el diseño del mundo?— sólo existe en religiones que imaginan un Dios moral, personal, y poderoso. En las corrientes que acabamos de ver: El sufrimiento no es injusto, sólo es, sólo ocurre. No hay alguien a quien reclamarle. La tarea no es exigir redención, sino comprender el juego, trascenderlo o aceptarlo con lucidez.

(Estén pendientes de la segunda y última parte de esta artículo de opinión).

EL SUFRIMIENTO EN LA NATURALEZA (1 de 3)

¿POR QUÉ LOS LEONES Y LEONAS LES GUSTA EMPEZAR COMIÉNDOSE (MUCHAS VECES CON LA PRESA AÚN VIVA) LOS TESTÍCULOS DE LAS CEBRAS O DE LOS BÚFALOS, POR EJEMPLO?

Los leones (y otras grandes felinas) a menudo empiezan a devorar por los genitales o el abdomen de sus presas, y hay varias razones biológicas y prácticas detrás de este comportamiento: 1- Acceso fácil y sin hueso duro. Las partes blandas del cuerpo como los testículos, el abdomen o los órganos internos son más fáciles de desgarrar que el cuello o el lomo, que tienen músculos densos y huesos. En una cebra o un búfalo, romper costillas o masticar muslos requiere más esfuerzo. En cambio, meter la cabeza entre las patas traseras y arrancar testículos o vísceras es relativamente fácil.

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2- Alto valor nutricional. Los órganos sexuales, vísceras y entrañas contienen muchos nutrientes concentrados: grasas, proteínas, y minerales esenciales. Algunos animales salvajes priorizan estas partes porque les dan una rápida recuperación de energía tras una cacería.

3-Método para debilitar y apresurar la muerte. Aunque suene cruel, al atacar por los testículos, la ingle o el abdomen, el animal sufre muchísimo y pierde sangre rápidamente. No siempre mueren por el cuello, como en los documentales. Algunos depredadores no esperan a que la presa esté completamente muerta; comienzan a comer en cuanto está inmovilizada.

4-Competencia y urgencia. En el mundo salvaje, otros carroñeros pueden llegar muy rápido (hienas, buitres, etc.), así que los leones no siempre tienen tiempo para hacer una ejecución “limpia”. Comen lo que pueden y rápido.

En resumen: No se trata de un placer sádico o de un simbolismo. Es una combinación de eficiencia energética, urgencia y anatomía de la presa. A nuestros ojos puede parecer terrible, pero para un león con hambre es una jugada práctica y evolutivamente efectiva.

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Otros animales tienen prácticas parecidas o incluso más brutales.

-Águilas y otros rapaces. Método: Atrapan presas vivas (zorros, cabras montesas, incluso lobos pequeños), las lanzan desde lo alto para que se estrellen contra las rocas. A veces las empiezan a destripar vivas, especialmente si se trata de roedores o aves más pequeñas. Tienen garras filosas, no mandíbulas: desgarran poco a poco, sin matar de inmediato.

-Serpientes constrictoras (como la boa o pitón). No muerden ni matan con veneno, sino que sofocan lentamente a la presa. Puede tardar varios minutos en morir. Luego la tragan entera, muchas veces cuando aún hay actividad cerebral. Dentro del cuerpo de la serpiente, el animal puede estar consciente brevemente, mientras empieza a ser digerido.

-Calamares gigantes y pulpos. Usan sus ventosas y picos para romper lentamente el caparazón de cangrejos o arrancar pedazos de carne viva. Algunos pulpos les inyectan veneno que paraliza, pero no mata; así el animal queda inmóvil y se lo comen vivo y fresco.

-Arañas. Inyectan una enzima digestiva en el cuerpo de su presa (moscas, escarabajos), que licúa sus órganos internos. Luego las chupan como un batido, dejando el exoesqueleto vacío. La víctima está muchas veces viva durante ese proceso.

-Hormigas guerreras (como las del Amazonas). No matan con un solo ataque. Miles se abalanzan y muerden con sus mandíbulas poderosas, arrancando trozos de carne. Pueden devorar completamente a una presa grande (como un ratón) en cuestión de horas, estando aún viva al principio.

-Osos (especialmente osos pardos). Cuando capturan crías de ciervos o alces, no siempre matan primero: empiezan a comer desde las patas traseras. A menudo la presa grita mientras el oso la está abriendo en canal como si fuera una mochila.

