Era un espejismo lo que viviste.
Bien sabés que la alegría -esa euforia engañosa-
ha sido constantemente efímera.
Lo expresó en voz alta e inmediatamente escribió en su cuaderno lo que acababa de decir. Cerró con fuerza los ojos y apretó las muelas. El dolor era insoportable. Recordó toda su vida en imágenes borrosas.
Todos los amigos muertos,
las plantas marchitas
y las mujeres que te dieron
ese remedo de amor,
no son más que torbellinos vivos
que no dejan de girar en tu cabeza –siguió escribiendo.
Se metió a la boca uno de esos analgésicos controlados que le había prescrito su médico y alcanzó el vaso de agua de la mesita de noche.
Y sabés que la serenidad siempre
ha sustituido a la felicidad.
Y sabés también que estás solo
y que siempre lo has estado.
Hizo una pausa. Además del dolor, le costaba respirar. El cáncer ya no sólo estaba en el hígado, sino que había invadido sus pulmones.
Pero siguió escribiendo.
Y sin embargo, al final,
mirás hacia los cuatro
puntos cardinales
y ves
una luz que se abre en el horizonte
y sabés que aunque
todo
se desmorona a tu alrededor…
Hizo nuevamente una pausa y miró sin mirar la luz tenue que se colaba a través de la ventana. Sonrió con sinceridad.
…el camino ha sido bondadoso
de vez en cuando
y ese
de vez en cuando
merece sinceramente
una sonrisa.
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Escrito por
Óscar Perdomo León
Fotografía por
Óscar Perdomo León
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