Tengo un amigo que me ha confesado que no lee poesía porque dice que muchos poetas sólo escriben cosas abstractas y él no entiende de qué están hablando. Yo, como no soy crítico literario, solamente tengo como arma en este campo de la literatura, las pocas lecturas que he hecho durante mi vida. Así que lo que hice fue prestarle la antología poética de Rafael Góchez Sosa (1927-1986), «Esta mueca circular y sola», publicada por la Dirección de Publicaciones e Impresos en 1997. Y lo hice porque el poeta Góchez Sosa, junto a la belleza de su lenguaje poético, siempre aterriza en la realidad con temas profundos que tratan de la existencia, la alegría y el dolor, el amor y la soledad, o con temas de la contidianidad simple de nuestros días que, con su óptica, les podemos ver el lado humano.
Para mi sorpresa, mi amigo quedó encantado con el libro. Aunque siempre sigue prefiriendo leer prosa, me dijo que a partir de este libro, ya mira la poesía con otros ojos.
Por eso este día quiero compartir con ustedes tres poemas extraídos de esta antología.
(Disculpen el uso inadecuado que hago aquí de los asteríscos para separar las estrofas, pero tengo problemas en el blog para dar espacios.)
Óscar Perdomo León
::::
MARINA ESPUMA
La espuma es la palabra de los mares
expresando con sal toda ternura;
es el milagro de la suave anchura
en diluida campana de azahares.
*
Se deja aprisionar, luego se fuga.
Retorna al viejo de la noche eterna;
tal vez para volver más blanca y tierna
con la luna del viento que madruga.
*
La espuma tiene voz, tiene sonido.
Con sexual placidez llega a la arena
cantando el navegar de un primer beso.
*
Nos habla de viajeros, del herido
pescador, de misterios, de la pena,
de dichas. Y del viaje sin regreso.
*
ELEGÍA GATUNA
Murió mi gato.
Murió cuando las voces del crepúsculo
traspasaban los últimos
vidrios
de la tarde. Murió con luces
del primer lucero
que nunca supo comprender su origen,
su amistad con la luna y los tejados,
sus profundos ojos vencedores
del sol y oscuridades.
*
¡Cómo extraño sus brincos, su piel,
su ronroneo!
*
A veces,
triste yo junto a laas horas
vacías, se acercaba y con su lomo de neblina
o brisa borraba mi cansancio, mis instantes
de humo negro, mis crueles
soledades
de hombre débil.
*
¡Y qué gato!
Muchas hembraas lo buscaron
para saber de su felina gracia, de su tacto
pequeño y lisonjero,
del viento entrelazado en su pelamen.
¡Y qué gato!
Miraba una luciérnaga con atención
extraña, y volvía
a mí hasta perder de vista
la lucecilla vaga y misionera.
*
Cómo anhelo
su figura inmólvil en el viejo sofa
que era su amigo.
*
Ayer, acostumbrado a su presencia entera,
lo vi jugando con su larga cola. Y quise
acariciarlo, palparlo.
¡Qué tristeza tocar sólo una sombra!
*
En el jardín de la casa
está enterrado. Hoy las flores
se dan mucho más suaves.
Por
las noches
luciérnagas errantes, llegan a platicar
con su silencio…
*
LA CARTA
No. No quiero abrir
esta carta.
¿Para qué si estoy cansado
de siempre recibir
el mismo
hueco?
Mensajes de cumpleaños. Noticias
del amigo que ascendieron
de empleo. Cobros.
Catálogos. Necrológicas.
¿Para qué?
*
Sin embargo la abriré. Pueda
ser
que esta vez
venga un poema.
*