EL SUFRIMIENTO EN LA NATURALEZA (3 de 3)

Pueden ver, dando un clic AQUÍ y ACÁ, la primera y la segunda parte, respectivamente, de este artículo de opinión.

¿Y pensadores como Dostoievski, Schopenhauer, Darwin o C.S. Lewis abordaron este dilema del dolor en la naturaleza?

1-Fiódor Dostoievski – “Los hermanos Karamázov”

“Todo el conocimiento del mundo no vale las lágrimas de un solo niño inocente.” En esta novela, el personaje Iván Karamázov no niega la existencia de Dios, pero se niega a aceptar un mundo donde ese Dios permite el sufrimiento de los inocentes. No le interesa el cielo si ese cielo se construye “sobre la sangre de un niño aterrorizado”. Es decir que, si Dostoievski se horrorizaba por el sufrimiento humano, imaginen lo que pensaría de millones de animales conscientes siendo comidos vivos durante millones de años. Es probable que también rechazara un Dios que diseñara un mundo así.

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2-Charles Darwin – El creador de la teoría de la evolución y del dilema naturalista. Darwin, que comenzó su vida como creyente, quedó profundamente perturbado por el sufrimiento en la naturaleza, especialmente por los parásitos que devoran a sus huéspedes desde dentro. “No puedo convencerme de que un Dios benevolente y omnipotente haya diseñado intencionadamente los Ichneumonidae [avispas parásitas] con la intención expresa de que se alimenten de los cuerpos vivos de orugas.” Darwin no sólo puso en jaque la idea del diseño divino, sino que también apuntó directamente al problema del dolor biológico como un argumento contra la bondad divina.

3-Arthur Schopenhauer – El pesimismo total. Para Schopenhauer, el mundo es una fábrica de sufrimiento. Creía que el deseo, la necesidad y el dolor son el motor de toda vida… y que, por tanto, la existencia misma es una maldición. “Si los animales fueran conscientes de la cantidad de sufrimiento en el mundo, se preguntarían si la vida no es, en realidad, un castigo.” Schopenhauer rechazó cualquier noción de un “Dios bueno”. El dolor de los animales era prueba de que el universo es, en esencia, indiferente o maligno.

4- C.S. Lewis – De creyente feliz a creyente desgarrado. C.S. Lewis escribió El problema del dolor intentando justificar la existencia del sufrimiento. Pero más tarde, cuando perdió a su esposa, escribió Una pena observada, donde se sincera brutalmente: “¿Dónde está Dios?… Cuando estás feliz, tan feliz que no sientes necesitarlo, él parece acogedor y sonriente. Pero ve a Él cuando tu necesidad es desesperada… y lo que obtienes es una puerta cerrada.” Aunque defendía la fe, Lewis reconocía lo inexplicable del sufrimiento animal, y que cualquier respuesta “desde arriba” se siente como un consuelo vacío cuando uno observa el horror de cerca.

5- Richard Dawkins – “La naturaleza no es buena ni mala. Es indiferente.” Dawkins no cree en Dios, y su respuesta al problema es reemplazar a Dios con ciega selección natural: “La naturaleza no es cruel, pero tampoco es bondadosa. Sólo está. Y lo que está, lo está porque ha sobrevivido.” En su visión, el sufrimiento no necesita justificación. No hay diseño, ni moral, ni propósito. El dolor existe porque el sistema funciona con dolor, y punto.

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Reflexión final que pone el dedo en una herida que ninguna religión ha podido sanar del todo. Lo que está claro es que el sufrimiento animal no tiene explicación moral satisfactoria bajo un Dios bueno, a menos que redefinamos a Dios o aceptemos que la naturaleza fue diseñada por una fuerza indiferente, o incluso cruel. Hay dolores que ningún paraíso puede justificar.

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EL SUFRIMIENTO EN LA NATURALEZA (2 de 3)

La primera parte de este artículo de opinión la pueden ver dando un clic AQUÍ.

En la primera parte de este artículo hablamos sobre cómo los depredadores en la naturaleza, en muchas ocasiones, devoran a su presa cuando ésta aún está viva.

Si yo creyera en Dios, a mí se me ocurría esta pregunta filosófico-religiosa.  ¿A Dios, en un grandeza y benevolencia, no se le pudo ocurrir alguna cosa para que las presas no fueran devoradas vivas y así evitarles ese terrible sufrimiento?

