La campaña política en El Salvador está en plena efervescencia y ya en un par de semanas serán las elecciones para diputados y alcaldes. En otro blog, por cierto, co-escribí un artículo en donde ofrecíamos, con el derecho que nos da el ser ciudadanos, algunas sugerencias o propuestas para mejorar nuestro pequeño terruño.
Pero hoy quiero hablar de las tres maneras de sentir que me provocan los discursos y las promesas de los candidatos.
1-Enojo. (Sólo me dura un par de segundos.)
Me doy cuenta que, por la manera en que plantean sus promesas, los políticos están seguros que todos los salvadoreños somos muy poco inteligentes.
2-Indignación. (Este sentimiento es más prolongado en el tiempo; y aunque se va, es definitivamente recurrente.)
La verdad es que cansa ver las mismas caras de siempre, que nunca se han preocupado por solucionar los problemas esenciales de este país. Y cansa también escuchar sus discursos y propuestas tan poco originales y tan carentes de profundidad.
3-Indiferencia. (Este es mi estado más permanente.)
Quizás es mi mecanismo de defensa. Quizás es causada por la desesperanza de saber que las cosas aquí en mi país, con estas elecciones, no van a cambiar para mejorar ni siquiera un poquito.
Por eso este día les quiero preguntar a todos los políticos: ¿No creen ustedes que ya tuvimos suficiente los salvadoreños de tanta cancioncita tonta y de esa inútil estrategia de tratar de apelar a un patriotismo vacío?
Escrito por
Óscar Perdomo León
Fotografías por
Óscar Perdomo León
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