El fanatismo es una inclinación desmedida y exagerada de una o varias personas hacia un tema en particular, lo cual es bueno si se usa de una manera positiva, como un músico, por ejemplo, que estudia 12 horas al día el piano, para convertirse en el mejor pianista del mundo. Pero el problema del fanatismo empieza cuando se le da a esa inclinación un punto destructor y fulminante contra las ideas y las acciones de los demás. Es decir, cuando se usa la violencia para aniquilar físicamente a los que no piensan como uno.
El fanatismo violento se ve principalmente en nuestros días en tres áreas grandes de la actividad humana: la religión, los deportes y la política.
Este día 7 de enero de 2015 tres hombres de negro y encapuchados irrumpieron en las oficinas del semanario francés «Charlie Hebdo» y, al grito de «Alahu al akbar» («Dios es grande»), empezaron a disparar con armas largas y sin discriminación a los empleados del semanario, asesinando a sangre fría a 12 personas e hiriendo gravemente a otras cuatro.
El semanario Charlie Hebdo, fundado en 1992, cobró relevancia internacional al republicar en el año 2006 las caricaturas del periódico danés Jyllands-Posten sobre el profeta Mahoma; a raíz de ésto el semanario fue demandado por fuerzas islámicas francesas, acusándolo de injuriar a personas en razón de su religión, además de sufrir algunos atentados violentos.
Este acto de extrema violencia del 7 de enero, realizado por fanáticos religiosos, conlleva dos aristas en las que es bueno pensar.
1-La ética.
2-La libertad de expresión.
El fanatismo religioso musulmán, que (como otras religiones) cree que hay vida después de la muerte, se siente éticamente cómodo con matar a los que según ellos han ofendido a su dios, porque eso les dice el Corán. Y es que los que profesan el Islamismo tiende a creer palabra por palabra de lo que dice su libro sagrado.
Muchos de los cristianos del siglo XXI, en cambio, tienden a editar en su mente la Biblia, es decir, a tomar sólo las partes que por ética les parecen más respetables y menos primitivas; las partes de la Biblia que hablan, por ejemplo, sobre quemar vivos o apedrear, las apartan de su mente. Qué bueno que sea así.
La libertad de expresión, que debería ser uno de los tesoros más preciados de la humanidad, ha quedado nuevamente mancillada por la irracionalidad.
El crimen de quitar la vida a otro por diferencias de opinión nos lleva directo al medioevo, cuando la religión católica reinaba con todo el poder del dinero y de los ejércitos a su disposición. Pareciera como si el ser humano no hubiera evolucionado para nada siglo tras siglo.
Y al delito del asesinato hay que agregar otro crimen tan burdo como el primero: el de la falta de humor.
El sentido del humor nos hace relajarnos y entender que todo es relativo y que nada es tan importante o tan sagrado como para no ser objeto de crítica o de una broma. El sentido del humor nos abre la mente.
La caricatura es un arte muy difícil de hacer. Hay caricaturas que tocan el espectro político, religioso o deportivo y que nos dicen a veces mucho más que cualquier ensayo sesudo.
¡Qué saludable es para una sociedad el aprender a ser tolerante y reírse de otras y de sí misma!
Escrito por
Óscar Perdomo León
Fotografía tomada por
Óscar Perdomo León
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