EL ZAHIR andaba tras mis pasos


La primera vez que oí hablar del Zahir fue en un cuento de Jorge Luis Borges, precisamente con ese mismo nombre. El cuento de Borges es una cosa absorbente, como casi todo lo escrito por él, y habla de una moneda de la cual el personaje no puede dejar de pensar. Es como una gran obsesión destructiva. “Zahir, en árabe, quiere decir notorio, visible; en tal sentido, es uno de los noventa y nueve nombres de Dios; la plebe, en tierras musulmanas, lo dice de « los seres o casa que tienen la terrible virtud de ser inolvidables y cuya imagen acaba por enloquecer a la gente» .” (1)

Pues bien, mi esposa Érika me regaló el libro “El Zahir”, de Paulo Coello, que es una novela de más o menos 350 páginas sobre un escritor famoso que sale en busca de su esposa desaparecida; en el transcurso de su búsqueda el personaje principal se encuentra con varias situaciones y experiencias que lo obligan a meditar sobre su propia vida y sus relaciones con sus semejantes.
 
Debo confesar que al principio me mostré renuente a leer a Coello; en realidad no me atraían sus libros y era por una razón absurda: un prejuicio que tengo para sospechar de todo escritor que tenga demasiada publicidad. Quizás por el medio cultural en donde nos hemos desarrollado los salvadoreños, un poco provinciano, si nos comparamos con la cultura de otros países. Tal vez, como dijo alguna vez el escritor Álvaro Menen Desleal, los salvadoreños necesitamos viajar más y leer más. (Pero como todo prejuicio es una conducta negativa y cerrada, con seguridad tarde o temprano el sol saldrá por la mañana).
 
 
 

Y esto, lo del prejuicio, es aún más viejo. Recuerdo que hace como cinco años yo producía y conducía un programa de radio en el que ponía música y leía poemas, y a veces invitaba a algún amigo o personaje sobresaliente de la sociedad para entrevistarlo en vivo. En una ocasión invité a Azucena, una amiga enfermera a quien le gustaba mucho leer y ese día entre los dos hicimos una charla amena que en algún momento nos llevó a Coello y yo le dije que nunca lo había leído, pero que, a sugerencia de ella lo haría… La verdad no lo hice, hasta hoy.

 

Hace unos meses, que salimos a comer con mi esposa Érika una carnita con ensalada y una cerveza, me quedé mirando el estante de libros del restaurante, mientras esperábamos a que nos sirvieran, y me llamó la atención -sin saber porqué- un libro de pasta amarilla. Me levanté a mirarlo y me di cuenta que era “El zahir” de Coello. Le eché un vistazo. Mi esposa, que se ha leído como cinco libros de él, me dijo que leyera aunque sea un par de líneas. Cuando nos sirvieron la carne ya iba por la página 48 y tuve que regresarlo al estante. Pero me quedé con la curiosidad.

Pero bien, como decía al principio, mi esposa se apareció un día de estos con el libro “El Zahir” y entonces pude terminar de leerlo.

El lenguaje de Coello es sencillo y directo, pero logra mantener la tensión necesaria para que uno continúe leyendo la novela. En el transcurso de sus páginas encontramos, como en todo buen libro, alguna enseñanza aunque sea pequeña sobre la vida y nuestra relación con la sociedad.

Es un libro interesante. Su lenguaje no tiene los vuelos de “Cien años de soledad” de García Márquez, de “El Zahir” de Jorge Luis Borges u otros clásicos de la literatura latinoamericana; pero es un libro bien escrito y coherente, con su propio estilo y su propia voz, que es lo más importante. Este día me gustaría recomendar “El Zahir” de Paulo Coello.

 

Texto y fotografías:

Óscar Perdomo León
 
 

(1) Borges, Jorge Luis, “El Aleph”, Obras Maestras del siglo XX, Editorial Seix Barral, S.A., © Emecé Editores, S.A., Buenos Aires, 1983, edición española, p. 94.

 

 

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