Yo pienso también que a la Iglesia (me refiero a toda forma de religión) no la conmueve el amor, lo que la conmueve es el poder. Y la religión en general basa su poder sobre la gente en hacerle creer cosas sobrenaturales y antinaturales, es decir, en tergiversar la realidad. Sin embargo yo no ando tratando de imponer mis ideas y mucho menos si lo hiciera en contra del bienestar de mis hermanos salvadoreños.
Pedirle a los diputados de derecha que chantajeen al gobierno con sus votos para usted poder imponer sus ideas religiosas retrógradas, aún en contra de “las ovejas” que se supone debe defender, lo ponen en muy mal predicado a usted, Monseñor. Porque el país está muy mal social y económicamente, y los cambios que deben favorecer a los más pobres dependen de que el gobierno de Funes tenga dinero para llevar a cabo al menos los primeros beneficios hacia este sufrido pueblo.
Los homosexuales siempre han existido y siempre existirán. Y yo respeto las inclinaciones sexuales, como también respeto las creencias religiosas de todos.
Monseñor Escobar Alas: no podemos hablar de democracia y de justicia si se trata de aplastar a las minorías. ¿O acaso, Monseñor, ya compraron su voluntad los dueños de ARENA?
Óscar Perdomo León