Tengo un llanto atrapado
entre el pecho y la mirada,
un dolor que no puedo liberar.
Y me ahogo y me estremezco
en mi propia sangre
y en mi desgracia.
Un martillo me golpea,
una lanza me atraviesa.
¡Estoy tan triste
y no puedo llorar!
Quisiera que mi cuerpo
se convirtiera en agua salada,
en una lágrima gigante
que se desparramara en una fuente
o en la tierra llana
o sobre la hierba buena de mi patio,
porque estoy seguro que este amor frustrado y encendido
que tengo atrapado entre el pecho y la mirada
tiene el poder
de dar felicidad a otro ser
o de matarme
lentamente…
***
Escrito por
Óscar Perdomo León
***
Fotografía:
Óscar Perdomo León
***