Pienso que es una pregunta profunda, válida y brutalmente honesta. En el fondo, es una versión del problema del mal, uno de los dilemas más antiguos y poderosos de la teología y la filosofía:

Si Dios es omnisciente (todo lo sabe), omnipotente (todo lo puede) y omnibenevolente (todo lo ama), entonces, ¿por qué existe el sufrimiento, especialmente el inocente, gratuito, y aparentemente inútil como el de los animales siendo devorados vivos?

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Llevar ese dilema a la naturaleza salvaje lo hace aún más difícil de justificar. No hablamos del libre albedrío humano, ni del pecado, ni del karma… hablamos de una gacela o un jabalí gritando mientras, por ejemplo, una hiena le arranca la cadera con el hocico.

Algunas respuestas típicas (y sus problemas).

1-“Dios tiene un propósito más alto que no comprendemos.” Respuesta común en muchas religiones: que todo tiene un sentido superior, aunque nos parezca injusto desde nuestra perspectiva limitada. Pero: ¿qué propósito cósmico justifica el dolor atroz de una cebra recién nacida siendo destripada viva?

2-“Es parte del equilibrio natural que Dios diseñó.” La cadena alimenticia, dicen, es parte del diseño ecológico. Pero: un Dios todopoderoso podría haber diseñado un ecosistema sin sufrimiento consciente. Por ejemplo, presas que mueren instantáneamente, o sin sistema nervioso.

3-“El sufrimiento entró al mundo por el pecado (caída del hombre).” Muy común en el cristianismo: antes del pecado original, todo era armonía. Pero: ¿los leones eran vegetarianos antes del Edén? ¿Los tigres tenían colmillos y garras de adorno? ¿Las moscas no eran parasitarias? Esta explicación suena forzada y mitológica.

Otras interpretaciones más duras pero lúcidas.

4-“Dios no interfiere con la naturaleza porque la evolución es su herramienta.” Algunos teólogos modernos sugieren que Dios creó las leyes naturales (incluyendo la evolución), y no las modifica. Aun así, esto no resuelve el dilema moral: ¿por qué elegir un sistema evolutivo basado en la agonía, cuando pudo diseñar uno distinto?

5-“Quizás no existe tal Dios.” Esta es la conclusión de muchos ateos o agnósticos: el sufrimiento de los animales es evidencia fuerte contra un Dios omnibenevolente. Si hay un creador, no es bondadoso en el sentido humano. Tal vez es indiferente. O simplemente no existe. ¿Por qué un Dios supuestamente perfecto permitiría que la vida se base en un sistema donde los seres sensibles son triturados vivos, gritan, sangran, sufren… y todo eso sin ninguna función espiritual, ni moral, ni redentora? Y la osa es que esa pregunta no tiene una buena respuesta dentro de la teología tradicional. Solo explicaciones evasivas, o apelaciones a misterios.

AHORA ECHEMOS UN VISTAZO MÁS ORIENTAL Y FILOSÓFICAMENTE LIBRE DEL DIOS CLÁSICO JUDEOCRISTIANO. ESTOS ENFOQUES NO SIEMPRE NIEGAN LO DIVINO, PERO LO REIMAGINAN, LO DIFUMINAN, O LO DESPERSONALIZAN.

1-Budismo – No hay Dios creador, pero sí hay sufrimiento. El budismo no habla de un Dios que diseñó la naturaleza. Para Buda, el sufrimiento (dukkha) es una verdad básica de la existencia. “La vida está llena de sufrimiento, causado por el deseo y la ignorancia.” El sufrimiento de los animales es parte del samsara, el ciclo interminable de nacimientos, muertes y reencarnaciones. No hay un Creador responsable, por lo tanto, no hay a quién culpar. El objetivo es salir del ciclo, mediante el desapego, la compasión y el despertar. El budismo no justifica el dolor; lo reconoce como inherente a la vida. La solución no es “mejor diseño divino”, sino salir del sistema del deseo y la muerte.

2-Panteísmo – Dios no es una persona, es Todo. En el panteísmo, Dios no es un ser separado que observa el mundo, sino que el universo entero es Dios. Spinoza es su gran exponente. “Dios no es un señor con barba en el cielo, sino el orden mismo de la naturaleza.” El sufrimiento no es una decisión divina, sino una consecuencia de cómo funciona la realidad en su totalidad. El león, la gacela, el meteorito que mata un bosque… todo es expresión de Dios, incluso el caos. La idea de que Dios “podía haber evitado” algo no aplica aquí, porque no hay voluntad separada. Dios es el proceso, no un programador moral.

