RECORDANDO A DANILO COLINDRES

Danilo Colindres fue doctor en Medicina y licenciado en Economía. Lo conocí en mi paso por uno de los hospitales del país y nos volvimos amigos, gracias a nuestro gusto en común hacia la Medicina y la literatura.

Nació en San Salvador el 7 de febrero 1955 y falleció el 28 de junio de 2021, a la edad de 66 años.

Una de las cosas que extraño mucho son esas pláticas que teníamos. A Danilo le gustaba leer mucho y, además, de vez en cuando escribía.

Siempre guardo el libro que me regaló allá por el año 2008: Borges oral.

Apenas unas horas antes de que falleciera, él me llamó por teléfono ese 28 de junio por la mañana y platicamos brevemente; recuerdo que estaba de muy buen ánimo. Nos despedimos sin saber lo que el destino ocultaba. Unas horas después, por la tarde de ese mismo día, falleció trágicamente debido a un aneurisma roto de la aorta abdominal.

Siempre recuerdo a mi amigo y lo extraño. Le dedico este escrito de Jorge Luis Borges.

DELIA ELENA SAN MARCO.

Nos despedimos en una de las esquinas del Once.

Desde la otra vereda volví a mirar; usted se había dado vuelta y me dijo adiós con la mano.

Un río de vehículos y de gente corría entre nosotros; eran las cinco de una tarde cualquiera; cómo iba yo a saber que aquel río era el triste Aqueronte, el insuperable.

Ya no nos vimos y un año después usted había muerto.

Y ahora yo busco esa memoria y la miro y pienso que era falsa y que detrás de la despedida trivial estaba la infinita separación.

Anoche no salí después de comer y releí, para comprender estas cosas, la última enseñanza que Platón pone en boca de su maestro. Leí que el alma puede huir cuando muere la carne.

Y ahora no sé si la verdad está en la aciaga interpretación ulterior o en la despedida inocente.

Porque si no mueren las almas, está muy bien que en sus despedidas no haya énfasis.

Decirse adiós es negar la separación, es decir: Hoy jugamos a separarnos pero nos veremos mañana. Los hombres inventaron el adiós porque se saben de algún modo inmortales, aunque se juzguen contingentes y efímeros.

Delia: alguna vez anudaremos ¿junto a qué río? este diálogo incierto y nos preguntaremos si alguna vez, en una ciudad que se perdía en una llanura, fuimos Borges y Delia.

Leyendo a George Bernard Shaw.

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NOTA. Las fotografías fueron tomadas por Mariana Soledad Guardado Valencia, probablemente en el año 2010 ó 2011.

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EL EXTERMINIO DE ROQUE DALTON

Este día tenemos en mi blog la colaboración de Danilo Colindres, quien nos trae un interesante artículo de opinión que reflexiona sobre el artículo Vladimir, el Vaquerito , escrito por Álvaro Rivera Larios y publicado hace poco en El Faro .

EL EXTERMINIO DE ROQUE DALTON

El 30 de Octubre del corriente año, Álvaro Rivera Larios escribió en El Faro el artículo “Vladimir, el Vaquerito”, un novedoso enfoque del exterminio de Dalton: al arrojar nueva luz sobre las razones, circunstancias y causas que desembocaran en el asesinato de uno de los mejores poetas que esta patria esmirriada haya parido, ha descubierto que la tragedia podría bien repetirse interminablemente en nuestra historia.

Primero nos invita apreciar al Vaquerito (uno de los responsables del magnicidio), de manera novedosa, desafiante y de consecuencias antes insospechadas, como a un arquetipo viviente, amenazante, aunque en estado latente en la actualidad:

“Veámoslo ahora como un personaje que arrastra connotaciones simbólicas. Ya no lo veamos como un accidente, como alguien que se fue con sus desvíos a la tumba, veámoslo como el producto de una circunstancia y como la encarnación de unos valores. Manejemos la hipótesis de que existía un mecanismo social enterrado, oculto, innombrado, que facilitó la aparición del Vaquerito, de Rogelio Bazzaglia, de Mayo Sibrian, etcétera.” (Estos últimos dos, autores de otros asesinatos durante la guerra.)

Nos parece que Álvaro se ha precipitado en hacer comparaciones entre estos tres casos. Existen diferencias esenciales y al examinarlas nos daremos cuenta que cada caso expresa causas y consecuencias particulares.

Mayo Sibrian sufría de paranoia, era un psicópata, no era normal y asesinó a muchos y todo tipo de personas, líderes locales y población en general. Ni el Vaquerito ni Rogelio sufrían enfermedades mentales ni sus ejecuciones fueron masivos: asesinaron cada uno de ellos a un líder individual de envergadura nacional de sus respectivas organizaciones: a Roque, potencialmente un líder del ERP y a Mélida, líder fundadora de las FPL.

