Jimi Hendrix compuso e interpretó una canción que está llena de fantasía en su letra y en su bella melodía. Estoy hablando de Little wings, la cual grabó en 1967. Es una composición corta, pero rica en impresiones oníricas y cuentos de hadas, que desembocan en el amor.
A partir de esta “Little wings”, Sting hizo una nueva versión, muy buena por cierto, que cuenta con el arreglo de un grande de la música: Gil Evans. Cuando escuché esta adaptación de Sting, que está en el álbum “Nothing like the sun…”, yo no había aún escuchado los revolucionarios trabajos musicales que había hecho Gil Evans junto a Miles Davis, durante el nacimiento del Cool Jazz.
Pues bien, el punto medular de lo que escribo hoy está en una parte de esa canción de la que les estoy hablando, y es aquella en donde un saxofón soprano, tocado por Branford Marsalis, se une sutilmente a la última nota de un solo de guitarra eléctrica, al final de una frase muy intensa (en el minuto dos con cuarenta segundos de la grabación), y luego prosigue -el saxofón- haciendo una melodía breve pero llena de ensueño, como la letra de Hendrix, que se despliega con tanta belleza que desde el primer momento yo quedé hipnotizado, enamorado, hechizado. Me dije: «Ese saxofonista es alguien especial, es un genio».
Para entonces tampoco sabía yo quién era Branford Marsalis, ni sabía nada sobre su gran carrera musical en el jazz; pero a partir de ese breve solo de saxofón que él grabó en “Little wings”, yo me dije que tenía que conocer de verdad la música jazz, tenía que explorarla, hundirme en sus aguas y descubrir lo que hasta entonces mis oídos desconocían. Busqué los discos de Marsalis y buscándolos, me tropecé con un disco de Gerry Mulligan, el saxofonista barítono. Esa fue mi verdadera entrada al jazz, como oyente atento. Mulligan me abrió una puerta muy ancha que yo no sabía hasta dónde me conduciría, pero entré. Después vinieron Miles Davis, Charlie Parker, Louis Armstrong, John Coltrane, Branford Marsalis –por supuesto-, Ella Fitzgerald, Dizzy Gillespie, Sara Vaughan, entre otros.
Y el Latin Jazz apareció como una avalancha sin límites: Chucho Valdez, Paquito D´ Rivera, Arturo Sandoval, Antonio Carlos Jobim…
En El Salvador actualmente hay unos músicos muy entusiastas que están cultivando el género jazz: Proyecto Acústico.
Desde Jimi Hendrix hasta descubrir el jazz que se hace en otras partes del mundo y en El Salvador he recorrido en éxtasis un camino tras otro.
Texto:
Óscar Perdomo León
Una respuesta a “UN CAMINO CONDUCE A OTRO CAMINO”