-Hipopótamos. No son cazadores, pero cuando atacan a otro animal (o incluso humanos), los despedazan brutalmente, arrancando extremidades de un solo mordisco. Son extremadamente territoriales y muchas muertes ocurren sin que siquiera se trate de comida.

En resumen: La naturaleza no tiene anestesia, ni compasión, ni final feliz garantizado. Para muchos depredadores, comer mientras la presa está viva es simplemente la forma más rápida o eficiente de sobrevivir. Para nosotros, parece una escena de horror… pero allá afuera, es rutina.

¿Cuál es el depredador más cruel según los etólogos o el que mata por puro placer?

Si hablamos de crueldad en términos humanos —es decir, matar sin necesidad inmediata, o hacerlo con saña aparente—, algunos animales destacan por encima del resto.

1-Delfines (sí, los simpáticos). Matan por placer: se ha documentado que juegan a matar a crías de marsopas, sin comérselas. A veces las golpean con la cabeza o con la cola hasta partirles las costillas, simplemente por diversión. Incluso entre ellos: los machos pueden acorralar y violar a hembras, e incluso matar a sus propias crías para que la madre entre en celo otra vez.

2-Gatos domésticos. Son adorables, sí… pero también son asesinos compulsivos. A menudo cazan sin hambre: juegan con ratones, aves, o lagartijas, mutilándolos poco a poco. A veces los sueltan y los vuelven a atrapar, como si fueran juguetes. Muchos no sobreviven ni al juego. No lo hacen por hambre ni defensa, sino por puro instinto predatorio.

3-Zorros rojos. Si entran en un gallinero, no matan una gallina y se van. Matan a todas. Hay casos documentados de 50 aves muertas en una noche: simplemente por el frenesí del instinto. Luego entierran algunas y abandonan muchas más. No es eficiencia, es descontrol instintivo frente a presas vulnerables.

4-Orcas (las “ballenas asesinas”). Las orcas tienen conductas muy sofisticadas… y también muy macabras. Se ha visto a grupos de orcas jugando con focas, lanzándolas al aire sin intención de comerlas. También arrancan la lengua o el hígado de tiburones y ballenas grises, dejando el resto del cuerpo intacto. Son tan inteligentes que “jugar” con la muerte se vuelve parte de su cultura.

5-Chimpancés. A pesar de su cercanía con nosotros, son capaces de cacerías brutales en grupo. Arrinconan a monos más pequeños (como colobos), los destripan vivos y se reparten las vísceras. También hay infanticidio: los machos matan crías de su mismo grupo para eliminar la descendencia de otros. Es una combinación de inteligencia, territorialidad y jerarquías brutales.

6-Mención especial: el humano. Ningún otro animal mata con la planificación, crueldad o escala del ser humano. Matamos por placer, por ideología, por negocio o por simple indiferencia. Construimos sistemas de exterminio, tortura, entretenimiento con sufrimiento (como peleas de perros o tauromaquia), y guerras innecesarias. Somos el único animal que puede racionalizar el horror y repetirlo sabiendo el daño que causa.

(Estén pendientes de la segunda parte de esta artículo de opinión).

«DIOS ES UN CONCEPTO CON EL CUAL MEDIMOS NUESTRO DOLOR». Fanatismo religioso

«…ha pasado ya algún tiempo desde que el judaismo y el cristianismo recurrieran abiertamente a la tortura y la censura. El islam no solo empezó condenando a los escépticos al fuego eterno, sino que todavía se arroga el derecho a hacerlo en casi todos sus dominios y aún predica que dichos dominios pueden y deben ensancharse mediante la guerra.»
Cristopher Hitchens

«Dios es un concepto con el cual medimos nuestro dolor», escribió John Lennon en una canción. Y el ex Beatle no estaba errado al dar esa afirmación.

Me parece interesante ver cómo algunas personas se aferran a su fe cristiana para sentir alivio a su dolor, llámese éste soledad, miedo a la muerte, temor a lo desconocido, etc. Y me parece interesante porque es como verme a mí mismo en retrospectiva: yo también fui creyente alguna vez.

