Víctor siempre se esforzó toda su vida, desde niño, desde la escuela hasta la universidad y después en su vida laboral. Trató de vivir honestamente y de hacer siempre lo correcto. Como humano, acertó y se equivocó muchas veces.
Los años corrieron y la vejez inesperada llegó, tras un suspiro y un pestañeo.
Después de ser diagnosticado con un raro cáncer agresivo que no respondía a ningún medicamento, desmejoró su estado de salud y lo hospitalizaron.
Luego, desahuciado, se fue a esperar su último aliento a su casa.
Estando en el lecho de muerte, tras una larga agonía de varias semanas, entre delirios y pesadillas, de pronto recobró, por unos minutos y de una manera muy lúcida, la consciencia.
El médico que lo atendía y que había llegado a darle analgésicos en la vena, le preguntó si se le ofrecía algo. Víctor respondió, con una dicción perfecta y una decisión profunda:
-Morir con dignidad.
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Escrito por Óscar Perdomo León.
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«Mazarino en su lecho de muerte», pintura de Alexandre-Evariste Fragonard.
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