TRES HISTORIAS BREVES DE MARZO Y UNA CANCIÓN


Monseñor Romero IMG_20160213_204603263

1.

El joven Arturo le dijo a Antonio, su padre, que quería irse para “el norte”. Lo pensó mucho toda la noche; pero al fin, por la mañana, Antonio le dijo a su hijo que estaba de acuerdo. Aquí en El Salvador no había trabajo y la violencia en los alrededores era intensa.

Así que él mismo llevó a su hijo, músico de corazón, a la casa del coyote, una mañana de un lejano marzo. De ahí, no supo más de él.

Hasta dos semanas después, en que recibió una llamada de un desconocido que le pedía dinero por el rescate de su hijo. Hubo dos o tres llamadas más, amenazantes. Él envió el dinero que le pedían y después de eso las llamadas cesaron.

Pasó el tiempo y no tuvo noticias de su hijo.

Tres meses después recibió una llamada de un sobrino suyo que vivía en los Estados Unidos, en la cual le contó cómo supo, a través de un amigo, que Arturo había sido asesinado en México y que sus restos habían sido enterrados en una fosa común.

Antonio vive ahora con el dolor de la  pérdida de su hijo y muere un poco cada día con la culpabilidad de haber consentido un viaje sin retorno.

.

2.

Juan sentía conmiseración de sí mismo. No aceptaba haber perdido a su única hija. No aceptaba haberse quedado nadando en una soledad tan completa e hiriente.

Esa mañana de marzo, que parecía una mañana como cualquier otra, Juan llevó a Natalia al centro escolar y regresó a atender la pequeña tienda que tenía en su casa.

Acercándose el mediodía, Juan, viudo desde hacía 2 años, se fue a traer a su hija. Al acercarse al centro escolar vio un alboroto de gente. De pronto, se dio cuenta que la gente miraba un cadáver en el suelo. Atravesó un muro de gente y se dio cuenta que era Natalia quien estaba reposando sobre un charco de sangre.

Juan hubiera preferido que lo mataran a él.

.

3.

Don Pedro era el mejor sastre del pueblo; pero los tiempos ya no eran lo que habían sido, y hoy ya casi nadie le encargaba pantalones ni trajes. Pero con lo poco que le llegaba, él mantenía a su esposa, y a sus padres.

Y aunque no había mucho dinero, cada semana tenía que entregar cierta cantidad a la pandilla que dominaba en su barrio.

Pero la economía familiar era apretada. Y había semanas muy, pero muy duras.

Una mañana de marzo, Medicina Legal llegó a su casa a traerlo a él, a don Pedro, o mejor dicho, a su propio cadáver, que tenía un tiro en la cabeza.

Las extorsiones continuaron campantes en la calle donde solía vivir don Pedro.

***

Escrito por

Óscar Perdomo León

***

Fotografía de Monseñor Óscar Arnulfo Romero (asesinado un 24 de marzo de 1980) tomada en Jardín Las Heliconias, Ilobasco, Cabañas.

***

TRES HISTORIAS

Música y letra:
Óscar Perdomo León

***

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.