CONCIERTO EN METROCENTRO


El domingo 21 de junio de 2009 se llevó a cabo un concierto de música popular variada, entre rock, reggue y otros, en el parqueo de la octava etapa de Metrocentro, en San Salvador. Llegué tarde, así que me perdí de algunos músicos, por ejemplo no oí a la nicaragüense Katia Cardenal, cuya voz resalta en Guardabarranco. Casi llegué al final de la presentación del hondureño Guillermo Anderson. Hubo también varios grupos salvadoreños, como Adhesivo, Bajo tierra, etc.; pero bueno, me gustaría dar algunos comentarios específicamente sobre tres de los que se presentaron, porque fueron los que más me emocionaron: El Ático, Pamela Robin y Guillermo Anderson. Por supuesto que el escuchar la música en vivo tiene unos beneficios insuperables y su contrapartida irremediable.Empezaré con Guillermo Anderson, con quien me une un lazo sentimental platónico, musicalmente hablando, porque el haber oído ya uno de sus discos ha sido suficiente para rendirle mi admiración. Su singularidad es tan cercana a nosotros y al mismo tiempo tan lejana.

Su música es una especie de fusión de varios ritmos caribeños, aunque se percibe también influencia de la Nueva Trova Cubana y lejanamente del pop estadounidense. Y en cuanto a sus letras tengo la impresión al oírlas de que son sinceras, auténticas, originales, muy coloridas. Escuchar “Costa y calor”, por ejemplo, es prácticamente como ser transportado a la orilla de una playa caribeña y a un trópico tan conocido para nosotros los centroamericanos:

Una niña que juega junto al mar,
canto de hombres que vienen de pescar,
sol que baña de luz el corazón
y que llega a la orilla hecha canción,
palmerita que baila yacunú,
sombra de mazapán, mango y bambú.

Piel de coco y ojitos de carey,
donde el mar es indiscutible rey,
tamborista, maraca, inspiración,
noche dulce, calor, tabaco y ron,
tierra mía de yuca y caracol,
Dios me puso a crecer bajo tu sol.

Costa y calor, magia del mar,
reino que invitas al pelícano a jugar.
Dame tu luz, baña mi ser,
dame las fuerzas que me incitan a querer…

Una sorpresa agradable fue encontrar que el batero que había sido invitado para acompañar a Guillermo Anderson era Carlos Romero Cárcamo, músico muy completo, excelente percusionista, compositor y arreglista; también toca cualquier instrumento que se le ponga enfrente, como piano, charango, marimba, guitarra o lo que sea.
Carlos Romero
***
Pamela Robin es una mujer con una voz privilegiada. Pero además la pasión que le imprime a las canciones es muy especial, de tal manera que uno siente la intención genuina de su interpretación. También tiene bastante presencia en escena.

Al subir al escenario dijo que cantaría sólo “dos rolas”; pero entre el público estaban los fanáticos de Adhesivo, que se encontraban ya impacientes, y en un arrebato de irrespeto y de intolerancia a la variedad, le gritaron groserías a la fémina artista, antes de que empezara a cantar. Con dignidad, cantó únicamente una canción (“Es tan difícil”) y bajó de la tarima. Pero la cantó muy bien, a pesar de las malas presiones. Muchos nos quedamos con las ganas de seguirla escuchando.

Sé que dormía porque estaba soñando
y tú estabas ahí, junto a mí.
Yo hacía de todo y me dejé llevar
por un miedo, uno tras otro…
Nunca fui tan feliz
junto a ti.
No sé cómo, no sé cuándo, no sé dónde,
pregunté cuándo vamos a llegar.
Porque es tan difícil, es tan difícil,
estar aquí en el aire sin ti.
Yo sólo quiero con mi vida
no esperar de más,
yo sólo quiero que esto
sea más fácil para mí…

En la grabación de estudio de “Es tan difícil”, en la parte que dice “No sé cómo, no sé cuándo, no sé dónde…” hay un claro ejemplo de la calidad, la dulzura y, al mismo tiempo, de la fuerza que tiene la voz de esta cantante nacional. Y la noche del concierto no fue diferente. Pamela invocó a las diosas del canto y ellas la sostuvieron e hicieron volar por los aires, como a un ángel. Aun cuando hubo un pequeño problema técnico de sonido, Pamela se robó el show.

La Robin es una de esas artistas que con la voz que tiene no tiene nada que envidiarle a ninguna cantante del mundo. Y aunque sé que le gusta cantar casi sólo sus temas originales, a mi en lo personal (que me encantan las distintas versiones) me gustaría alguna vez oírla cantar un par de baladas que solía interpretar Freddie Mercury, como “Love of my life”, “Dear friends” o “Lily of the valley”; estoy seguro que ella lo haría excelentemente.Pamela Robin: una voz exquisita.

***
En mi adolescencia empecé a escuchar algo de rock sinfónico y de rock progresivo; uno de los que más me gustaban (y me gusta todavía), por ejemplo, era el grupo británico YES. De verdad que oírlos es un placer extremo. La banda de la que hablaré a continuación me recordó ese tipo de rock. Un rock interesante y bien tocado.

Porque tuve el goce de escuchar a un trío de músicos tocando con verdadera calidad por la tarde (mucho antes de que cantara Pamela Robin), que al instante sentí que había valido la pena estar ahí en el concierto. Y me refiero a “El Ático”, un grupo de rock progresivo muy bien coordinado. Muy bien ensamblado. Afinados. Con una armonía bien elaborada y unos giros métricos bien enlazados. La base rítmica muy bien asentada.El batero no podía ser mejor. Muy entregado, con mucha intuición para dar el golpe adecuado a cada segmento de su instrumento, en cada parte de las composiciones.

Mantener la velocidad apropiada y dar el platazo en el momento justo requiere no sólo de entrenamiento continuo, teórico y práctico, sino de un sentido del ritmo que no todos tenemos. Este baterista de “El Ático” era realmente bueno.

El bajista estaba efectivamente compenetrado con las composiciones musicales y muy bien conectado con la percusión. Se le veía tocar muy suelto y seguro. Ciertamente disfrutaba de su instrumento.

El guitarrista parecía estar todo el tiempo inspirado. Se observaba tranquilo; positivo en su propósito. Muy hábil. Limpio en su toque. Los acordes siempre bien armados. Rápido al ejecutar escalas, con delicadeza al tocar solos lentos, pero con la fuerza necesaria para las típicas distorsiones del rock.

Las composiciones de este grupo fueron todas instrumentales.

El público recibió muy bien a la banda El Ático y se mantuvo la mayor parte del tiempo hipnotizado con su música.

El Ático, en pocas palabras, un trío con gran calidad.
Mi esposa Érika disfrutó de la música
Unos jóvenes de Sensuntepeque acudieron al concierto
La foto del recuerdo. Mi esposa y mis hijas con Guillermo Anderson.

Texto y fotografías:
Óscar Perdomo León

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