Sí, lo sé. Soy desafinado.
Y por eso mi vida se tuerce por recodos que pocos recorren y soy «raro», como me lo dijo alguien. Mi corazón no logra mezclarse y sentirse cómodo en este mundo y su maldad.
Soy desafinado porque mi falta de musicalidad se compensó con el amor inmenso que tengo para dar.
Soy desafinado porque un señorón caprichoso -que muchos dicen que existe-, un señor «todopoderoso» que, sordo y ciego, no atiende el clamor de nadie y permite las masacres y las violaciones de niños y niñas en todo el mundo, quiso que yo no fuera cantante.
Pero me río en la cara de todos y canto, porque me hace feliz.
Por eso, cierren las ventanas y las puertas. Y pónganse algodones en los oídos. No me importa.
Siempre hay un lector para cada libro, una canción para cada oyente y un abrazo abierto para quien lo quiera.
Escrito por
Óscar Perdomo León
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aaaa muy bien con algodones en los oidos o no hay que escucharlo!!!
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Gracias por comentar, Vanessa.
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