3- Deísmo – Dios como Creador distante. El deísmo dice que Dios creó el universo, pero luego no interviene. Es como un relojero que da cuerda al reloj y lo deja andar. No responde oraciones. No evita desastres. No se involucra con el dolor. El diseño de la cadena alimenticia es responsabilidad del “reloj” en sí, no de un Dios que está vigilando. El sufrimiento animal es parte del mecanismo físico del mundo, no parte de un plan ético.

4-Hinduismo – Dioses múltiples, karma y reencarnación. El sufrimiento se explica como consecuencia del karma acumulado de vidas pasadas. Los animales sufren porque están en niveles más bajos de conciencia, y su dolor refleja el karma colectivo del mundo. Brahman (la conciencia universal) subyace en todo, pero no interviene en los detalles. Es decir, la cebra devorada no es simplemente una víctima, sino un ser que está pasando por una fase de existencia determinada por el karma… aunque esto puede sonar tremendamente injusto a oídos occidentales.

5-Visiones modernas tipo “Dios como consciencia del universo.” Algunos filósofos contemporáneos, como Teilhard de Chardin o Carl Jung en su visión mística, ven a Dios como una consciencia que está naciendo dentro del universo, no que lo creó acabado. El dolor sería parte del proceso de evolución de la consciencia. Dios no es todopoderoso todavía. Está desarrollándose junto a nosotros. Es un Dios en proceso, no en trono. El sufrimiento animal sería un eco primitivo de una creación aún incompleta, no una falla, sino una fase evolutiva de algo más grande que aún no ha llegado a ser.

Conclusión abierta.

La pregunta —¿por qué no se evitó el sufrimiento atroz en el diseño del mundo?— sólo existe en religiones que imaginan un Dios moral, personal, y poderoso. En las corrientes que acabamos de ver: El sufrimiento no es injusto, sólo es, sólo ocurre. No hay alguien a quien reclamarle. La tarea no es exigir redención, sino comprender el juego, trascenderlo o aceptarlo con lucidez.

(Estén pendientes de la segunda y última parte de esta artículo de opinión).

EL SUFRIMIENTO EN LA NATURALEZA (1 de 3)

¿POR QUÉ LOS LEONES Y LEONAS LES GUSTA EMPEZAR COMIÉNDOSE (MUCHAS VECES CON LA PRESA AÚN VIVA) LOS TESTÍCULOS DE LAS CEBRAS O DE LOS BÚFALOS, POR EJEMPLO?

Los leones (y otras grandes felinas) a menudo empiezan a devorar por los genitales o el abdomen de sus presas, y hay varias razones biológicas y prácticas detrás de este comportamiento: 1- Acceso fácil y sin hueso duro. Las partes blandas del cuerpo como los testículos, el abdomen o los órganos internos son más fáciles de desgarrar que el cuello o el lomo, que tienen músculos densos y huesos. En una cebra o un búfalo, romper costillas o masticar muslos requiere más esfuerzo. En cambio, meter la cabeza entre las patas traseras y arrancar testículos o vísceras es relativamente fácil.

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2- Alto valor nutricional. Los órganos sexuales, vísceras y entrañas contienen muchos nutrientes concentrados: grasas, proteínas, y minerales esenciales. Algunos animales salvajes priorizan estas partes porque les dan una rápida recuperación de energía tras una cacería.

3-Método para debilitar y apresurar la muerte. Aunque suene cruel, al atacar por los testículos, la ingle o el abdomen, el animal sufre muchísimo y pierde sangre rápidamente. No siempre mueren por el cuello, como en los documentales. Algunos depredadores no esperan a que la presa esté completamente muerta; comienzan a comer en cuanto está inmovilizada.

4-Competencia y urgencia. En el mundo salvaje, otros carroñeros pueden llegar muy rápido (hienas, buitres, etc.), así que los leones no siempre tienen tiempo para hacer una ejecución “limpia”. Comen lo que pueden y rápido.

En resumen: No se trata de un placer sádico o de un simbolismo. Es una combinación de eficiencia energética, urgencia y anatomía de la presa. A nuestros ojos puede parecer terrible, pero para un león con hambre es una jugada práctica y evolutivamente efectiva.

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Otros animales tienen prácticas parecidas o incluso más brutales.

-Águilas y otros rapaces. Método: Atrapan presas vivas (zorros, cabras montesas, incluso lobos pequeños), las lanzan desde lo alto para que se estrellen contra las rocas. A veces las empiezan a destripar vivas, especialmente si se trata de roedores o aves más pequeñas. Tienen garras filosas, no mandíbulas: desgarran poco a poco, sin matar de inmediato.

