A veces la rutina o la confianza exagerada hace que a nuestras personas más cercanas no les digamos cuánto las valoramos y cuánto las amamos. ¿Cuánto no daríamos hoy por abrazar y mirar directamente a los ojos a nuestros abuelos, padres o amigos ya fallecidos?
«El tiempo corre, vuela y se nos va», escribí en una canción, convencido de nuestra brevedad en el tiempo. Y el paso del tiempo es verdaderamente implacable.
Hay una canción de los años ´80 que me gusta mucho por su letra y las maravillosas voces que lleva, y que refleja muy bien esto de lo que les hablo. Esa composición se llama «The living years».
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