La soledad no es estar solo.
La soledad es el vacío
en la mirada,
la caricia suspendida y flotante,
paralizada,
la boca reseca de besos
abortados,
el deseo reprimido
de un abrazo.
La soledad es la ausencia
de susurros íntimos,
es hablar con uno mismo
en segunda persona,
es gritar sin sonidos
la felicidad
ausente.
Y el frío,
tan efímero en el trópico,
se esconde eterno
en el pecho.
Y en él,
la soledad
es la presencia del desgano,
el rostro de lo oscuro,
el camino perdido. Sigue leyendo «LA SOLEDAD»

