COMEDIA Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN: la cura para la intolerancia


Albert Einstein ríe

«Gracias quiero dar…  por la felicidad de los otros…» (1)

Algunos magnifican o minimizan hechos o personas, otros se mofan de los defectos físicos o de las tonterías que hacen los políticos. Unos pocos usan con destreza la ironía. Son los comediantes que nos brindan felicidad.

Y si lo pensamos bien, a través de la comedia se pueden decir verdades amargas o jugar con pensamientos «sagrados e intocables», sin que nadie salga herido, si la primera respuesta del oyente es una sonrisa o una carcajada.

Toda idea puede divertir y toda idea puede también ser puesta en tela de juicio.

No se trata de que la comedia sea un tratado de filosofía, política o ciencia; si no más bien de que puede suavizar las ideas, opiniones y puntos de vista, y relajar al oyente a través de la hilaridad, que siempre es un alivio para nuestra mente.

Creo que una parte muy importante de la comedia, de su esencia, es que promueve, de una manera casi misteriosa, la libertad de expresión. Con un chiste se pueden expresar cosas muy delicadas, que dichas de una manera seria podrían generar un conflicto violento.

Otro punto importante de la comedia es que es una especie de medidor de la salud mental de una persona y hasta de un país. Si aprendemos a reírnos primeramente de nosotros mismos y luego de los demás, nuestra vida estará más llena de diversión y tolerancia.

Nada debe ser tan «sagrado» como para que no sea tema de la burla. No debemos enojarnos ni indignarnos con ésto. Lo que se debe entender es que la comedia es sólo eso, comedia. Es un chiste. Una broma. Una diversión.

Eso sí, una diversión que en ocasiones nos pone a reflexionar.

Y ya para terminar, quiero mencionar que aunque hay profesionales de la comedia, abundan también por ahí personas que en sus conversaciones cotidianas nos divierten de una manera espontánea con comentarios graciosos y acertados. Tienen el corazón de comediantes. Nos dan alegría. Vaya para éstos y aquéllos todo mi aprecio.

Los dejo con la comedia de Dave Allen, en donde, a través de dos personajes, un niño y una monja, nos expone con fina ironía al tema de la religión y la creencia en Dios.

Escrito por

Óscar Perdomo León

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En la fotografía, el reconocido físico Albert Einstein.

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(1)«Gracias quiero dar…  por la felicidad de los otros…»: Palabras extraídas de «Otro poema de los dones», de Jorge Luis Borges.

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