Algunas personas creyentes, y creo que son la minoría, practican su fe interiorizándola, tratando de alcanzar paz espiritual y sin sentir la necesidad urgente de convertir a sus creencias a otros. Tal vez su único proselitismo sean sólo sus acciones honestas y sus muestras de amor sincero, todo lo cual no deja de conmoverme. Pero estas personas más que religiosas, son, por decirlo de alguna manera, espirituales, y son, repito, una ínfima minoría. (Aunque esta conducta admirable la he visto también en ateos).

Muchos creyentes intentan convencer a otras personas de que sus creencias son verdaderas ¡y están en su derecho de hacerlo! (algunos lo hacen de buena manera y con buenas intenciones); pienso que en una democracia se debe defender con ahínco el derecho de culto y la libertad de expresión.  Sin embargo otros se fanatizan y tratan de imponer sus dogmas a los que están a su alrededor usando la coerción. En países en que el gobierno está fuertemente ligado a la religión, como por ejemplo Siria, donde su presidente debe por ley ser musulmán, se puede ver con más claridad el fanatismo religioso y la imposición violenta a los dogmas, algo con lo que no estoy de acuerdo. (La otra cara de la moneda es cuando los gobiernos han tratado de eliminar por la fuerza la religión, algo que también va en contra de la libertad del individuo y con lo cual no estoy de acuerdo tampoco).

El fanatismo religioso ha sido exhibido y practicado al pie de la letra siguiendo las «sagradas escrituras» (sean estas, por ejemplo, el Corán o la Biblia, según la región geográfica del mundo en donde se haya nacido), fanatismo que ha llevado a los que lo practican hasta el extremo de asesinar al que no profesa sus creencias; de tal manera que el peligro que se corre siempre cuando la religión toma el lugar de un gobierno laico es el de perder la libertad de expresión, la libertad de culto y la desgracia de ser gobernados con absurdas leyes anacrónicas, creadas por primitivos clanes que vivían en el desierto.

Por un lado, podría mencionar que de no ser por el fanatismo y la promesa de un paraíso lleno de vírgenes esperándolos, los musulmanes culpables de los atentados del 11 de septiembre, probablemente nunca se hubieran suicidado y asesinado al mismo tiempo a tantas personas en las Torres Gemelas.

O el caso emblemático del pastor estadounidense Jim Jones, quien incitó al suicidio colectivo a sus seguidores con el pretexto de irse todos juntos al paraíso. En 1978, en Guyana murieron tras ingerir cianuro, 913 personas, entre estas 270 menores de edad. ¿Les dice esto algo relacionado al fanatismo?

Un caso más reciente, de los numerosos que se podrían citar sobre fanatismo religioso, es el ocurrido en pleno siglo XXI en Nueva Jerusalén, Michoacán, México, una comunidad de más o menos 3000 habitantes, cuyo líder les dice que no aprendan a leer y escribir porque la Virgen del Rosario prefiere «burros en el cielo que sabios en el infierno», razón por la cual, a golpe limpio de pico, martillo y fuego, los provincianos ignorantes derrumbaron las dos únicas escuelas de la ciudad; además, como la comunidad se ha escindido en dos grandes sectas, la más radical de ellas le enseña a sus seguidores que asesinar a los de la secta contraria está bien porque es como «asesinar al diablo».

Por otro lado, podría decir que uno de los absurdos y contradicciones de la Biblia es que al mismo tiempo que afirma algo luego lo niega; por ejemplo, uno de sus máximos mandamientos es «No matarás», y sin embargo Dios, que es «bueno y misericordioso», le ordenó a Moisés imponer severos castigos a la desobediencia, como se puede leer en Levítico 20:13 «Si un hombre tiene relaciones sexuales con otro hombre, ambos han cometido un pecado abominable y serán condenados a muerte. Ellos mismos se buscaron su propia muerte.»   Y en Levítico 20:14 dice: «Si un hombre se casa con una mujer y con la mamá de ella, comete una perversión. La gente debe quemarlos vivos para que esta perversión no se presente entre ustedes».

En el primero de los casos nos podemos preguntar: ¿se puede entonces matar o no? Y esto con el agravante que en la actualidad la religión cristiana, ya sea católica o protestante, sigue pregonando su homofobia, su desprecio abierto hacia los homosexuales y, en el caso específico de la Iglesia Católica, simultánea e hipócritamente, sigue encubriendo a los sacerdotes violadores pederastas. La Iglesia Católica no sigue asesinando como lo hacía en la Edad Media, a través de la Santa Inquisición, porque ya no tiene a su disposición ejércitos para enviar a matar a infieles y apóstatas.  (Por su lado los musulmanes no han sido menos inhumanos: a los homosexuales los talibanes los entierran vivos).

