Me conmoví mucho al ver la pequeña criatura, porque ahí, ante mis ojos, dio los últimos respiros y falleció. No soló sentí compasión por ella, sino que también impotencia, por no haber podido hacer algo.
Pensé en algunas hipótesis de lo que le pudo haber pasado, las cuales fui descartando una a una hasta quedarme con la siguiente: mientras volaba, la alcanzó una piedra a gran velocidad lanzada por la hondilla de un infante. El golpe fue tan severo que la pobre palomita debió haber perdido todas sus habilidades de navegación aérea y se estrelló contra la pared. Seguidamente sufrió el traumatismo contuso de chocar contra el piso de cemento. En lugar de la piedra también pudo haber sido una bala que la rozó, aturdiéndola, pero sin penetrar su cabeza. Me parece que tal vez ésta última pudo haber sido la más cierta, porque en el lugar en donde vivo hay fiestas patronales con jaripeo y todo eso y alguien pudo haber disparado al aire. Es una posibilidad.
Si fue alguien que quiso matarla para conseguir comida, sé que estas aves tienen muy poca carne, además su cacería se ve más en el campo. Y si fue sólo por maldad o por “deporte”, ¡que insensatez haberle quitado la vida a un pequeño ser que nos alegra con su presencia!
PEQUEÑOS VISITANTES
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PEQUEÑOS VISITANTES, parte 2
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