Yo no soy quién para analizar estos libros; pero sí tengo el derecho de dar mi opinión y es que ambos libros me gustan, aunque podría decir que mi favorito entre los dos es “Desnuda de mí”.

Silvia Elena inicia el libro así:
Diluíme.
Sostenete en mi cuerpo.
Abrí todos los vuelos
que esconde mi piel.
Incendiame.
No hay pretexto
para no despertar
estos cuatro sentidos
del milagro
de existir…
Nadie dirá
que mis antepasados fueron negros,
que esta libertad intransigente de mis manos
tiene sus raíces
en esa esclavitud
que humilló
a la más hermosa de las razas.
Nadie sospecha.
Mi pelo encubre historias.
Sin embargo,
hay una sabiduría de la sangre
que busca
un ancestral llamado de tambores
y se rebela fiera
contra todas la esclavitudes.
MI HIJA
Voy a su encuentro,
unos cuantos minutos me separan de su risa.
Hace doce años ni siquiera era sospecha,
apenas un óvulo desconocido entre otros cientos.
Esta semillita ahora se desplaza,
corre,
eleva sus piernas en el aire,
danza.
Alza su mirada hacia otras latitudes
-no importa si no las comprendo-
la plenitud le pertenece,
no solamente en el código que le propuse,
sino,
principalmente,
en el código que ella descubra
y reinvente.

He aquí un par de poemas de este libro (que tiene la característica que ninguno de sus poemas tiene título, por lo que me tomaré la libertad de iniciar con mayúscula toda la primera palabra de cada poema, para distinguir donde empieza uno y otro):
es mi madre caminando en la tierra
en el tiempo de ella
que no me sospechaba.
Una niña soy yo
desde un ayer eterno
mi sueño de vivir
mi derecho de escribir.
Una niña es mi hija
esa flor de mí misma
mis preguntas
mi respuesta rotunda.
Una niña
somos todas la mujeres del
mundo.
QUÉ alivio confesarme,
despintarte el absurdo de mis venganzas,
tener la libertad de revelarte
que soy ave
pero que tantas veces repto
y me consume la pequeñez humana
de mi infierno.
Qué alivio no falsificarte la apariencia
dejar correr mis miedos y fantasmas
mostrarte esta locura de vivir
hecha un ovillo,
el olor agónico de la esperanza
que no encuentra tierra donde plantarse,
que no esté la soledad para escucharme
y que vos me abracés y me besés la frente.



Silvia Elena es probablemente la más prometedora voz poética que se alza en El Salvador contemporáneo, y que llegará a ser uno de nuestros orgullos nacionales, al igual que nuestros «santos literarios» que hoy embanderamos, pero mejor, como siempre sucede con toda la acumulación de aprendizaje histórico y evolución de la energía infinita.
3.1416kin
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Gracias, Óscar y Érika!! Un abrazo grande y felicitaciones por este espacio que ustedes alimentan con su creatividad, su pasión y su corazón sin dimensiones físicas!
Silvia Elena
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Muchas gracias a Guillermo y Silvia Elena por sus comentarios. Totalmente de acuerdo con Guillermo. Silvia Elena es una verdadera poeta.
Abrazos.
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