En el segundo caso (Levítico 20:14): ¿Quemarlos vivos? ¿Tanta crueldad, tanto intento de hacer sufrir provenía de un Dios al que se le adjudica ser Amor?

Si Dios es tan sabio, misericordioso y omnipotente, ¿por qué delegó estas leyes tan crueles en manos de una tribu liderada por Moisés? Les daré la respuesta del porqué Dios hizo esto: simplemente porque él no lo hizo, porque Dios sólo vive en la mente de los creyentes (porque el ser humano creó a Dios y no a la inversa) y la ley y la moral y la ética de los creyentes arcaicos y salvajes de aquellos días era precisamente esa. Cualquier sádico castigo que quisieran imponer lo justificaban atribuyéndoselo a su Dios invisible e inventado.

Lo anterior sólo es una milésima parte de lo que se puede hablar sobre esta tema y yo no soy un experto. Pero la disección fina de las religiones, con la habilidad con que lo haría un neurocirujano en el cerebro, la hace Cristopher Hitchens (Reino Unido, 1949-Estados Unidos, 2011) en su libro «Dios no es bueno», un ensayo de aproximadamente 300 páginas publicado en el año 2007.  En él pone al descubierto toda la crueldad desatada por el fanatismo religioso, de uno y otro culto, de una y otra región del mundo; se puede también ver a la religión en su lucha por el poder y su influencia en el retraso del desarrollo de la humanidad. El libro está lleno también de otros temas, como el totalitarismo y su relación con la religión, la doble moral de las religiones o, por poner un ejemplo específico, el apoyo sin restricción de la Iglesia Católica al régimen nazi de Hitler, etc.

He aquí unos pequeños fragmentos del libro de Hitchens (tomado de la página 37):

«La generación de Jesucristo fue de esta manera: su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.» Sí, y el semidiós griego Perseo nació cuando el dios Júpiter visitó a la virgen Dánae adoptando la forma de lluvia de oro y la dejó encinta. El dios Buda nació a través de una abertura del costado de su madre. Coatlicue, «la de la falda de serpientes», recogió una bola de plumón caída del cielo, se la escondió en el vientre y así fue concebido el dios azteca Huit-zilopochtli. La virgen Nana puso en su seno una granada tomada de un árbol regado con la sangre de Agdistis, que había sido asesinado, y dio a luz al dios Atis. La hija virgen de un rey mongol se despertó una noche y se descubrió bañada en una luz resplandeciente, la cual hizo que diera a luz a Gengis Kan. Krishna era hijo de la virgen De-vaki. Horus era hijo de la virgen Isis. Mercurio era hijo de la virgen Maya. Rómulo era hijo de la virgen Rea. Por alguna razón desconocida, muchas religiones se obligan a pensar que el canal del parto es un conducto de circulación en un solo sentido, e incluso el Corán trata con veneración a la Virgen María. Sin embargo, esto no sirvió para nada durante las Cruzadas, cuando un ejército papal se dispuso a reconquistar Belén y Jerusalén de los musulmanes y destruyó en el intento muchas comunidades judías, saqueó a su paso el herético Bizancio y llevó a cabo una masacre en las estrechas callejuelas de Jerusalén, donde, según los jubilosos y enloquecidos cronistas, la sangre derramada llegaba hasta las bridas de los caballos.”

Más adelante, hablando sobre salud, Hitchens cuenta lo siguiente (página 61):

