Miguel de Cervantes Saavedra creó una novela que hoy en día, más que ser española, es una obra universal, conocida en innumerables rincones del mundo y traducida a muchísimos idiomas: Don Quijote de la Mancha. La obra ha influenciado no sólo a muchos escritores, sino a otros artistas, como pintores, músicos y escultores. He ahí el punto de lo que escribo hoy
Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza
En un lugar de Atiquizaya de cuyo nombre sí quiero acordarme… nació en el siglo XX un escultor original, conocido como “El Chato Melara”, que trabajó un material que todos desechaban: la chatarra de vehículos.

Atiquizaya es una ciudad que pertenece al departamento de Ahuachapán, en el occidente de El Salvador y el atiquizayense del que les hablo tuvo la dedicación y la pasión de crear y recrear a través de sus esculturas, numerosos temas; pero ninguno más universal que Don Quijote de la Mancha.


En mayo de 2006 se montó una exposición al aire libre en el Museo Nacional de Antropología “Dr. David J. Guzmán”, de San Salvador, con las esculturas hechas de chatarra del interesante y ya fallecido escultor atiquizayense.
Llama la atención en las esculturas del Chato Melara su creatividad, su búsqueda y hallazgo de la pieza adecuada para convertirla en rostro, en mano o en lo que se necesite. Sus figuras son una maravilla de ver.
Sea este un pequeño homenaje para el recordado “Chato Melara”.
Para fabricar a Rocinante utilizó, en parte, una llanta vieja.
Texto y fotografías: Óscar Perdomo León
Última fotografía: Roberto Carlos Cruz Perdomo