EL NOBEL PARA LA CANCIÓN


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Todos quedamos un poco desconcertados al enterarnos que el Premio Nobel de Literatura de este año 2016 se lo dieran al cantautor Bob Dylan (cuyo verdadero nombre es Robert Allen Zimmerman (USA, 24 de mayo de 1945), no porque se dude de su calidad como creador de obras de arte muy originales, sino porque nunca antes en la historia de tan prestigioso premio se le había otorgado a un músico.

Para los purista de la literatura, esto ha sido como una especie de blasfemia, de afrenta a los libros. Me he dado cuenta que «los literatos» tienden a menospreciar una letra de canción aunque tenga un nivel de buen poema, sólo porque lleva música.

Karina Sainz Borgo escribió: «El problema no es Bob Dylan, el problema es el lugar exagerado que se le ha hecho ocupar para quitarle el suyo a Philip Roth, uno de los mayores exponentes de la Gran Novela Americana, aparcado y ninguneado por una Academia Sueca que no quiere problemas, que prefiere premiar sin gluten, sin ofender a nadie, reafirmándose en lo obvio, en lo que no genera polémicas. Que Dylan sea un genio no es algo en discusión. El debate de fondo es que, siendo ya momento de un Nobel  de Literatura para Estados Unidos, el jurado de los Nobel no quiso quemarse las manos con una obra como la de Roth: incómoda, procaz y brutal. Era mejor la dulce rebeldíabeatnick de Dylan; era más segura.»

Pero el hecho es que el premio se lo han dado a Dylan por poeta, no por músico. Se lo dieron «por crear nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición musical estadounidense». Me parece a mí que es como un espaldarazo a la cultura popular, a las palabras bien escritas acompañadas de música.

Bob Dylan y John Lennon
Bob Dylan y John Lennon

Pero además hay que mencionar la enorme influencia de Bob Dylan en las letras de las canciones de otros músicos. Por ejemplo, Los Beatles se dieron cuenta que podían escribir no sólo «canciones de amor», hasta que escucharon a Bob Dylan.

(En una biografía que leí de Los Beatles, decía que Bob Dylan es el que introdujo a Los Beatles en la mariguana. Ésto lo menciono sólo de una manera casi anecdótica.)

Y ahora, la pregunta del millón. ¿Hay poesía en las canciones?

Sergio Ramírez, ganador del Premio Internacional Carlos Fuentes, dijo: «Yo estoy encantado con el Premio Nobel de Literatura para Bob Dylan porque eso le da la categoría poética que siempre han tenido para mí las canciones. Viene abrir una gran ventana, es decir, las letras de las canciones también son poesía.»

Rubén Blades, abogado, músico y actor, escribió en su cuenta de facebook: «El premio de literatura otorgado a Bob Dylan ha provocado todo tipo de reacciones. Entre ellas, las quejas de un sector que considera que la letra de la música popular solo debe servir para entretener; que debe ser un vehículo exclusivo para el escape; que es vulgar y por lo tanto no puede ser considerada como de serio nivel intelectual. Me parece que esa perspectiva es sumamente elitista y por lo tanto, sesgada. Precisamente, hace décadas conversábamos sobre ese tema Gabriel García Márquez, colombiano, Premio Nobel de Literatura 1982, y este servidor, Rubén Blades, panameño y músico. Él estaba completamente de acuerdo conque la música popular era capaz de producir letras y argumentos de alto contenido y nivel literario. Por eso fue que una vez escribió que lamentaba el no haber sido el escritor de «Pedro Navaja». Acompañando a la posible exageración, está la indiscutible realidad de su respeto y consideración al argumento y a la forma en que presenté la narración del episodio.»

Gabriel García Márquez escribió una vez en el periódico El Espectador lo siguiente: «Pienso que la música popular también es culta, aunque de una cultura distinta. Aun la simple música comercial, que no siempre es tan mala como suelen decir los sabios de salón, tiene derecho a llamarse culta, aunque no sea producto de la misma cultura de Mozart.»

«En el libro libro Papeles inesperados, de Julio Cortázar, el argentino equipara a Bob Dylan con Walt Whitman y escribe: «Habrá una revolución en Estados Unidos cuando suene la hora del hombre y acabe la del robot de carne y hueso, cuando la voz de ese país sea la de Bob Dylan y no la de Robert MacNamara».»

Yo pienso que el hecho que un poema tenga música, no lo rebaja de categoría; al contrario, lo eleva.

Ahí está el caso de Joan manuel Serrat, que le ha puesto música a los poemas de tres grandes poetas universales: Miguel Hernández, Antonio Machado y Mario Benedetti.  Además que Serrat ha escrito muy bellos textos en sus canciones.

Carlos Bautista, publicista, locutor, gran conocedor musical (y con amplia cultura en general), me dijo: «Todas las letras de canciones de Dylan, Cohen, Silvio, Fito, Blades, etc. tienen forma y profundidad literaria. La obra del Flaco Spinetta, por ejemplo, tiene la misma dimensión y calidad que la de muchos poetas laureados.»

Y unos minutos antes de que Bautista me dijera eso, yo estaba pensando en «Viernes 3 a.m.» la canción del argentino Charly García que habla de un suicidio, la cual tiene unos giros poéticos muy bellos, como estas palabras con la que termina la canción:

«Y llevas el caño a tu sien,
apretando bien las muelas.
Y cierras los ojos y ves
todo el mar en primavera.
Bang, bang, bang.
Hojas muertas que caen.
Siempre igual,
los que no pueden más
se van.»

Yo creo que muchos podemos hacer canciones, pero eso sí, son pocos los que pueden hacer canciones con un peso poético grande. Y estoy seguro que la música es un elemento muy importante y además un condimento delicioso que se le puede agregar o no a una buena letra.

Esta canción de Silvio Rodríguez (de la cual les dejo más abajo el video) es un buen ejemplo:

«En el cuello de un totí
carboncito de coral,
una tarde me subí
cuando aquel echó a volar,
cuando aquel echó a volar.

«Un gajito de galán
y del romerillo flor
tuve tiempo de llevar,
para sentirme mejor.

«Y me fui en un copo de oscuridad
como un jinete del ventarrón,
con perfume de la nocturnidad
sobre mi azabache de tornasol.

«Bello totí fulígeno,
lienzo del universo,
recreo, postigo,
fantasma inverso,
saeta de un diablo divino.»

Y así podría poner muchos ejemplos más.

Para mí la conclusión es que este Nobel 2016 ha reconocido la poesía que hay en la obra de Bob Dylan, y por extensión, la poesía que hay en esa forma de arte tan popular: la canción.

Cierro con estas palabras tan sabias de Rubén Blades: «Evitemos la discusión desde perspectivas elitistas. Dylan merece el premio, por la calidad de su trabajo y por el haber continuamente sostenido esa calidad a través de experimentos y renovaciones. Sólo lamento el que la perspectiva de la Academia Sueca no haya sido más amplia. Autores como Chico Buarque, del Brasil, merece igualmente esa consideración. No sólo es un excelente compositor, («Construcción») sino que además es dramaturgo y ha publicado novelas muy bien recibidas. El argumento a favor del aporte del músico popular hubiese sido mas completo de haber sido el premio compartido con Chico y se hubiese reconocido así la contribución literaria musical proveniente de una parte importante de la América no sajona.»

TOTI, de Silvio Rodríguez.

La periodista colombiana Diana Uribe nos habla sobre Bob Dylan.

Escrito por:

Óscar Perdomo León.

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