El caso de Rogelio (colaborador de Cayetano Carpio, uno de los líderes de las FPL) también es diferente al del Vaquerito: en el sigilo de la oscuridad, a espaldas de otros líderes, planeó el asesinato de Mélida Anaya Montes: en nombre de una facción eliminó por conveniencia política a uno de sus líderes por no compartir visiones estratégicas de lucha revolucionaria. Este caso ya ha sido llevado al teatro por Sartre en “Manos Sucias” para el interesado en conocer los intríngulis y mecanismos de este tipo de asesinatos, en las que una minoría, incapaz de persuadir a la mayoría de los otros líderes de la organización, se subleva y pretende cambiar el curso de las acciones, imponiendo su particular visión estratégica, por el asesinato político.

Y he aquí la diferencia entre estos dos exterminios: la mayoría violenta de los  líderes del ERP se decide –en audiencia (naturalmente restringida por la clandestinidad), en un juicio que permitió intercambios entre las partes- a favor del exterminio de Roque, de planteamientos más políticos. En cambio, como ya lo expuse en el párrafo anterior, una minoría violenta de las FPL, que se siente injustamente excluida por una mayoría política, negociadora y moderada, dirime sus diferencias eliminando al líder de esta.

Cuando la mayoría extermina a un individuo le realiza previamente un juicio, donde se le desvaloriza si es que el acusado persiste en ir contra la mayoría, como el ERP a Roque, la sociedad ateniense a Sócrates, La Santa Inquisición a los herejes y blasfemos, etc. El ERP de inmediato se hizo cargo del ajusticiamiento e hizo públicos sus razonamientos. En cambio, cuando la que elimina es una minoría, se saltea el juicio y actúa bajo la oscuridad de la noche y mantiene los argumentos secretos o del exclusivo conocimiento de los amotinados o subversivos. No se hace cargo del exterminio. Lo niega hasta que los hechos la contradicen. El de Rogelio a la Comandante Ana María de las FPL.

No es cierto que por intelectual Roque fue desvalorizado y luego exterminado. Es que las ideas de Roque colisionaron con las del liderazgo del ERP: fue un choque de ideas y visiones y la visión de la mayoría se impuso a la visión del individuo poeta a quien se le señaló de representar peligro para el bienestar de los salvadoreños o al proyecto revolucionario. El Vaquerito lo agarra a patadas y le grita intelectual cobarde: en realidad le recrimina por ser intelectual inconsecuente, contra-revolucionario. Lo odia y entonces le teme por pensar diferente.

Ocho años después de su crimen, Rivas Mira, y los otros todavía vivos que decidieron eliminar a Roque, se justificarían aliviados argumentando que si dejaban vivo al poeta, este, como representante de una minoría, se las desquitaría asesinándolos como Rogelio Bazzaglia a Mélida Anaya Montes. No lo creo: Roque como representante de la izquierda política moderada resolvía problemas persuadiendo; Rogelio, extremista, eliminando.

Si quieren saber cómo la mayoría se impone al individuo excepcional y termina exterminándolo porque se resiste y se atreve a pensar -no necesariamente a actuar- diferente a ella, hay que leer el juicio contra Sócrates en las obras de Platón. Y es que Roque como Sócrates sería siempre la minoría en cualquier grupo o movimiento al que perteneciese.

La tiranía de las mayorías contra el individuo excepcional y diferente: no es solo un problema actual de las organizaciones políticas de izquierda: es uno de los grandes desafíos de cualquier democracia, bien constituida o en ciernes como la nuestra.

La tentación de justificar medios violentos e ilegítimos para lograr fines deseables no desaparece por arte de magia en una democracia. Si no me creen vean la destrucción ordenada por la jerarquía católica de la pieza artística que adornaba la fachada de la catedral metropolitana aduciendo que atentaba contra la vida de la mayoría de feligreses. (En defensa de Monseñor Escobar, debemos agregar que pidió disculpas al artista por no haberlo tomado en cuenta antes de dictaminar la destrucción de su obra.)

Debiera ser crimen de lesa humanidad exterminar o aislar socialmente a una persona solo porque piense diferente. Las ideas motores que hacen la diferencia en la historia de los países siempre las anticipan individuos que provocan escándalo y no los que han sudado la camiseta, o los convencidos de siempre o grupos o sociedades de reconocido prestigio social y/o político. La “chispa divina” es propiedad de individuos, no de agrupaciones ni mayorías.

Texto:

Danilo Colindres

El artículo al que se refiere Colindres  todo el tiempo aquí es: VLADIMIR, EL VAQUERITO. Escrito por Álvaro Rivera Larios.