
He estado leyendo este poema, que lo escribí en los cercanos días posteriores a la muerte (el 24 de diciembre de 2022) de mi hermano Mario. Ahora que lo releo en agosto de 2023, puedo notar el resentimiento en mi palabras.
Ya que mi reclamo en él es contra Dios, he aquí un dato que debe tomarse en cuenta: soy ateo, por lo que en realidad mis palabras son una queja en contra del destino, la vida y todas las variables que nos circundan.
Y hay otro dato importante: dicen que las etapas del duelo son la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. Pienso que cuando escribí este poema yo estaba en la fase de ira. Como no creyente que soy, intenté -espero haberlo logrado- imprimir cierta ironía al poema.

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