INVENTARIO DE SOLEDAD. Un libro de Italo López Vallecillos


*

Hay libros de poemas de los cuales me he enamorado casi a primera vista y no me he equivocado, porque ese amor se ha afirmado al terminar de leerlos y aun más al releerlos una y otra vez en el transcurso de los años. Así me pasó, hace más o menos 23 años, con un poemario con el que me topé accidentalmente en una venta callejera de libros en el centro de San Salvador. Me llamó la atención que el libro, de portada amarilla, ya estaba caseramente forrado con plástico transparente; era más que obvio que el libro era usado, pero estaba en muy buenas condiciones físicas. (Por el contrario ahora, después de tanto trote que le he dado, está un poco arrugado). El libro era el volumen 35 de la Colección Poesía de la Dirección de Publicaciones que fue publicado en 1977; aunque los poemas habían sido escritos entre 1970 y 1972.Y a su autor yo sólo lo conocía por referencias. El libro al cual me refiero es “Inventario de soledad” de Italo López Vallecillos, el cual es uno de los poemarios que más me ha impactado en la vida.

Creo que lo que más me impresionó de “Inventario de soledad” es que desde el inicio el autor lo sumerge a uno en una atmósfera muy íntima, desnuda y sincera, familiar a veces, cosmopolita por momentos, pero siempre fundamental, poesía salida desde la parte más oculta del alma, en un ambiente de sobriedad en el que uno siente que cada palabra está en su justo lugar.

**

He aquí uno de los poemas que me gusta tanto del libro en cuestión:

SOBREVIVENCIA

En los cristales de la ventana
tu rostro, tu risa.

En mi corazón sólo el recuerdo
la aproximación por la palabra
y la música, el adiós que no dije,
que no dijiste, y aquella mirada
que hirió para siempre mis versos.

Después, claro, la sobrevivencia.
Los días amparándome,
abriendo de par en par sus aires,
y siendo más míos que antes de conocerte.

No sé donde estás. En qué mar
desnudas tu silencio, ni que haces cuando
las rosa (las rosas amarillas, recuerdas)
te hablen de mi amor alucinado.
Tal vez leas a Erich Fromm,
a Freud, al viejo Marx,
qué sé yo. O quizá, en la noche,
te asalte el arrepentimiento, la duda,
por este amor que tocó tu puerta,
y la halló cerrada
bajo las llaves de un sueño imposible.

Voy en tu búsqueda. Ignoro
los caminos que conducen a tu alma.
Salgo a las calles y recorro tu cuerpo
de muchacha sencilla. Me siento en los parques
y veo cómo se agita la sombra
de los árboles que en vano
elevan sus ramas a la nube y a la estrella.

En el cinematógrafo, pequeño mundo de soledad,
me hago acompañar de ti. Imagino que estás
o que has ido o que vendrás dentro de poco.
Todo lo disipa la tarde. Las luces de la ciudad.
El claxon de los autos. Los caminos tan solos.

En las vitrinas de los almacenes
veo tu rostro y el mío, confundidos entre ropas
y juguetes, borrosos entre anuncios y maniquíes,
próximos y lejanos en ese juego de espejos
que la imaginación crea para mi sobresalto.

No estás. Y sé que no vendrás. Me niego a olvidarte.
Y adonde quiera que vayas
seré el viento desnudo
que se enreda en tu pelo, el agua que bebes,
la mañana que te despierta, la almohada
que conoce tus secretos. Y en medio de la noche,
mía y tuya la esperanza,
haremos de nuevo el mundo,
sin soledad, sin calles abandonadas,
y sin que nadie tenga que buscar su amor
entre los maniquíes
y el ruido de los claxons.

Luís Gallegos Valdés, al hablar de “Inventario de soledad”, se refiere a Italo López Vallecillos diciendo que “el poeta ha aprisionado ya fuertemente su palabra y el dominio de la imagen es perfecto. El tono sin estridencias, suave, tierno, sube y baja al ritmo de las propias emociones, sin ser alterado por la pasión ni por las asperezas del entorno.”(1) Y unas líneas más adelante continúa diciendo: “Aquí no caben recuentos de adjetivos, verificación de símiles, contabilidad de imágenes. Cuando la expresión se ha vuelto esencial por su identificación con el pensamiento y el sentir, capta los horizontes más alejados y se inclina hacia la cercanía donde arraigan el árbol y la flor amados, donde surgen la imagen de la mujer y de los hijos.”

Vean esta fotografía, probablemente de 1969, donde Italo López Vallecillos aparece con los compañeros con quienes escribía en la ya desaparecida revista «La Pájara Pinta».

***

Otro poema de “Inventario de Soledad”:

TEMOR

Si les ombres sont plus profondes
que du sang. Ou si le sang est beaucoup
plus profond que l´ombre.
Noir retour ă la vie.
Saint-John Perse.

Toqué la oscuridad. Era el cristal
de un sueño remoto, inverosímil. Trozos
de miedo hallábanse, lado a lado, en el camino.
Todo tenía la apariencia de un bosque amarillo,
de heridas que no se atrevían a ser guitarras.

Nadie me tendió la mano. Todos estaban deshabitados.
Espectros de días, de años como maderas vírgenes,
hechos para ser el oscuro ataúd de esta flauta,
de esta canción florecida de instantes,
de espejos y rosas todavía imperfectas. Nadie
me vio. Nadie dijo una palabra. Y yo me marché,
exactamente como había llegado,
sin comunicación posible. Nunca más podré
ser el mismo. Un poco de temor quedó prendido
en mí, y es ahora la fiebre, el artificio
puro de vivir, de alzar el puñal tembloroso
cada vez que oigo llegar la oscuridad.

Y para terminar he aquí uno de mis favoritos:

ARRIBA, ABAJO

A Rafael Menjívar

Arriba, lejos de mis pies
las nubes errabundas. Oculto el sol
tras días de apacible espera.
Lluvioso el corazón arrepentido
y, dura, inexpresable la palabra.

Abajo, aquí la tierra, el sustento
de todo lo que pienso. La realidad
que sostiene la poesía.

Y entre las nubes y el polvo
que camino, yo,
el solitario,
el hombre de la duda,
sin Dios,
apenas equipado con unas cuantas
lágrimas
y la breve sonrisa de estar seguro
de los incierto,
del viento que arrastrará un día
lo que pude tener y nunca tuve.

Arriba, abajo,
todo el milagro de vivir
desesperadamente.

Texto:
Óscar Perdomo León

Todos los poemas fueron escritos por Italo López Vallecillos.

(1) Luís Gallegos Valdés, “Panorama de la literatura salvadoreña”, tercera edición, UCA/EDITORES, San Salvador, El Salvador, 1981, p. 428.
Fotografías * y ** extraídas del libro “Inventario de Soledad”.
Fotografía *** extraída de “Panorama de la literatura salvadoreña” de Luís Gallegos Valdés, tercera edición, UCA/EDITORES, San Salvador, El Salvador, 1981, p. 437.

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