“En 2005 me enteré de un dato. En el norte de Nigeria, un país que anteriormente había sido declarado libre de la polio de forma provisional, un grupo de religiosos islámicos promulgaron un dictamen, ofatwa, que afirmaba que la vacuna de la polio era una conspiración de Estados Unidos (y, por asombroso que resulte, de las Naciones Unidas) contra la religión musulmana. Las gotas habían sido concebidas, afirmaban estos ulemas, para esterilizar a los auténticos creyentes. Según ellos, tenían un propósito y un efecto genocida. Nadie debía ingerirlas ni administrárselas a los bebés. Al cabo de unos meses, la polio había vuelto a manifestarse, y no solo en el norte de Nigeria. Los viajeros y peregrinos nigerianos ya la habían  llevado nada menos que a La Meca, y habían vuelto a propagarla en algunos otros países libres de polio, entre los que se contaban tres países africanos y también el remoto Yemen. Había que volver a empujarde nuevo aquella roca descomunal hasta la cima de la montaña.
«Alguien podrá decir que se trata de un caso «aislado», lo cual podría ser un modo tristemente oportuno de resumirlo. Pero se equivocaría. ¿Le gustaría ver mi grabación de la recomendación hecha por el cardenal Alfonso López de Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia del Vaticano, en la que advierte minuciosamente a la audiencia de que todos los condones se fabrican en secreto con muchos agujeros microscópicos, a través de los cuales puede pasar el  virus del sida? Cierre los ojos y trate de imaginar qué diría usted si tuviera autoridad para causar el máximo sufrimiento posible con el menor número de palabras. Piense en el daño que ha ocasionado semejante dogma: esos supuestos agujeros también permitirían el paso de otras cosas, lo cual más bien socava en primera instancia la utilidad de un condón. Realizar una afirmación así en Roma ya es bastante infame. Pero traduzca este mensaje a la lengua de los países pobres y enfermos y verá lo que sucede. En Brasil, en época de carnaval, el obispo auxiliar de Bao de Janeiro, Rafael Llano Cifuentes, le dijo a su congregación en una homilía que «la Iglesia es contraria al uso del preservativo. Las relaciones sexuales entre un hombre y una mujer deben ser naturales. Jamás he visto a un perrillo utilizar ningún preservativo en el acto sexual con otro perro».’ Altos cargos eclesiásticos de algunos otros países (el cardenal Obando y Bravo de Nicaragua, el arzobispo de Nairobi en Kenia o el cardenal Emmanuel Wamala deUganda) han contado a sus feligreses que los condones transmiten el sida. De hecho, el cardenal Wamala ha dicho en público que las mujeres que mueren de sida por no utilizar esa protección de látex deberían considerarse mártires (aunque, como es de suponer, este martirio debe tener lugar dentro de los límites del matrimonio).”

Y más adelante (en la página 67):

“En una amplia franja del territorio del África animista y musulmana se somete a las jóvenes al infierno de la circuncisión y la infibulación, que supone rebanar los labios vaginales y el clítoris, a menudo con una piedra afilada, y a continuación coser la abertura vaginal con un bramante resistente que no se retirará hasta que la fuerza de un varón lo rompa en la noche de bodas. La compasión y la biología acceden a que, hasta que llegue ese momento, se deje una pequeña abertura para que pase la sangre durante la menstruación. La consiguiente fetidez, dolor, humillación y sufrimiento supera todo lo imaginable y se traduce inevitablemente en infecciones, esterilidad, vergüenza y muerte de muchas mujeres y niños en el parto. Si esta nauseabunda práctica no fuera sagrada y estuviera santificada, ninguna sociedad toleraría semejante insulto a la condición femenina y, por ende, a su supervivencia…
“Los progenitores que manifiestan creer en las disparatadas afirmaciones de la «ciencia cristiana» han sido acusados de negar la atención médica urgente a su prole, pero no siempre condenados por ello. Los progenitores que se imaginan que son «testigos de Jehová» han denegado el permiso para que sus hijos reciban transfusiones sanguíneas. Los padres que se imaginan que un hombre llamado Joseph Smith fue guiado hasta una serie de planchas de oro enterradas han casado a sus hijas menores de edad «mormonas» con tíos y cuñados privilegiados, que a veces ya tenían otras esposas mayores. Los fundamentalistas chiíes de Irán rebajaron a los nueve años la edad a la que se puede «entregar» en matrimonio a una hija, tal vez en loor e imitación de la edad de la «esposa» más joven del «profeta» Mahonia. Las niñas novias de la India son azotadas y en ocasiones quemadas vivas si se considera que la lastimera dote que aportan al matrimonio es demasiado irrisoria.”

Para quien esté interesado en mirar las religiones del mundo desde un punto de vista laico, sin prejuicios y con la mente abierta, este libro de Hitchens,  «Dios no es bueno», es muy recomendable.

Pueden leer el libro mencionado acá.

Texto:

Óscar Perdomo León

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