-Serpientes constrictoras (como la boa o pitón). No muerden ni matan con veneno, sino que sofocan lentamente a la presa. Puede tardar varios minutos en morir. Luego la tragan entera, muchas veces cuando aún hay actividad cerebral. Dentro del cuerpo de la serpiente, el animal puede estar consciente brevemente, mientras empieza a ser digerido.

-Calamares gigantes y pulpos. Usan sus ventosas y picos para romper lentamente el caparazón de cangrejos o arrancar pedazos de carne viva. Algunos pulpos les inyectan veneno que paraliza, pero no mata; así el animal queda inmóvil y se lo comen vivo y fresco.

-Arañas. Inyectan una enzima digestiva en el cuerpo de su presa (moscas, escarabajos), que licúa sus órganos internos. Luego las chupan como un batido, dejando el exoesqueleto vacío. La víctima está muchas veces viva durante ese proceso.

-Hormigas guerreras (como las del Amazonas). No matan con un solo ataque. Miles se abalanzan y muerden con sus mandíbulas poderosas, arrancando trozos de carne. Pueden devorar completamente a una presa grande (como un ratón) en cuestión de horas, estando aún viva al principio.

-Osos (especialmente osos pardos). Cuando capturan crías de ciervos o alces, no siempre matan primero: empiezan a comer desde las patas traseras. A menudo la presa grita mientras el oso la está abriendo en canal como si fuera una mochila.

-Hipopótamos. No son cazadores, pero cuando atacan a otro animal (o incluso humanos), los despedazan brutalmente, arrancando extremidades de un solo mordisco. Son extremadamente territoriales y muchas muertes ocurren sin que siquiera se trate de comida.

En resumen: La naturaleza no tiene anestesia, ni compasión, ni final feliz garantizado. Para muchos depredadores, comer mientras la presa está viva es simplemente la forma más rápida o eficiente de sobrevivir. Para nosotros, parece una escena de horror… pero allá afuera, es rutina.

¿Cuál es el depredador más cruel según los etólogos o el que mata por puro placer?

Si hablamos de crueldad en términos humanos —es decir, matar sin necesidad inmediata, o hacerlo con saña aparente—, algunos animales destacan por encima del resto.

1-Delfines (sí, los simpáticos). Matan por placer: se ha documentado que juegan a matar a crías de marsopas, sin comérselas. A veces las golpean con la cabeza o con la cola hasta partirles las costillas, simplemente por diversión. Incluso entre ellos: los machos pueden acorralar y violar a hembras, e incluso matar a sus propias crías para que la madre entre en celo otra vez.

2-Gatos domésticos. Son adorables, sí… pero también son asesinos compulsivos. A menudo cazan sin hambre: juegan con ratones, aves, o lagartijas, mutilándolos poco a poco. A veces los sueltan y los vuelven a atrapar, como si fueran juguetes. Muchos no sobreviven ni al juego. No lo hacen por hambre ni defensa, sino por puro instinto predatorio.

3-Zorros rojos. Si entran en un gallinero, no matan una gallina y se van. Matan a todas. Hay casos documentados de 50 aves muertas en una noche: simplemente por el frenesí del instinto. Luego entierran algunas y abandonan muchas más. No es eficiencia, es descontrol instintivo frente a presas vulnerables.

4-Orcas (las “ballenas asesinas”). Las orcas tienen conductas muy sofisticadas… y también muy macabras. Se ha visto a grupos de orcas jugando con focas, lanzándolas al aire sin intención de comerlas. También arrancan la lengua o el hígado de tiburones y ballenas grises, dejando el resto del cuerpo intacto. Son tan inteligentes que “jugar” con la muerte se vuelve parte de su cultura.

5-Chimpancés. A pesar de su cercanía con nosotros, son capaces de cacerías brutales en grupo. Arrinconan a monos más pequeños (como colobos), los destripan vivos y se reparten las vísceras. También hay infanticidio: los machos matan crías de su mismo grupo para eliminar la descendencia de otros. Es una combinación de inteligencia, territorialidad y jerarquías brutales.

6-Mención especial: el humano. Ningún otro animal mata con la planificación, crueldad o escala del ser humano. Matamos por placer, por ideología, por negocio o por simple indiferencia. Construimos sistemas de exterminio, tortura, entretenimiento con sufrimiento (como peleas de perros o tauromaquia), y guerras innecesarias. Somos el único animal que puede racionalizar el horror y repetirlo sabiendo el daño que causa.

(Estén pendientes de la segunda parte de esta artículo de opinión).